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sábado, 6 de agosto de 2016

Las 7 peores frases que NUNCA deberías decir a tus hijos

Los efectos de estas palabras pueden ir más allá de lo que crees y de lo que tu y tus hijos pueden controlar

La rabia, el cansancio y la frustración que vienen con los problemas cotidianos pueden exasperarnos y hacernos decir cosas que realmente no sentimos. Estas son algunas de las peores combinaciones de palabras que podemos decir a un hijo, independientemente de su edad, pero especialmente a los niños pequeños. Los efectos de esas palabras pueden ir más allá de lo que crees y de lo que tu y tus hijos pueden controlar.

Lea con atención y piénsalo muchas veces antes de decir frases como esas…


1.- "Nunca haces nada bien".

A nadie le gustaría oír eso, menos aún de un adulto. Imagina la sensación desagradable cuando tu hija inocente te oye decir palabras como esas. Si tu hija cometió un error, rompió algo, arruinó la masa del pastel, respira hondo y piensa en qué es más importante. La respuesta siempre será la misma: tus hijos son más importantes que cualquier otra cosa.


2.- "Me gustaría que te parecieras más a tu hermano".

No ganamos nada comparando a nuestros hijos, pero podemos crear resentimientos entre los miembros de la familia. Asegúrate de las comparaciones no existen en tu casa. Somos todos diferentes y únicos, y somos todos especiales a nuestra manera.


3. "Eres gordo/feo/burro".

Nuestros hijos creen en todo lo que decimos. Somos su fuente más fiable de información y también la mayor fuente de amor. No perjudiques la autoestima de tus hijos con adjetivos negativos. Es mejor reconocer sus puntos fuertes en vez de enfatizar lo negativo.


4.- "Me avergüenzo de ti".

Si tu hijo tiene tendencia a llamar la atención en público, como gritar, jugar, correr y cantar para que todos le oigan, quizás sólo necesites más atención. No digas cosas como esa al frente de tus amigos y ni en particular. ¿Por que no planear un espectáculo en casa donde él sea la estrella principal? Tal vez descubras su lado artístico al hacer eso y divertirse en familia.


5.- "Quisiera que nunca hubieras nacido".

No logro pensar en algo peor que alguien pudiera decir a un niño. Nunca, en ninguna circunstancia, digas eso a tus hijos, ni siquiera de broma. Todos necesitamos saber que somos deseados y queridos, independientemente de los errores que cometemos.


6.- "Ya me he cansado, ya no te quiero".

A veces, sin darnos cuenta, caemos en los juegos de palabras de nuestros hijos. Tu hija de tres años está frustrada porque no puede comer otro helado. Después de explicarle varias veces porque no, ella se enfada, llora y dice que no te quiere. La respuesta más fácil seria pagar con la misma moneda, pero eso solo le hace daño. La reacción correcta sería explicar nuevamente porque no puede comer más helado y recuérdale que siempre la vas a querer, aunque se enfade contigo. Ella aprenderá mucho más de lo que imaginas con esta lección.


7.- "No llores, no es nada serio".

“¿Cómo de grandes pueden ser los problemas de los niños? Son sólo niños, no tienen preocupaciones, tristezas, decepciones ni miedos.” Este es un error que como adultos cometemos con mucha frecuencia. Los niños tienen la misma o más capacidad emocional cuanto un adulto. La diferencia es que ellos no pueden expresarse y calmarse a sí mismos como nosotros. Entonces, de alguna forma, ¿sus problemas no serán aún mayores? Nunca menosprecies un miedo, un arañazo, una duda, un conflicto por el que tu pequeño está pasando. Ayúdale a superar el problema y a reaccionar de forma sana.

Con pequeños ajustes y siempre considerando los sentimientos y bienestar de nuestros hijos, podemos evitar estas frases tan perjudiciales y tener una relación de amor, protección y bienestar en el hogar.

(fuente: aleteia.org)

viernes, 5 de agosto de 2016

Descubre por qué es tan importante aprender a decirle “no” a tu hijo

Alejandro de Barbieri, autor del bestseller "Educar sin culpa": Como dice Francisco, es necesario que los padres vuelvan del exilio.

 De Barbieri, es uruguayo, psicólogo clínico especializado en Psicoterapia existencial y Logoterapia. Cursó estudios de postgrado en Psicología clínica. Es director y docente del CELAE (Centro de Logoterapia y Análisis Existencial) y es autor de “Lo que cura es el vínculo”, “Economía y felicidad: una vida con sentido”, y el exitoso “Educar sin culpa” (Libro de Oro 2015) con más de 20.000 ejemplares vendidos. A raíz de su último libro ha sido convocado a dar conferencias por todo el país, a miles de padres y docentes del Uruguay.

– La Educación es un tema muy debatido actualmente. Según tu experiencia, ¿cuáles son los principales problemas que enfrentamos hoy?

Enfrentamos varios problemas. Por un lado lo que planteo en mi último libro, citando a Aldo Naouri, es que hace 30 años se educaba sin culpa, nuestros abuelos no esperaban ser queridos por sus hijos. En cambio ahora somos padres culpógenos, lo cual lleva a la sobreprotección parental actual, haciendo que nuestros hijos tengan 7 años menos, la edad cronológica no coincide con la edad emocional. Y esto se debe a que los padres con culpa no se animan a decir -cuando sea necesario-, “te dije que no y es no”.

Por otro lado se perdió la alianza implícita que había antes entre los padres y la escuela para educar. Antes el adulto era legítimo frente a sus alumnos solo por ser adulto. Ahora el docente se debe ganar su legitimad en cada hora de clase. Eso se debe a la crisis de autoridad del rol docente.

Entonces por un lado está la familia que claudicó de educar, como dice el Papa Francisco “Padres, salgan del exilio”. Las teorías deterministas han exonerado y exiliado a los padres en la tarea de educar, entonces los niños quedan huérfanos como dice el escritor argentino Sergio Sinay.

Es nuestra tarea sacarlos de la orfandad y hacer de padres. Pero como eso en general no está pasando, se ha delegado la tarea de educar a la escuela. El niño no entra a la escuela educado en valores, hábitos de vestir, de comer, buenos modales, saludar etc, sino que el docente lo tiene que educar mientras da clase. Esto termina desgastando al docente.

Por eso para mí debemos insistir en trabajar con padres y docentes.

– ¿Por qué es importante frustrar para educar? ¿Cómo se hace?

Al claudicar los padres del rol de educar, no hay adultos. Hay miedo de ejecutar una “autoridad sana”, que es la que siempre que el niño tenga un capricho, puede responder sin miedo: “ te dije que no y no, y no me lo pidas otra vez”. Ese es el lugar del adulto, el padre hoy tiene miedo que su hijo no lo quiera y por eso cede al deseo del niño, lo cual es triste porque lo condena a una inmadurez crónica. Hoy se “terceriza” el rol del padre al psicólogo y al docente, y así se claudica del rol del padre, condenando a nuestros hijos a la orfandad.

Savater dice que “La autoridad ofrece resistencia pero hace crecer. Si no has tenido resistencia no creces recto, sino reptando… El educador debe ejercer la autoridad, lo que en ocasiones hará que caiga antipático, pero debe serlo porque educar en buena medida es frustrar”.

El niño precisa la autoridad sana del padre o maestro que “frustra” sus impulsos. Si cada vez que mi hijo quiere algo yo se lo doy, entonces le estoy diciendo “pide y se te dará, mi amor” para que me quieras. Eso es falso, porque lo estoy dejando inmaduro. Cuando mañana la vida lo frustre, en un examen en el deporte o en una pareja, su psiquismo estará frágil y no soportará las limitaciones que la vida le presente.

La resistencia nos hace crecer. Carlos Díaz, filósofo español dice: “ Educar es cansarse amorosamente”. Ese cansancio amoroso que implica educar actualmente no se realiza, porque el padre /madre llega cansado de su trabajo y no tiene fuerzas para sostener el no.

Si el padre es simpático todo el tiempo no puede “hospedar las frustraciones.” Pero esas frustraciones son necesarias para crecer y para llegar a la felicidad. Si no se frustra no crece y no aprende. Lo cual no quiere decir “hacerlo sufrir”. Si evito que sufra, evito que crezca y lo condeno a la inmadurez emocional. La cuestión empeora porque si mi autoestima se nutre del niño, entonces no voy a hospedar su frustración, el padre no tiene paciencia para educar, para cansarse (ya está cansado de su trabajo). Entonces llega a la casa y le da todo lo que quiere, para que se acueste rápido y se duerma.

Cuando los padres me dicen “mi hijo es problemático porque no come, o no duerme, o es caprichoso.” Siempre les respondo: “Tu hijo no es problemático, ese problema es un milagro encubierto. Te está diciendo “por favor mama/papa edúcame, hazme persona”. Ese hacer persona depende del adulto, de los padres y de los maestros. Nadie se hace solo, somos como dice Buber “Yo-Tu”.

La psicología ha pecado de individualista, todo es Yo y no hay un otro, ha muerto el prójimo, ha desaparecido el tu. Precisamos que el padre salga del exilio para hacer de papá. Estas cansado de tu trabajo pero no de papá. Una vez que el padre o la madre llega a su casa comienza a trabajar de padre. Si no hay caprichos jugamos, cantamos, celebramos la vida juntos. Pero si llego (cansado o no) a mi casa y mis hijas tienen una rabieta, mi tarea es ayudar a “hospedar esa frustración” y no ceder al pedido.

– Hoy se necesita un especialista para cada cosa y los padres buscan un equipo interdisciplinario para atender a sus hijos. ¿Es tan necesario? ¿Antes no era más sencillo?

En mi libro le puse a este tema “Consulte al experto”. Porque hoy en día los padres no creen ser los “expertos” en lo que le pasa a su hijo. En parte se debe a esa falta de confianza en sí mismos y por otra parte, porque se ha tercerizado todo en los psicólogos y maestros. Aunque tampoco lo delegan del todo, porque cuando el maestro frustra al hijo, los padres se enojan con los maestros. La experticia debe volver a los padres en hacerse tiempo, para perder el tiempo con los hijos, a la hora del almuerzo, de la cena, para charlar y conversar. No puede pasar que los padres lleguen a casa cuando los niños ya se durmieron, -sobre todo en la 1a infancia-. Si es así, el padre se pierde una lindísima oportunidad para conocer y seguir alimentando psicológica y espiritualmente al niño.

Los equipos psicológicos son importantes y necesarios siempre y cuando los padres y maestros hayan agotado previamente las otras instancias. Sino, nos estamos “ sacando de arriba” demasiado pronto a nuestros hijos. Es el “exilio de los padres” del que habla el Papa Francisco.

– ¿Por qué cuesta tanto poner límites a los hijos? ¿A qué le temen los padres?

Los padres tienen miedo que su hijos no los quieran, a ese fenómeno , el pediatra Aldo NAouri, lo llama “madres vestales” refiriéndose al padre o madre cuya autoestima se nutre del hijo. Por eso les cuesta soltar y amar sanamente digamos. Si mi autoestima se nutre de mi hijo, ¿cómo le voy a decir que no?

En cambio cuando mi autoestima se nutre de mi pareja, esposa, amigos, adultos, entonces tengo fuerza para sostener los “ no” cuando sea necesario.

A mí no me gusta hablar de “ limites”. Es una palabra que los padres no la registran. No la registran porque en la consulta nos dicen “yo le pongo limites, pero mi hijo sigue haciendo lo mismo”. Entonces por eso prefiero la expresión de Savater “educar es frustrar”. Ahí lo entienden enseguida.

– ¿Por qué en tu libro afirmás que la psicología ha hecho mucho mal a la educación de los hijos? ¿Alguna corriente en particular?

Todos los enfoques reduccionistas y deterministas han contribuido al exilio del padre en el rol de educar. El padre no “hospeda la frustración” por miedo a que el hijo salga como él. Dice “ no quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí”. Cuando en realidad mis hijas no van a sufrir lo que yo sufrí, van a sufrir lo que ellas tengan que sufrir para crecer.

El determinismo nos congeló porque enseña que lo que nos pasa en los primeros 5 años de vida nos marca para siempre, pero en realidad Sartre tenía razón cuando afirmaba que “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. No es lo que hicieron conmigo (determinismo) sino lo que hago con lo que hicieron conmigo (libertad y responsabilidad). A mí me gusta la expresión del Padre Lucas Del Valle, maestro del cual aprendí mucho: “se trata de tomar la vida en tus manos” para salir de la postura de víctima.

– Si tuvieras que resumir en un consejo una idea fundamental para los padres de hoy, ¿qué dirías?

Gregorio Luri dice “si ud quiere un hijo feliz, tendrá un adulto esclavo”. Mi consejo es celebrar el milagro cotidiano de estar vivo, buscar ser felices en el presente con proyección de futuro, en el hoy. Contarles a nuestros hijos los felices que somos con nuestra vida, que esa felicidad incluye el sufrimiento.

Porque los hijos absorben esa felicidad por “osmosis” digamos. No puede ser feliz si todos los días los padres llegamos con cara de cansados, cara de velorio, cara de que me “exprimen” en mi trabajo. Si yo soy libre nadie me exprime, soy libre y responsable. Y eso es lo que nuestros hijos están mirando, porque ellos antes que escuchar, están mirando y ¡quieren ser como nosotros!

escrito por Miguel Pastorino
(fuente: www.aleteia.org)

miércoles, 13 de julio de 2016

El don del perdón

Amadeo Cencini, cuenta en uno de sus libros:

“Hace un tiempo le sucedió a un hermano mío que había contado a sus niños de catequesis la parábola del hijo pródigo y después les había pedido que redactasen un resumen.

Uno de los chicos escribió lo siguiente:

“Un hombre tenía dos hijos, pero el más joven no estaba seguro en casa y un día se fue lejos llevándose todo el dinero.

Pero en cierto momento el dinero se acabó y entonces el muchacho decidió volver a casa porque no tenía nada para comer.

Cuando estaba por llegar, su papá lo vio y muy contento tomó un buen bastón y corrió a su encuentro.

Por el camino se encontró al hijo, el bueno, que le preguntó donde iba tan rápidamente y con ese bastón.

“Ha vuelto aquel desdichado de tu hermano” le dijo el papá, “después de lo que ha hecho se merece unos cuantos bastonazos”.

“¿Querés que te ayude papá?” le dijo el hermano

“Claro” responde el padre.

Y así, entre los dos molieron a bastonazos al hijo pródigo.

Al final, el padre mandó a llamar a un sirviente y le dijo que matase al cordero más gordo y diese una fiesta porque el fin se había sacado las ganas de castigar a aquel hijo que se había portado tan mal.””


Esta es la versión que hace un chico. Es un caso clásico de rechazo intelectual, distorsión perceptiva de lo que había sido propuesto en el Evangelio.

En realidad es una cosa absurda aquel padre que perdona, no es creíble del hijo que se arrepiente y tiene razón el otro hermano lamentándose. Esa fue la conclusión que hizo su cabeza.

Y así, sin advertirlo ajustó el final de la historia dándole un resultado más “normal” y conforme a los criterios de justicia de nuestra sociedad que está cerrándose al sentido del perdón, que no cree en quien se arrepiente y que sustituye o cambia la gratuidad con la reivindicación o la venganza.

Este niño es hijo de nuestra sociedad y un poco lo somos todos nosotros y nuestras comunidades.

El perdón no nos resulta fácil, no nos sale espontáneamente, a menudo es sólo un deseo, una quimera o un esfuerzo. Pero existen también religiosos que viven con el resentimiento en el corazón, que padecen el no poder o no querer olvidar daños y heridas, a veces, incluso, imaginarias recibidas en el pasado que son profundamente inf3elices y que siembran tristeza y hastío a su alrededor.

Es una cosa grave y quizá no tan rara.


¿Por qué resulta tan difícil perdonar?

El otro día escuchaba alguien que dio una pauta: “El perdón no es humano, el perdón es divino”

Creo que por ahí va la cosa. Pero para que ese don divino que viene de lo alto pueda realmente prender en nuestra tierra, hay que abrir el surco y para eso será necesario disponer de la tierra para que en esta Cuaresma el Señor, si lo queremos y lo pedimos, nos de la Gracia de perdonar.

La primera razón por la que no s resulta a veces tan difícil perdonar y convivimos con ese impulso de rencor y resentimiento que a veces logramos sofocar en los actos, pero indudablemente molesta y a veces, también produce enfermedades.

Aquélla violencia o agresión que nuestra naturaleza nos pide devolver al reprimir este acto de venganza, o de resentimiento, termine a lo mejor generando alguna enfermedad psicosomática, porque en definitiva, ¿qué diferencia hay entre herirse y herir? ¿por qué está tan condenado herir al otro y tan poco condenado herirse a si mismo?

Un homicidio es algo sumamente grave par ala ley, pero no así un suicidio.

Es bueno reflexionar estas cosas, porque es el mismo monto de odio, de venganza, de resentimiento, de violencia, de rabia sencillamente el que se desplaza hacia fuera como hacia adentro de nosotros mismos produciendo daño.


¿Por qué nos cuesta tanto perdonar?

Quizá porque en primer lugar quiero desligar el perdón de lo que tiene que ver con el olvido. Perdonar no es olvidar. Perdonar es recordar sin rabia, es recordar sin angustia, es recordar sin sed de venganza, es recordar mansamente, sencillamente, hasta puede recordarse con cierta complacencia en el hecho de haber podido superar una herida que sangraba.

Pero no podemos perdonar porque no tenemos la conciencia al mismo tiempo, de haber recibido perdón.

Este sería como el punto básico, si nosotros no tenemos la experiencia de haber recibido perdón, porque la capacidad de perdonar está directamente proporcionada a la experiencia de ser perdonados.

Hay un texto muy bonito, Mateo 18, 23-35 en el que un servidor despiadado había recibido el perdón por una gran deuda, y sin embargo, no tuvo corazón con quien le debía una cifra extraordinariamente inferior.

El que había sido perdonado fue despiadado con el otro.

Es una parábola que nos hace reflexionar acerca de no tomar conciencia de que vivimos inmersos en el perdón.

Hemos sido generados por una acto misericordioso, hemos sido extraídos de la nada por un acto misericordioso, hemos recibido un don de ser de la vida, de existir, un don que no nos merecíamos, no hicimos nada por ganárnoslo y si alguien quiere decir “yo no pedí nacer”, lo siento, me gustaría que estés al borde de la muerte para que te des cuenta todo lo que serías capaz de hacer para salvar tu vida.

De manera que sí pedís existir, sí querés vivir, sí estás aferrado a la vida.

Al no tener conciencia de que vivimos inmersos en el perdón, el perdón al otro nos cuesta mucho.

Vivimos en una sociedad donde esta actitud de desagradecimiento, de no reconocimiento del propio pecado y del no descubrimiento de la alegría de la vida como un don, cunden por todos lados.

Esta actitud fanfarrona, prepotente, de soberbia, orgullosa, cerrada, oscura del que piensa que too lo que tiene es mérito propio y no mérito por su esfuerzo, sino que vivimos a veces tan egocéntricamente centrados en nuestros propios intereses que no nos damos cuenta de todo lo que nos ha sido dado. Empezando por la vida.

Quien no sufre el dolor del propio error, quien no sufre el dolor del propio fracaso, quien no sufre el dolor del propio pecado y no está reconciliado con el Dios de la cruz, muy difícilmente será una persona misericordiosa.

La experiencia de la reconciliación, como cualquier experiencia espiritual tiene que ser significativa y plena, porque compromete el corazón, la mente y la voluntad. Es un camino que sí respeta la naturaleza del hombre aunque a veces nos parezca tan difícil perdonar. Sino es una ilusión pero no es un acto de perdón, corremos el riesgo de convertirnos en servidores despiadados.

La resistencia a perdonar, la dificultad para perdonar, es algo que nos hace bien. Justamente cuando nosotros nos encontramos con esa suerte de violencia interior, con esa dificultad, esa resistencia, esa rabia, esa bronca, estamos comenzando a transitar este primer paso que es que no se puede perdonar sino se ha recibido el perdón.

Es lo que dice Jesús a Simón: “Esta mujer ama mucho porque se le ha perdonado mucho” y como se le perdona mucho, entonces ama mucho, ha hecho esa experiencia de recibir gratuitamente el amor de Dios de una manera inmerecida.

La gratuidad, la fiesta, lo no merecido, lo que viene de arriba. Esta experiencia del corazón es fundamental para poder dar algo que en definitiva también es inmerecido como el perdón, como la invitación a comenzar de nuevo.

Pero justamente cuando no tenemos esta experiencia y al menos, no arraigada en el corazón, o en el lugar donde hemos recibido esta herida, esta humillación, entonces justamente la dificultad nos está revelando a nosotros mismos que somos pecadores.

Nos hace comprender que más allá de nuestras intenciones o ilusiones de perfección y bondad, existen en nosotros un instinto de agresividad, es decir, la sed de venganza, la rabia, el rencor, el resentimiento, destruya completamente el mito de nuestro yo, destruye completamente las imágenes que habíamos hecho de nosotros mismos de personas plenas, felices o bondadosas y nos hace descubrir un yo hostil y también igualmente atraído por el mal.

De pronto, vos que sos un hombre o una mujer pacífica, creyente o que apostás por la paz, ciudadano honesto, una persona trabajadora que no hace daño a nadie, se descubre con toda la violencia en su corazón y tenemos que renunciar a la ingenuidad y darnos cuenta que es peligroso negar esos sentimientos y que justamente ese instinto que nos hace difícil ser misericordiosos.

El perdón frustra el instinto de violencia, porque es una forma, quizás la más humilde y eficaz, de no violencia. Perdonar es bajar las armas de nuestras defensas y abandonar los sutiles deseos de venganza. Perdonar es de alguna manera renunciar a que se haga justicia por nuestro propio medio, por cierto, quien obra así, aparentemente sufre una violencia pero en realidad la evita porque lo que suprime es la lógica parecida a un espiral enloquecido de violencia contrapuesta en esta dinámica que acabábamos de descubrir. Esta dinámica reactiva en la cual ambos terminan perdiendo y quien arremete es de hecho, nuevamente agredido.

El que no perdona tiene la impresión de que gratifica su instinto de venganza de violencia, pero en cierto momento sentirá como una agresividad que ha proyectado hacia fuera. Es la historia que nos hace alimentar rencores y nos vuelve depresivos y agresivos, atraídos por esa perspectiva de descargar toda la violencia en el otro y terminamos también descargándola sobre nosotros mismos.

Esto es una experiencia, el que se venga encuentra parcialmente una satisfacción en el momento, o quizás en unos primeros momentos, quizás en los primeros meses, o en el primer año, pero luego comienza a aparecer el sabor amargo, el vacío, el sin sentido que deja la venganza. Lamentablemente vivimos en una cultura que produce permanentemente un fuerte estímulo hacia la venganza.

La mayoría de las películas de acción están basadas en una especie de enaltecimiento de la venganza. La película se termina cuando la venganza se consuma y todos quedamos como plácidamente participando de este instinto saciado a la violencia. Sin embargo, podemos ver en largo o mediano plazo lo que esto acarrea en la historia de las personas y en la humanidad toda, y a partir de ahí comenzar a hacer la reflexión: este instinto de violencia, de venganza, es la ocasión de descubrirnos débiles y vulnerables y la ocasión también de pedir perdón.

Anidamos en nuestro corazón un instinto de dominio, de control y quizás es más sutil que el de venganza, si lo perdono lo desato, si lo perdono lo dejo libre, si lo perdono lo dejo ser, incluso lo dejo ser el mal que puede llegar a ser y todo esto nos da temor.

A veces no podemos perdonar porque no podemos dejar de controlar al otro y con nuestro resentimiento abrigamos la fantasía de tenerlo atado, abrigamos la fantasía de tenerlo bajo control y por lo tanto de tener alguna clase de superioridad.

A veces, el no perdonar es el último residuo de poder que tenemos al alcance de las personas débiles, por eso, estamos trabajando con una materia muy delicada. Es un poder ilusorio pero es una tentación muy grande.

El débil, el vulnerable, el humillado almacena rencores como si almacenara armas, como si almacenara poder, como si almacenara control sobre fuerzas que no puede de ninguna manera controlar y en este sentido, el rencor es mentirosos y engañoso.

El perdón no nos gratifica, es una experiencia de impotencia, es una experiencia de dependencia, no es una experiencia de poder y de dominio, es realmente la experiencia de Jesús cuando en la cruz dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”

Cuando se perdona, de alguna manera se abandona al otro a su propio poder, se expone uno así a lo imprevisto, se le deja en la libertad de ofender o de herir, por eso es tan difícil.

Se renuncia también al derecho de hacerle sentir que nos sentimos ofendidos, el perdón a veces tiene el lugar de una lucecita en el fondo de una gran oscuridad en el corazón, imperceptible para los demás y todo esto nos da temor.

Es como un insulto a nuestra dignidad personal y entonces para justificar nuestra incapacidad de perdón, y nuestras actitudes resentidas, a veces recurrimos a falsas excusas pedagógicas, por ejemplo, “tengo que hacerlo para que aprenda”, “no le dirijo la palabra así otra vez va a prestar más atención”, “tengo que hacerlo comprender que me ha herido así no lo hará más”.

Muchas veces, nuestra ausencia de perdón se reviste de excusa pedagógica dando a nuestro comportamiento de ofendidos el valor de una gran lección que queremos hacer para el otro.

Cada uno puede saber en el fondo de su corazón si lo que digo es así o no. Si realmente en el corazón se ha perdonado y lejos de un instinto de venganza, lo que se está queriendo hacer es hacer de espejo al otro para que el otro pueda verse y pueda corregirse o pueda cambiar.

Me animaría a decir que en la mayoría de los casos, nos tendemos trampas.

La verdad es que el perdón requiere una gran libertad y una gran madurez, aquella que nos quita el tonto temor de perder nuestras relaciones con el otro, aquella que nos hace pensar que somos débiles y que por el contrario, no se hacen valer nuestras propias razones, nuestros propios derechos.

El perdón cala en cosas tan hondas y tan profundas y necesita que ese camino vaya abriéndolo el Espíritu Santo, porque sólo el puede ir desenredando nudos, a veces, tan complejos.

Otra dificultad por la que tenemos que enfrentarnos con el tema del rencor y del resentimiento y para manifestar misericordia, viene del deseo de tener una imagen positiva de nosotros mismos, minimizando lo que podría oscurecerla a esta imagen tan positiva que tenemos y haciendo de todo para que los demás tengan una concepción buena de nosotros.

Esta claro, entonces, que si llego a conocer una crítica o una calumnia sobre mi persona, me será muy difícil perdonar, sobre todo si la estima que tengo es muy inestable, o pobre o excesivamente dependiente de los demás o de lo que los demás piensan de mi.

Tendré el mismo problema, si alguien en la comunidad se permite tomarme en broma, o dudar de lo que digo, o quizás ofenderme por esos aspectos de mi comportamiento que yo considero más valiosos para mi autoestima.

Cuanto más ofendido me siento, menos voy a estar dispuesto a perdonar.

Entonces, otra dificultad grande para perdonar es la gran necesidad de estima. El resentimiento excesivo que impide el perdón no se origina por un valor, o por una verdad, se origina en una gran estima alta y egocéntrica. Es cuando advertimos que no solo tenemos que perdonar, sino hacernos perdonar.

En el fondo, el perdonar podría hacernos sentir buenos, más buenos que los demás y así gratificamos nuestro narcisismo, si somos lo suficientemente correctos para reconocer nuestra responsabilidad en ciertas circunstancias, entonces nuestra estima puede encontrar muy amenazante el pedir perdón, el buscar una voluntad de misericordia.

Esta reciprocidad en el dar y en el recibir perdón, no es y no tendría que ser tan rara.

A menudo hemos sido ofendidos y ofendemos en el mismo acto, y muchas veces, cuando perdonamos tenemos algo de lo que hacernos perdonar.

Por eso es tan difícil perdonar.

Hay un tema que es específicamente cristiano y es la imagen del cordero que está callado, inocente, vulnerable frente a los esquiladores. La imagen del Cordero Pascual, hacia la cual vamos.

Hay que dejar que esa imagen nos nutra el corazón, al corazón no se llega por la fuerza.

Hay que quedarse contemplando ese cordero inocente que permanece mudo frente a sus esquiladores, no para tratar de ser como el, sino para experimentar el mensaje profundo que solamente se capta a través del corazón y no de la mente.

Si la mente interfiere, generalmente lo hace para poner obstáculos.

Hay que hacer la experiencia del amor gratuito para después, desde esa experiencia, orientar los razonamientos y pensamientos adecuadamente con la luz de esa experiencia.

El cordero inocente que permaneces inocente frente a los esquiladores está transmitiendo una fuerza, sólo que es misteriosa y no responde habitualmente a la diacronía de la causa-efecto. Es de otra dimensión, es otro plano, es de otro mundo.

En realidad, este cordero ha cargado sobre sí el peso de los demás, “eran nuestras las dolencias que El llevaba” dice Isaías, “El ha cargado sobre si los pecados del mundo”.

Cargar sobre las propias espaldas el peso de los otros implica un cambio de mentalidad, y este concepto de transformación del mal es típicamente cristiano.

Está en muchos lugares de la escritura, en la experiencia particular de Pablo así como en la experiencia dogmática del servidor de Yahvé, no protestará, no gritará, la caña doblada no la partirá, la mecha humeante no la va a apagar.

Este sentido de transformar el mal en bien, reprimiendo, conteniendo el deseo de venganza, esta posibilidad de transformar el mal, integrar y transfigurar es como si el cristiano fuera un laboratorio donde ingresa el mal y se torna en bien.

Esta posibilidad típicamente cristiana.

Opuesto a esto, hay una tentación, querer extirpar pronto la cizaña (Mt 13, 24-30) vayamos a cortar también la cizaña que crece junto al trigo y Jesús les dice “No, dejen que crezca junto el trigo con la cizaña porque si arrancan la cizaña corren el riesgo de arrancar también el trigo”

No está lo absolutamente malo y lo absolutamente bueno en el corazón del hombre, está lo bueno y lo malo entretejido, enraizado y crece juntos.

A veces, en el mal que se condena hay un bien que no se sabe reconocer, porque no hay amor en la mirada.

Es más fácil y espontáneo juzgar el mal antes que apreciar el bien, porque incluso los yuyos crecen más rápido y más altos, pero solamente una mirada muy atenta pude descubrir en el fondo de los yuyos como va creciendo el trigo.

Cuando crece más, se lo puede discernir, se lo puede juzgar, habitualmente en el corazón del hombre está lleno de pequeñas cositas buenas que van creciendo juntas.

Santiago y Juan, a los que se llama en Lucas “hijos del trueno”, apóstoles de Jesús, son seriamente reprendidos cuando quisieron hacer caer fuego del cielo para destruir a los samaritanos que habían rechazado a Jesús.

Hay una estatua muy linda donde hay un niño que en sus hombros lleva a otro niño casi más grande que el. El de abajo va ciertamente doblado. Un cartel, debajo, dice: “No pesa, porque es mi hermano”.

Ojo, que hay un complejo, el complejo de Atlante, ese personaje mitológico condenado a llevar todo el peso de su mundo sobre las espaldas. Este complejo que hace de algunos chivos expiatorios de otros, víctimas de victimarios.

Este complejo no es el ideal cristiano, no es cargar sobre nosotros todo el peso de los demás, porque no somos Jesús y no tenemos su capacidad de redención.

El peso que debemos cargar es algo, justamente, el que nos afecta.

Eso que nos afecta es la porción de ese algo que debemos cargar, intentando descubrir en la fuerza intrínseca del amor, intentando descubrir en nuestro proceso de madurez el pasar de la ofensa recibida a lo perdonado mediante una disponibilidad fraterna para llevar un poquito de la debilidad de los otros.

Ese poquito para lo cual seguramente Dios nos da la gracia de perdonar.

A la larga, es poner la otra mejilla lo que ha tenido el poder de tener la cadena enloquecida del mal, andando la diabólica tendencia que tiende a regenerarse, que tiene como un efecto en cadena. Y a la larga también, aunque con mucho dolor, ha sido el único método capaz de transformar el mal en bien, un hecho negativo y de muerte en un acontecimiento de esperanza, a un hombre violento en un ser humano que al fin se deja vencer por la fuerza desarmante de quien le ha atacado.

Este es el caso del ex terrorista italiano Sabasta, que le escribe a la viuda del ingeniero Talersio: “Su marido ha dado amor hasta en aquel momento del secuestro. Ha sido una semilla tan poderosa que ni siquiera yo que luchaba en su contra, he podido extinguirla dentro de mi, ha vencido en mi la palabra que llevaba su marido, esta es una flor que quiero cultivar para ser yo quien la done enseñando a otros lo que ustedes me han enseñado a mi.”

Esa viuda valerosa se hizo eco de esta afirmación y dijo: “El odio lo mató, yo lucho por el amor”.

Martín Luther Kin, poniendo la otra mejilla enseñaba a luchar a sus hermanos a no abdicar, no a renunciar a sus derechos, sino a luchar y decía:

“No habrá solución permanente al problema racial hasta que los oprimidos no desarrollen la capacidad de amar a sus enemigos. Las tinieblas de la injusticia racial serán disipadas solamente por la luz del amor, capaz de perdonar.
Durante más de tres siglos, los negros norteamericanos han sido castigados por la vara del hierro opresor, frustrados y castigados día y noche por una justicia intolerable y oprimidos bajo el horrible peso de la opresión, obligados a vivir en esta situación infame, estamos tentados de amargarnos, de vengarnos con un odio similar, pero si sucede esto, el nuevo orden que buscamos será poco más que un duplicado del orden antiguo.
Nosotros debemos con fuerza y humildad responder al odio con amor.”

Ante estas palabras, se dan cuenta de la seriedad, de la envergadura de la opción de los caminos que elijamos porque estos ya tienen repercusiones universales.

En la mayoría de los casos, lo que se está poniendo en juego es le futuro de la humanidad, es esta opción. Porque justamente son muchas veces los pueblos y las minorías oprimidas bajo terribles pesos de discriminación, frustrados y castigados día y noche, soportando injusticias intolerables, a veces durante décadas y siglos.

El terrorismo deja raíces justamente acá, y por eso todos tenemos que reflexionar si vamos a colaborar con nuestras pequeñas venganzas, con nuestras violencias cotidianas, con nuestros resentimientos celosamente guardados y atesorados como riquezas.

Pidamos a Dios, en esta Cuaresma, la gracia de purificar nuestro corazón y de ser también así, en lo pequeño de cada día, con nuestras pequeñas opciones, quienes sumen puntos en la opción por la reconciliación, en algún momento, la única salida para un hombre nuevo, en la humanidad feliz.

escrito por Gabriela Lasanta
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

jueves, 30 de junio de 2016

¿Quién es el conde de Saint Germain?

Muchos grupos esotéricos y de la Nueva Era han convertido su persona en leyenda

Saint Germain existió, no siendo demasiados los datos fundamentales que tenemos sobre este cortesano del siglo XVIII. Pero lo importante de él no es tanto la verdad sobre los hechos de su vida sino la utilización de su persona por multitud de grupos esotéricos y de la Nueva Era para convertirlo en molde sobre el que verter cualquier idea, pensamiento o mensajes (supuestamente) llegados de las más elevadas esferas de los seres divinos y ascendidos de estas corrientes del ocultismo.


Una misteriosa vida desde el inicio.

El conde de Saint Germain es un personaje histórico del que no tenemos demasiados datos fidedignos. Podemos suponer que nació en la primera década o segunda década del siglo XVIII, muriendo en el 1784. Por otro lado, es una de las figuras más alteradas por la ficción y la fantasía, hecho que inició él mismo haciéndose llamar de múltiples nombres, escondiendo su edad hasta hacerse suponer centenario e inventando variedad de episodios sobre su vida.

Saint Germain fue un personaje muy presente en la vida cortesana europea del siglo XVIII, no solo francesa. Sus orígenes fueron oscurecidos por él mismo, aunque se puede conjeturar que fue hijo del príncipe húngaro Francisco Rákóczi II de Transilvania. Aceptado por el resto de cortesanos europeos y educado por la familia Medici, fue un personaje de gran cultura, sagaz y brillante.

Diplomático, aventurero, conocedor de las ciencias y la filosofía, músico, alquimista, vendedor de productos mágicos para aumentar la belleza y alcanzar la eterna juventud, galante, atractivo, educado y gran conversador, era el centro de las reuniones aristocráticas europeas, lo que supuso que el mismo Giacomo Casanova lo admirase por su gran talento y lo definiese como “el rey de los impostores”.

Por otro lado, los pocos y oscuros datos de su vida se han mezclado con los de Robert-François Quesnay de Saint Germain, mago y ocultista, lo que ha llevado a numerosas contradicciones y ambigüedades biográficas.

Un supuesto libro de Saint Germain.

Algunos consideran que hay una obra que se le puede adscribir como autor, “La muy santa Trinosofía”, libro iniciático y neo-gnóstico repleto de simbolismo, obra de gran complejidad, altamente elaborada y sincrética, si bien no es claro que Saint Germain sea su autor, aunque se puede fechar en el siglo XVIII.

Como ejemplo de la importancia de la “Trinosofía” para el posterior hermetismo, recogemos un párrafo del comienzo de esta obra:

“Vas a penetrar, mi querido Filocal, en el santuario de las ciencias sublimes, mi mano levantará para ti el velo impenetrable que esconde a los ojos del vulgo el tabernáculo, el santuario donde el eterno depositó los secretos de la naturaleza, secretos que él reserva para algunos seres privilegiados, para los elegidos que su gran poder creó para ver, para encumbrarse tras él en la inmensidad de su gloria y desviar sobre la especie humana uno de los rayos que brillan en torno a su trono de oro”.

La obra acaba de la siguiente forma, como podemos ver, llena de simbólica esotérica y secreta:

“Atravesé el lugar y subiendo una escalinata de mármol que se encontraba delante de mí, vi con asombro que volvía a entrar en la sala de los tronos (la primera, en la que me había encontrado cuando llegué al palacio de la sabiduría). El altar triangular estaba siempre en el centro de esta sala, pero el pájaro, el altar y la antorcha estaban reunidos y no formaban sino un solo cuerpo. Cerca de ellos descansaba un sol de oro; la espada que yo había llevado de la sala de fuego yacía a algunos pasos de allí sobre los cojines de uno de los tronos.

Tomé la espada y golpeando el sol lo reduje a polvo, luego lo toqué y cada molécula se transformó en un sol de oro semejante a aquel que yo había roto. “¡La obra es perfecta!”, exclamó al instante una voz fuerte y melodiosa. A ese grito los hijos de la luz se apresuraron a reunirse conmigo. Las puertas de la inmortalidad me fueron abiertas, la nube que cubre los ojos de los mortales se disipó, yo vi, y los espíritus que presiden los elementos me reconocieron como su maestro”.

Saint Germain redefinido

Con todo lo dicho, lo importante no es lo que sabemos de él, sino lo que permite adherir a su vida, re-elaborándola y aumentándola tanto como se desee. Así, ya en el siglo XIX hasta hoy su figura ha sido mitificada y fundida en la leyenda, ligándolo a todo tipo de sociedades secretas (Masones, Rosacruces, Illuminati…), así como a diferentes corrientes del esoterismo (Teosofía, I AM (Yo soy), las variantes de la Gran Fraternidad Universal, o diversos grupos de la “New Age”, como la Metafísica cristiana de Conny Méndez), o de la neo-gnosis actual, como la de Samael Aun Weor.

Saint Germain es para algunas corrientes un personaje que dominó la inmortalidad, y que por el elixir de la Juventud y la Vida, por él descubierto, vivió bajo diferentes nombres y mostrándose en diferentes épocas, incluso como asesor de Salomón y la reina de Saba. También se afirma que conoció a Jesucristo y fue maestro del Nazareno, aspecto que otros han llevado a identificarlo con san José, su padre, asesor así para su importante misión entre los hombres. También se afirma que fue Cristóbal Colón o Francis Bacon. Para otros ha sido también el profeta Samuel, el filósofo Platón o un sumo sacerdote de la civilización perdida de la Atlántida.

Existen dos grandes corrientes que han intentado difundir las doctrinas que se atribuyen a Saint Germain. Son por un lado la Fundación Saint Germain, y el grupo I AM (“Yo soy”), que en la década de 1930 fueron creadas por Guy Ballard, quien afirmó que él junto con su esposa Edna habían sido elegidos por Saint Germain, al que calificaron como “Maestro Ascendido”, una especie de divinidad o Elohim, para hacerles depositarios del sentido de la existencia y la verdad del mundo y la realidad. De esta forma los esposos Ballard se convertirían en la boca por la que hablaría el Maestro Ascendido Saint Germain, si bien posteriormente dirían que otros Maestros Ascendidos les confiarían otros secretos.

Mark y Elizabeth Clare Prophet, seguidores de Ballard, también afirmaron que recibían enseñanzas de Saint Germain, como un Maestro principal Ascendido, y fundaron su propio grupo de adeptos. Ambos o por separado están ligados a los grupos Conferencia Lighthouse y la Iglesia Universal y Triunfante.

Sin embargo, previamente, y por el influjo de la Teosofía y la figura de su fundadora Helena Petrovna Blavatsky, la figura de Saint Germain se difundió en el siglo XIX, y su misma sucesora, Annie Besant, dijo que tuvo un encuentro con Saint Germain, al igual que afirmaron otros miembros destacados de la Teosofía, como Charles Webster Leadbeater. También Alice Bailey, que siendo miembro de esta corriente acabó marchándose para crear su propio grupo de seguidores, afirmó que Saint Germain es el Gran Maestro de la Nueva Era, un avatar que ha descendido al plano físico para enseñarnos la verdad y el sentido, como Jesús de Nazaret.

Algunos ejemplos de sus enseñanzas

Como muestra de la línea esotérica y ejemplo de la ideología de Nueva Era de este redefinido personaje, recogeremos algunos ejemplos de sus mensajes:

(1) Empezaremos con algunos fragmentos de un discurso para el día de Navidad, donde podemos comprobar el fondo cristiano, si bien con una gran mezcla y desviación gnóstica y esotérica [Godfré Ray King y Saint Germain. “The ‘I AM’ Discourses”. Fundación Saint Germain. 1940 (2010).]:

“Qué bello nos parece siempre este día a nosotros en la Conciencia transmitida a la humanidad, representando el nacimiento de la Actividad Crística en toda la humanidad; […] Durante mucho tiempo los individuos han preguntado cómo se obtiene la Conciencia Crística. El primer paso poderoso es el reconocimiento de la “Gran Presencia I AM”, Dios residiendo en ustedes. El segundo paso, es el uso de esa “Presencia I AM”, porque cuando dicen “I AM”, con la comprensión de lo que significa, tienen entonces, y en ese instante, entrado en la Conciencia Crística. Ello no significa que ustedes expresen inmediatamente la plenitud de esa Conciencia Crística, porque ustedes deben primero saber a dónde van, y qué desean hacer, antes de que lo puedan lograr. Todos los Seres Ascendidos han recorrido el mismo sendero, y han usado idéntica aplicación, porque todos los caminos conducen al Gran Sol Central, la Cabeza-Divina. Nuestro Bien-amado Hermano Jesús, realizó una de las mayores bendiciones para la humanidad, no solamente al poner el ejemplo desde su nacimiento y su logro de la Ascensión, sino al dejar el Registro Eterno que permanece Radiante, derramándose Él Mismo a la humanidad. Poco pueden comprender los no ascendidos lo que esto significa para la humanidad. […] El Amor Divino es el Magno Poder Cohesivo que mantiene juntas y en su lugar todas las cosas, y que ese Amor Divino dentro de mí, del cual había comenzado a aprender, me hizo un Imán Invencible para toda cosa sobre la cuál descansaba mi deseo”.

(2) Recogemos algunos fragmentos refiriéndose al proceso de construcción divina en cada ser humano para alcanzar la deificación o construirse cada uno como un dios o un Ascendido [Mark y Elizabeth Clare Prophet y Saint Germain. “La práctica de las Llamas”. Iglesia Universal y Triunfante. 1999.]:

“Yo soy la luz electrónica dentro de cada célula de tu envoltura etérica, en la cual has grabado esas huellas de impureza; y yo ahora estoy expandiendo mi pureza desde el centro de cada célula y átomos de tus cuatro cuerpos inferiores. Yo decreto que la pureza en el centro de cada uno de tus electrones ahora se expanda hasta que todo lo que tenga apariencia de limitación no podrá ya aprisionar tu vida en la discordia, y así las sombras dejarán de ser. […] Jesús nunca proclamó ser el único Hijo de Dios, tal como el cristianismo ortodoxo ha afirmado. Muy al contrario, la misión de Jesús consistía en enseñar a todas las almas de la Tierra a reunirse con su Santo Ser Crístico. Jesús fue el ejemplo de lo que todos podemos llegar a ser. El deseó que todos nosotros camináramos nuestro sendero de Cristeidad personal”.

¿Qué decir?

Pudiera sorprender que algo tan infundado históricamente sea seguido por alguien, si bien la realidad es que este tipo de literatura se vende y se lee como palabras venidas de Dios. Estamos ante un mundo que en muchos de sus miembros vive muy confundido. Por otro lado, hemos de constatar que no toda argumentación racional es capaz de desbaratar las creencias más arbitrarias e insostenibles. Los creyentes cristianos hemos de ofrecer también experiencias y testimonios, junto a los argumentos y las razones.

Además, podemos comprobar que la gente está deseosa de palabras bellas, armonía, paz, bienestar y felicidad luminosa, y en último término, desean ser dioses. Esto es peligroso, pues querer ser dios al margen de Dios es imposible y conduce a mal camino. No se puede lograr, y por eso no podrán alcanzarlo, acabando en la frustración y en el desengaño. Esos momentos han de llevarnos a mostrarles el camino que es Cristo, Verdadero Camino a la Vida, y fuente que sacia la sed de todos los deseos profundos que albergamos como seres humanos.

BIBLIOGRAFÍA

+ John Gordon Melton. “Encyclopedic Handbook of Cults in America”. Routledge. 2014. Pág. 58-67. [https://books.google.es/books?id=EVuhAwAAQBAJ&dq=%22saint+germain%22+cult&hl=es&source=gbs_navlinks_s]
+ Miguel Pastorino. “La Metafísica cristiana: Confusa mezcla gnóstica y esotérica”. Aleteia. 2014.

escrito por Vicente Jara 
(fuente: aleteia.org)

miércoles, 29 de junio de 2016

Cautro razones por las que tu matrimonio necesita un tiempo alejado de tus hijos

Debemos priorizar a nuestra pareja y a nuestro matrimonio antes que a nuestros hijos para cultivar y mantener un buen matrimonio.

Criar hijos es una bendición y un privilegio pero puede tener consecuencias sobre nuestro matrimonio si no somos cuidadosos. Debemos resistir llegar a la situación de poner a nuestro matrimonio en estado de “espera” o en “piloto automático” mientras criamos a nuestros hijos. Simplemente no funciona así y aquí les explico por qué.

Cuando nos dejamos de buscarnos mutuamente durante los años en los que los hijos requieren de mayor atención y cuidado, el romance empieza a morir lentamente. Mi esposo y yo hemos aconsejado parejas que han llegado a este punto y decidieron separarse o divorciarse simplemente porque se "des-enamoraron" el uno del otro. Esto me parte el corazón.

Cuando me siento y escucho estas historias, me doy cuenta que todas estas parejas tienen algo en común. Cada pareja no se tomó un tiempo para sí lejos de sus niños.

No hubo citas. No hubo salidas nocturnas. No se escaparon de la rutina. No se tomaron unas pequeñas vacaciones sin los niños y esto les trajo graves consecuencias a su matrimonio.


Hacer todo lo posible por los hijos

Como padres, queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para cuidar de nuestros pequeños. Convertirlos en nuestra prioridad parece ser lo más valiente, pero NO lo es. El mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos es dejarles ver que sus padres están sanos, felices y comprometidos en un feliz matrimonio que pueden incluso tomar como ejemplo.

Debemos priorizar a nuestra pareja y a nuestro matrimonio antes que a nuestros hijos para cultivar y mantener un buen matrimonio. Podemos hacer esto Y además asegurarnos de que las necesidades de nuestros pequeños sean satisfechas. No se debe decidir entre lo uno o lo otro. Como padres, debemos fomentar la estabilidad emocional y el sentimiento de seguridad en los corazones de nuestros hijos al permitirles ver que sus padres priorizan su matrimonio.

Hay varias maneras en las que podemos fortalecer nuestro matrimonio diariamente, conversando con el otro regularmente, mostrando afecto, oyendo atentamente al otro, dejándose pequeños mensajes cariñosos mutuamente, llevando a los hijos a la cama temprano para tener un tiempo a solas antes de ir a dormir, etc... Pero es extremadamente importante que las parejas se tomen un tiempo lejos de los niños. Aquí les explico por qué:


1.- El tiempo a solas nos permite recordar por qué nos enamoramos el uno del otro en primer lugar

Cuando mi esposo, Dave, y yo tenemos una cita, honestamente no me importa cuán pomposa o elegante sea. Yo sólo quiero pasar un tiempo con él… hablando, riéndonos, recordando viejos tiempos. Intentamos tener una cita una vez a la semana o al menos dos veces al mes. Cuando dejamos que pase más tiempo sin tener este tiempo a solas puedo sentirlo. Me enfoco demasiado en los niños y me resiento un poco con Dave y lo que él hace o no hace, según mi opinión. Hablamos a diario pero es difícil concentrarse en una conversación cuando nuestros 4 pequeños demandan nuestra atención.

Nuestro matrimonio es mucho mejor cuando nos permitimos ser “sólo nosotros” por unas cuantas horas a la semana.


2.- El tener tiempo a solas le envía el mensaje a los niños de que nuestro matrimonio es importante.

Los niños necesitan saber que no son el centro del universo. Puede que esto suene duro, pero conozco muchos adultos que aún esperan que sus padres les provean todas sus necesidades porque trágicamente nunca aprendieron esta lección. No quiero que nosotros cometamos el mismo error.

Los hijos deben saber que mamá y papá quieren tener un tiempo a solas regularmente porque se aman. Cada vez que nosotros salimos o nos tomamos ese tiempecito sólo para nosotros, les estamos enseñando a nuestros hijos que valoramos a nuestra pareja y a nuestro matrimonio.


3.- Necesitamos tiempo para que nuestra relación crezca.

Algunos de ustedes están leyendo este artículo y piensan “¡Suena muy bien!. Nosotros también iríamos a cenar o viajaríamos solos si tuviésemos el tiempo y el dinero pero tenemos otras necesidades que vienen primero”. Amigos, yo también he pensado lo mismo. Lo entiendo. La vida es cara y el día no tiene suficientes horas. Pero por favor escúchenme. ¿No es tu matrimonio lo suficientemente importante como para hacer el sacrificio? Es pero que su respuesta sea un muy sonoro “¡Claro que lo es!”.

Puede que requiera de un poco de creatividad e innovación, de hacer cálculos con el presupuesto, pero les prometo que no se arrepentirán de tomarse ese tiempo lejos de los niños para trabajar en su matrimonio. Es como un respiro de aire fresco para su relación y su familia.


4.- Encontrar el tiempo para pasar tiempo a solas le demuestra a nuestra pareja que nos encanta estar con él/ella.

Mientras más esfuerzo pongamos en pasar tiempo con nuestra pareja, más le demostramos cuánto disfrutamos de su compañía. Tristemente, hay muchas parejas que prefieren no hacer nada para pasar tiempo con su conyugue. Esto no es una casualidad.

Si dejamos de buscarnos mutuamente y dejamos de pasar tiempo juntos, entonces nos convertimos más en compañeros de habitación y no en pareja. Llegamos al punto donde incluso resulta incómodo estar alrededor del otro y nos sentimos inseguros sobre qué decir o qué hacer en su compañía. No dejen que esto suceda amigos.

Debemos luchar por nuestros matrimonios y pasar tiempo de calidad juntos es ESENCIAL para mantener nuestro matrimonio fuerte y saludable.

Adaptación y traducción al español por María Vanegas, 
para PildorasdeFe.net, 
de artículo publicado en: Ashley Willis´s Blog, autor: Ashley Willis

martes, 21 de junio de 2016

¿Sabías que la Biblia sí manda hacer imágenes sagradas?

Quien confunde las abominaciones paganas con las sagradas imágenes tacha la Biblia de contradictoria.

Es frecuente la acusación, en el ámbito de la religión, de que las imágenes significan “idolatría”. Sin embargo, en la propia Biblia encontramos ejemplos de imágenes que nada tienen que ver con los ídolos.

Querubines sobre el Arca de la Alianza (cf. Éxodo 25, 18):

– A la izquierda, las imágenes de los Querubines sobre el Arca de la Alianza, conforme Éxodo 25,18.
– Delante del Arca con las imágenes, el Santo Rey David se regocija y salmodia (2 Sm 6, 5-6)
– Era a través de esas imágenes como Dios hablaba a Moisés (Ex 25,22).

Jesús Crucificado:

– Directamente, Jesús suspendido en su Cruz dando cumplimiento a una “figura bíblica” que hablaba sobre él: la de la imagen de la serpiente de bronce del desierto (Num 21, 8; Jn 3, 14)

De ahí la afirmación de San Pablo: “Conviene que nos gloriemos en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6, 14)


La Biblia manda hacer imágenes

1 – ¿Qué son imágenes? Son, en general, representaciones esculturales de personas de cualquier naturaleza, o de conceptos morales. Por ejemplo, las imágenes de los Querubines, de Moisés, de la Libertad etc.

2 – Y las imágenes sagradas, ¿qué son? Son representaciones de Santos, de Ángeles, de la Virgen María, de Jesús etc.

3 – ¿Quién mandó hacer imágenes? Fue el propio Dios, conforme la Biblia nos enseña. Dios mandó hacer imágenes de querubines (ángeles) para la Arca de la Alianza (Ex 25,18). El Arca de la Alianza con los querubines estaba en el lugar más sagrado del Templo, el “Santo de los Santos”, que, una vez al año el sacerdote asperjaba con la sangre de las víctimas inmoladas a Dios (Hb 9,1 a 7). También Salomón llenó de imágenes el Templo (1 Reyes 6, 23 a 29), y Dios lo aprobó (1 Reyes 8,6 a 11).

4 – ¿Para qué sirven las imágenes? Para recordar a los ángeles, los santos y al propio Dios. Es lo que también enseña la Biblia. En el Libro de los Números, 21, 8, Dios mandó a Moisés hacer y levantar en un poste de madera una serpiente de bronce y dijo que quien la mirase quedaría curado de las mordeduras de las serpientes. Y Jesús se refería a ese hecho como siendo una “figura” de su crucifixión (Jn 3,14). Los falsos creyentes, sin embargo, detestan la Cruz, así como Satán también la detesta. Escuchemos a la Biblia: “Nosotros, por nuestra parte, rezamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1,23).

5 – Entonces ¿era la serpiente la que curaba? No. Era Dios. Pero la imagen de la serpiente sirvió para recordar la ofensa hecha a Dios; sirvió, en suma, para recordar a Dios.

6 – ¿Y la imagen de Cristo en la Cruz? Ella recuerda muchísimo más: recuerda el pecado, la Redención por la Cruz, el amor de Cristo por nosotros. Esta es la cumbre de las imágenes: nos ayuda a pensar en Dios, a ir a Dios.

7 – ¿Para qué más sirven las imágenes? Ellas contribuyen a dar a los lugares de culto un aspecto sagrado e invitan al recogimiento y a la oración (Ex 25,22; 1 Reyes 6,23 a 28). Por eso, los querubines del Arca de la Alianza no eran simples adornos: recordaban la mediación secundaria de los Ángeles (Hb 1,14) e integraban los objetos del culto.
Además de esos casos, la Biblia está llena de “imágenes” y “cuadros” que el Artista Divino “pintó” con letras divinas. Esos cuadros inspiraron a los artistas humanos en sus lindos retablos, esculturas e imágenes. De nuevo respecto de la serpiente de bronce: para que siga siendo símbolo de la Pasión de Cristo, no importa el hecho de que el rey Ezequías la destruyera cerca de cinco siglos después (2 Reyes 18,4). El bastón de Moisés, levantando en un poste por orden de Dios, fue aprobado por Jesús dos mil años después. Conserva todo su valor simbólico, a pesar de haber sido destruida.

8 – Nosotros, católicos, ¿adoramos las imágenes? No. Quien lo afirma no entiende el catolicismo, o miente y actúa contra la Biblia.

9 – Nosotros veneramos las imágenes. ¿Por qué? Porque son representaciones de personas santas y amigas de Dios, o del propio Dios. Y porque inspiran amor a las virtudes y llevan a imitar a las personas santas a las que representan. Por eso, las imágenes sagradas son muy útiles. Nada hay de idolatría en esto. Es semejante a esa, también, la razón por la cual respetamos y veneramos la bandera nacional: ella simboliza la patria e inspira el patriotismo.

10 – ¿Qué es entonces lo que la Biblia condena? La Biblia condena los falsos dioses y sus ídolos, como los “dioses mudos” (Sal 134, 15 a 17) y las “imágenes y esculturas de cosas del cielo, de la tierra y de las aguas” (Ex 20, 3-5). Se trata de los ídolos que los paganos hacían para representar a sus falsos dioses (Rm 1,23). De hecho, los gentiles antiguos adoraban como “dioses del cielo” a ciertos astros (Júpiter, Venus etc.); “de la tierra”, ciertas aves y cuadrúpedos; “de las aguas”, ciertos anfibios y reptiles (Ex 32, 1-6; Rom. 1,23). Para los egipcios, por ejemplo, el cocodrilo era un animal sagrado.
Quien confunde las abominaciones de los gentiles con las sagradas imágenes injuria a la Biblia y la vuelve contradictoria, afirmando una cosa en un lugar y negando esa misma cosa en otro.

11 – Quien está contra las imágenes que la Santa Iglesia venera no está sólo contra la Biblia. Está también contra el sentido común. No podemos siquiera pensar sin formar imágenes en nuestra mente. El uso de imágenes es connatural a nuestra forma de entender la existencia y de comunicarla; es un modo natural de encender el corazón, preservando la imagen de aquellos a quien amamos, como hacemos con los retratos de los padres, hijos, familiares y amigos.

Tomado de “Folhetos Católicos” 
via blog Tradição Católica 
(fuente: aleteia.org)

sábado, 18 de junio de 2016

Padres y abuelos reflejan el amor de Dios Padre

Celebrar el regalo precioso de nuestros padres.

En el mes de junio celebramos a los padres y abuelos, esos hombres valientes y entregados que están llamados a dar la vida por sus esposas e hijos. Los padres son los cimientos donde se forma la imagen del hombre en los hijos, una imagen que debe emular el amor de Dios. Son también fuente de seguridad, protección y guía no solo para los hijos, sino para el matrimonio y la familia. Pero muchas personas no se dan cuenta de la suprema importancia de la presencia y figura del padre en la familia, la iglesia y la sociedad y como consecuencia toman a la ligera su rol central, particularmente en la vida de los hijos. Por ello, lastimosamente el 50% de los niños hispanos en los Estados Unidos nacen o crecen sin la figura de un padre.

Pocos saben que las hijas, en la crucial edad de la adolescencia, miran al padre como imagen del hombre con el que algún día se casarán. Por ello, si se desea que una hija contraiga matrimonio con un hombre recto, trabajador, buen proveedor, temeroso de Dios, íntegro, libre de vicios, valiente, respetuoso y fiel, entonces el padre debe poseer y vivir esas cualidades. También la presencia y compañía del padre es vital en el sano desarrollo de los hijos, pues es en la figura del padre que el hijo desarrolla la imagen de lo que un hombre está llamado a ser.

Por ello, más que llevar la provisión material a casa por medio del trabajo, padres y abuelos deben no solo amar, sino demostrar su amor a los hijos y nietos. Las expresiones abiertas de cariño, los abrazos y aun los besos de un padre marcan para bien el corazón de los hijos. Por ello, no deben hacer caso a las erradas creencias culturales de que un padre no besa o abraza a un hijo varón, o que demostrar afecto es muestra de debilidad o que las muestras de cariño están reservadas para las madres. ¡Nada más lejos de la realidad!

Padres y abuelos están llamados a dar su tiempo y atención a sus hijos, tiempo que debe ser de calidad. Son muchos los que creen que con solo proveer cosas materiales se está siendo un buen padre. Los estudios reflejan que lo que más los hijos anhelan es tener una relación cercana y amorosa con su padre, uno que escuche sus preocupaciones, conteste sus preguntas de vida y le guie con madurez, experiencia, aplomo y valores, por la senda de la vida. Padres, tomen el tiempo de demostrar a sus hijos cuan importantes son en su vida y cuanto les aman.

El legado de vida que deja un padre amoroso, recto, protector y ejemplar es el fundamento para un matrimonio y una familia sana y feliz. Un padre amoroso y responsable deja una huella indeleble en el corazón de los hijos que refleja la imagen de nuestro Padre Dios. Invitamos a los hombres, en especial a los futuros padres, a ser padres amorosos y responsables y a los hijos e hijas, esposas y demás familiares a celebrar el regalo precioso de nuestros padres.

(fuente: www.portumatrimonio.org)
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