2. Un conflicto que se crea en la mujer entre su papel de madre y el papel que desempeña en la destrucción de la vida de su niño no nacido.
3. Una negación de la pena y el luto que una mujer tiene que reconocer y expresar por su hijo abortado.
4. Una condición que debilita tanto física como emocionalmente, y que puede disminuir el funcionamiento y el bienestar de la mujer como individuo, en la sociedad y dentro de su familia.
5. Un conflicto que otros miembros de la familia también experimentan en sus respectivos roles después del aborto.
¿Quién sufre del Síndrome postaborto?
* Cualquiera puede sufrirlo.
* Los hombres y mujeres que han perdido un niño debido a un aborto.
* Los niños y abuelos que han perdido a un hermano o a un nieto a través del aborto.
"Es muy común que las mujeres tengan una reacción tardía a un aborto. Pueden transcurrir de algunas semanas a muchos años antes de que aparezcan síntomas." - Dra. Wanda Franz, Ph.D., Presidenta de la Asociación para la Investigación Interdisciplinaria sobre los Valores y el Cambio en la Sociedad.
¿Cuáles son algunos de los síntomas?
* Negación, ira, culpa.
* Incapacidad de tener relaciones en la sociedad.
* Desespero o depresión.
* Abuso de niños.
* Incapacidad de perdonarse a uno mismo o a otros.
* Pesadillas que se repiten.
* Relaciones rotas.
* Negación de la pena y la aflicción por el niño abortado.
* Pena y aflicción por la pérdida del niño que sienten los padres, los abuelos, los niños, otros miembros de la familia u otras personas.
* Desórdenes en el comer.
* Preocupación por la muerte o en el aniversario del aborto.
* Pensamientos o tendencias suicidas.
"Cuando sostengo al bebé de un amigo, lo sufro todo otra vez. Siento gran tristeza porque el mundo nunca conocerá a los dos hijos que aborté." - Linda Marie.
"Físicamente no tuve problemas con mi aborto, pero emocionalmente viví un infierno que continúa conmigo diariamente." - Terri Fangman.
"Me dijeron que esa era la mejor decisión. Pero no me hablaron sobre el vacío emocional y físico que iba a sentir y que me destruiría para siempre. ¿Qué puedo hacer con el dolor que siento?" - Nereida Ortiz.
Nota: Esta información fue tomada del folleto "¿Cuál es la causa de mi dolor?", con la autorización de la organización que lo publicó Wisconsin Right to Life Education Fund. Puede obtenerlo (en inglés) escribiendo a: 10625 West North Avenue, Milwaukee, WI 53226, U.S.A.; tel.: (414) 778-5780.
Los abortistas reconocen que existe el síndrome postaborto
Después de años de subestimar y hasta negar los efectos adversos del aborto para la mujer, Paternidad Planificada (P.P.), el mayor proveedor de abortos de toda la nación, ha confirmado finalmente la realidad, según sus propios documentos internos. El documento de estrategias "Plan de Tres Años y Programa de Objetivos a Largo Plazo, 1990-1993", cita estudios que no han sido publicados por su organización investigadora afiliada, el Instituto Alan Guttmacher; los cuales confirman la validez de los estudios de los dirigentes Pro vida acerca del Síndrome postaborto (SPA). Dichos estudios habían sido tachados de ridículos anteriormente por los que promueven el aborto.
El documento dice: "Un número de estudios y encuestas de los que se oponen al aborto (incluyendo el Estudio Reardon/WIC y la Encuesta Grant), han mostrado que la incidencia del trauma postaborto para clientes de abortos quirúrgicos, puede llegar a alcanzar hasta un 91% de todos los casos". Continúa el documento: "Algunos reportes recientes del Instituto Alan Guttmacher, que no han sido dados a la publicidad, indican que el alcance del problema puede haber sido correctamente calculado en dichos estudios..." (pg.29)
La respuesta de la Paternidad Planificada a estos estudios es escalofríante. Es una respuesta, desde luego, que va de acuerdo a las normas de la industria del aborto: "El trauma causado a las clientas de abortos quirúrgicos debe de ser disminuído, tanto desde la perspectiva de la salud pública como de la política". (pg.18)
En otras palabras, a la P.P. no le preocupa en absoluto el daño psicológico que el trauma postaborto está causando a las mujeres, sino el daño que causaría políticamente para el movimiento antivida, que el público llegara a conocer el alcance de estos hechos. Aparentemente, este es el motivo por el cual los reportes mencionados continúan sin publicar, mientras que la P.P. trabaja afanosamente para desarrollar una campaña propagandística, que los absuelva de la responsabilidad por los daños que sus ideologías han causado a las mujeres. ("Life Insight", noviembre de 1991.)
Convencidos de que tienen que hacer algo por las mujeres que sufren el Síndrome postaborto, los abortistas han confeccionado sus propios programas para responder a esta necesidad tan real. En Dallas, Texas, la clínica de abortos de la calle Routh, y la cadena nacional "Choice", tuvieron recientemente una reunión para ofrecer a sus clientas su nueva versión del programa de recuperación postaborto. Ellos utilizan ejercicios "bioenergéticos" y de grupo como los que emplea el movimiento de la Nueva Era, incluyendo "visualización de imágenes" y técnicas para "adquirir dominio a través de la ira".
Durante tres años el programa de objetivos para los próximos tres años del Departamento de Educación de la P.P., publicado por dicha organización, indica que la Federación Americana de Paternidad Planificada, tiene agresivos planes para participar en el proyecto de recuperación postaborto "desde una perspectiva diferente". Ellos intentan demostrar que son las protestas de los que se oponen al aborto, las que crean el trauma postaborto a estas mujeres. Además pretenden lanzar un "contra-ataque" para "neutralizar" el impacto de las iniciativas de los dirigentes Pro vida.
Por su parte las proabortistas "Católicas por el Derecho a Decidir" han impreso su propia literatura, incluso también en español, para que la mujer católica que aborta pueda sentirse bien con dicha decisión. En su folleto "No estás sola", denominado por ellas "Reflexiones y liturgias sobre procreación responsable", celebran "la validez de todas las opciones" en lo que concierne al aborto. También alegan que la posición de la Iglesia Católica, que siempre condena el aborto, "no está fundada en la creencia doctrinal de que el feto es una persona"; que "la Iglesia no tiene doctrina establecida al respecto", y que "la Iglesia es algo más que el Papa y los obispos." Añade, que sólo si la mujer cree que el aborto es un pecado, debe pedir la reconciliación sacramental con la Iglesia, lo cual hace a la mujer el árbitro final, de lo que está bien o está mal. También presenta una "liturgia" para ayudar a la mujer a decidir si debe abortar o no, y sugiere oraciones, meditaciones y cantos.
"Tuve todo lo idealmente necesario para pasar por la experiencia de otra forma. Y sin embargo, yo recuerdo que fue muy traumático porque me sentí sola. Sentía que había un nivel existencial profundo donde estaba sola. Y era mi decisión y me pesaba el mundo sobre las espaldas. Entonces yo lo viví duro". (Sylvia Marcos, "Mujeres e Iglesia" de "Católicas por el derecho a Decidir".)
"Reunidas unas cien mujeres comenzamos compartiendo el sentir de las mujeres que deciden realizarse un aborto o ya lo han hecho. Los sentimientos incluían: culpa, temor total, idea de asesinato, soledad, depresión, miedo a quedar estériles, miedo a la muerte, miedo a no ser aceptadas después por los compañeros". (Taller: Mujer, Aborto e Iglesia Católica, IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe).
"He acompañado a muchas mujeres al cuarto de operaciones, sosteniéndolas y sufriendo con ellas, compartiendo su miedo y dolor, sentimientos tan intensos que salía de allí destruida y exhausta. También... he llorado con estas mujeres por esa vida que no pudo llegar a ser". (Frances Kissling, Presidenta, Católicas por el Derecho a Decidir, Boletín "Conscience" de dicha organización, mayo/junio de 1989.)
Es obvio que toda mujer que aborta queda profundamente afectada, aunque no quiera o no pueda reconocerlo. Generalmente puede reaccionar de dos maneras al darse cuenta del error cometido: con arrepentimiento o con negación. Muchas mujeres que defienden y promueven el aborto en realidad lo hacen para tratar de justificar su propia decisión. La ira y el activismo antivida constituyen para ellas un mecanismo de defensa, un modo de no tener que lidiar con sus verdaderos sentimientos. Sin embargo, aquellas que se arrepienten escogen el mejor camino, un camino que al principio es difícil, pero que las llevará eventualmente a la sanación interior. Para ellas hay esperanzas, pues Dios en su infinita misericordia siempre perdona todo pecado por grave que sea, si sólo nos arrepentimos.
Las feministas abortistas y el síndrome postaborto
En 1993, el Movimiento Manuela Ramos y el Population Council publicaron el libro Desde las mujeres. Visiones del aborto. Nexos entre sexualidad, anticoncepción y aborto. La primera de estas dos entidades es un grupo feminista del Perú que está a favor del aborto y de los anticonceptivos; la segunda, es una organización de similar ideología que tiene su sede en Nueva York y que se dedica a promover el control demográfico, sobre todo en países en vías de desarrollo, incluyendo los de América Latina. Las autoras del libro son las feministas Rosario Cardich y Frescia Carrasco.
El propósito de este libro, tal y como se afirma en la Introducción, es "entender el sentido que tiene este hecho [el aborto] para las mujeres que abortaron, el lugar que ocupa en su biografía, en su percepción de sí mismas". Desde las mujeres se hace eco, según se lee en la Presentación, del "Programa Regional de Salud Reproductiva de The Population Council [el cual] ha estado comprometido, desde sus inicios en 1988, con la investigación sobre el aborto". Como en el Perú el aborto es ilegal, la investigación se ha basado en el aborto clandestino y el impacto que éste ha tenido en sus usuarias. Concretamente, las autoras plasman en esta obra el resultado de sus investigaciones con mujeres que abortaron clandestinamente en Lima, la capital peruana, donde "se estima...una tasa de abortos de 221 por cada mil nacimientos vivos" (p. 9) y que han experimentado dificultades después del aborto que se hicieron practicar.
El método básico de investigación consistió en entrevistar "a 50 mujeres que abortaron voluntariamente en servicios médicos privados en el período de un año previo a la entrevista. Las entrevistas fuerto hasta cierto punto estructuradas, y se desarrollaron teniendo una guía de preguntas que cubrían aspectos tales como sus relaciones de pareja, percepción de sí misma, del embarazo, de la maternidad, del aborto en general; la explicación o justificación del aborto" (p. 11).
De las 50 mujeres entrevistadas, la más joven tenía 17 años y la mayor 46 (p. 17). "Una gran mayoría, 41 mujeres, se consideran católicas (82%), aun cuando muchas remarcaron el hecho de no ser practicantes" (íbid.).
Lo curioso es que estas autoras, ambas feministas y psicólogas (p. 14), admiten que las dificultades que han experimentado estas mujeres a raíz del aborto, se deben, no sólo al hecho de que éste les fue practicado en la clandestinidad, sino también "a la complejidad ética de la decisión de interrumpir una nueva vida" (p. 11, el énfasis es nuestro). He aquí entonces la primera admisión: el aborto es la interrupción de una nueva vida y esa interrupción comporta una "complejidad ética". Cierto, no llegan a confesar con claridad que la interrupción de una vida no comporta ninguna "complejidad" para la moral; sino que es sencillamente un acto gravemente inmoral. Pero es de gran interés el hecho de que dos feministas a favor del aborto reconozcan, no sólo que el aborto destruye una vida, sino que también y por esa misma razón no es ajeno a la dimensión moral.
Sin embargo, lo más impactante del libro son precisamente los testimonios de las entrevistadas. Dos cosas resaltan por su significatividad y por ser normalmente inadmisibles para las feministas a favor del aborto: (1) que el aborto voluntario sí tiene una secuela de efectos psicológicos negativos en la mujer que aborta, dicha secuela se conoce con el nombre de síndrome postaborto y (2) que existe una conexión entre la anticoncepción y el aborto. Aquí nos vamos a limitar al primero de estos dos puntos. En la conexión entre la anticoncepción y el aborto, dedicaremos la atención al segundo.
Angélica, una de las entrevistadas, confiesa lo siguiente: "Durante la intervención [el aborto] me puse a llamar a mi mamá --mi mamá está muerta, pero yo le hablaba... El aborto nos ha creado conflictos [entre mi esposo y yo] en estos momentos, por más que ahora tengamos mejores expectativas económicas y que además tengamos un hijo, tenemos conflictos, más conflictos... Como mamá que soy, siento que he cortado la vida de quien pudo ser; he cortado la vida de alguien que podría haber sido" (pp. 21-22).
Amanda da el siguiente testimonio: "Yo lo pensé bien, no lo he tomado así a la ligera, pero ahora, después del aborto, me he sentido mal: me sentí culpable, con mi conciencia sucia porque yo sé que es pecado... Yo me he puesto a pensar que --aunque sea muy chiquito-- ya es un ser humano... He salido del problema, pero me he quedado con ese peso" (pp. 36-37).
Jimena, una joven de 22 años que estudia en la universidad y vive con su madre en un barrio acomodado, cuenta el siguiente testimonio: "Fue una situación sumamente difícil; cuando tomé la decisión fue un conflicto inmenso, porque iba en contra de mis valores... Eso es lo que me deprime, es algo raro, porque en el aborto está presente el valor de la vida...porque es negación de una vida... De repente yo me he quitado el obstáculo de mi camino, pero voy a cargar con mi estorbo toda la vida" (pp. 91-92).
Olinda, una joven mormona de 21 años que tiene una hija y vive con sus padres en un barrio popular periférico, cuenta lo siguiente: "Hasta mi mamá me dijo que era malo lo que había hecho. Yo creo que el aborto es quitarle la vida a un ser humano, porque él no tiene la culpa de nada, él no me pidió venir aquí" (p. 92).
(fuente: www.vidahumana.org)
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