Parece que hablar del demonio es cosa del pasado. Suena a novela medieval, con brujos, calderos, pócimas y cuevas oscuras. Sin embargo, vemos en el mundo claramente la acción del demonio que se refleja en cosas terriblemente malas, espirituales algunas y muchas otras físicas.
Tal vez uno de los mayores triunfos del demonio ha sido hacer creer a muchos hombres que no existe: de esta manera le dejan el camino libre para su acción al no estar atentos para detenerlo.
El Catecismo de la Iglesia Católica, hablando del pecado original nos recuerda que detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla la serpiente, una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte.
La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven simbolizado en la serpiente a un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios con una naturaleza buena, pero que se hizo malo por la elección libre de rechazar radical e irrevocablemente a Dios y su Reino.
Su pecado no se puede perdonar, ya que al ser un ser espiritual, sus decisiones son irrevocables. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte". [San Juan Damasceno]
Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (I Jn 3,8), "padre de la mentira". (Jn 8,44)
La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquél a quien Jesús llama "homicida desde el principio" (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre. "El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3,8). La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.
El demonio ronda por todo el mundo como un animal herido, tratando de usar todo su poder angelical que recibió de Dios cuando todavía no se había alejado de Él para sembrar la mentira. Es hábil e inteligente, pues conoce bien a los hombres. Sabe atraerles hacia el mal, pues es la única satisfacción que encuentra en la eterna derrota de su lucha contra Dios. Ese es el demonio. Satanás. El padre de la mentira. El tentador.
Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero sólo criatura: puede tentarnos, invitarnos, seducirnos, pero no puede obligarnos a actuar de determinada manera. Su poder no es comparable con el poder infinito de Dios.
El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman". (Rm 8,28)
Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo.
Autor: Luis Rojas
(fuente: Catholic.net)
3 comentarios:
Hola, soy Satanas, el demonio. Interesante artículo, pero se te olvida que también trabajo de otra forma, atacando a los confiados que piensan que por ir a misa y estar bautizados ya se han salvado. Sin ir mas lejos, actuo también en forma de mal, tentando a curas pedrastas, cegando a políticos católicos que imponen una moralidad cristiana, anulando el libre al bedrio que dios les dió a los hombres (esta forma de ironia del mal es mi favorita). También actuo en forma de falsa salvación, viendo como empresarios ricos despiden a trabajadores para amasar mas fortuna, mientras luego van a misa confiados. Jajajaja, actuo de muchas mas formas de las que imaginais. Un saludo, atentamente El Diablo.
Hola Satanás
Tenés razón en lo que decís... pero te quedaste corto.
En realidad, son muchas más las formas que tenés para atacar y hacer de ciertos humanos presas más que fáciles:
- aquellos que endiosan a la razón humana y niegan todo sentido de trascendencia,
- aquellos que con el pretexto de imponer un "Estado Laico" no hacen más que eliminar la libertad religiosa,
- aquellos que optan por la mediocridad de no trabajar por el Reino de Dios y se paran en las puertas de un templo católico para señalar las miserias de todos los que entran a Misa y hasta se animan a participar en algún grupo apostólico.
- por último, te olvidaste de nombrar a tu pecado favorito: LA SOBERBIA. Con ese pecado, son muchos los que se creen como dioses y desde ahí juzgan a los demás, omitiendo mirarse a si mismos.
Realmente sos muy astuto... pero reconocé que la estupidez humana te facilita la faena.
Mas bien creo que la soberbia, es creerse más que Dios (por eso los ángeles caídos, hoy demonios), creerse omnipotente y poder prescindir de Él, creer que sólos podemos, que Él no nos hace falta. Y también actúa haciendo creer que él y el Infierno no existen.
Por lo demás, excelente respuesta a satanás.
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