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lunes, 28 de junio de 2010

Para entender el celibato sacerdotal, 10 ideas básicas

1) Jesucristo fue célibe. Este es el dato fundamental. Por esto el celibato da a quien lo vive una mayor configuración con Cristo.

2) La Sagrada Escritura enseña que: Jesús exigió a los Apóstoles dejar todas las cosas (incluidos esposa e hijos a los que los tenían, como es el caso de Pedro).

Lc 5,10-11: Entonces Jesús le dijo a Simón: "No temas; desde ahora serán hombres los que pescarás."
Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron.

 Es un don que Dios otorga a algunos fieles:

Mateo 19,10-12: Le dicen los discípulos:
—Si esa es la condición del hombre con respecto a su mujer, mejor es no casarse.
—No todos son capaces de entender esta doctrina –les respondió él–, sino aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre; también hay eunucos que han quedado así por obra de los hombres; y los hay que se han hecho eunucos a sí mismos por el Reino de los Cielos.

 Supone un anticipo de lo que todos vivirán en el cielo:

Mc 12,24-25: —¿No estáis equivocados precisamente por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán ni ellas ni ellos, sino que serán como los  xángeles en el cielo.

 San Pablo lo defiende encendidamente:

■ 1 Cor 7, 1-7: "En cuanto a lo que me habéis escrito, más le vale al hombre no tocar a una mujer; pero ante el peligro de fornicación, que cada uno tenga su mujer y cada una su marido. Que el marido cumpla su deber conyugal con la mujer; y lo mismo la mujer con el marido. La mujer no es dueña de su propio cuerpo, sino el marido; del mismo modo, el marido no es dueño de su propio cuerpo, sino la mujer. No privéis al otro de lo que es suyo, a no ser de mutuo acuerdo, durante algún tiempo, para dedicaros a la oración; y de nuevo volved a vivir como antes, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia. Esto lo digo como condescendencia, no como mandato. Me gustaría que todos los hombres fuesen como yo; pero cada cual tiene de Dios su propio don, uno de una manera, otro de otra. Pero a los no casados y a las viudas les digo que más les vale permanecer como yo. Y si no pueden guardar continencia, que se casen; mejor es casarse que abrasarse."

■ 1 Cor 7, 25-35: "En cuanto a la virginidad, no tengo precepto del Señor, pero doy un consejo, como quien por la misericordia del Señor merece confianza. Así pues, considero que, por la presente necesidad, más le vale al hombre permanecer como está. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿No estás unido a una mujer? No busques mujer. Si te casas, no pecas, y si una virgen se casa, no peca. Sin embargo, así tendrán la tribulación en la carne, que yo querría evitaros. Hermanos, os digo esto: el tiempo es corto. Por tanto, en lo que queda, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa. Os quiero libres de preocupaciones. El que no está casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; el casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, y está dividido. La mujer no casada y la virgen se preocupan de las cosas del Señor, para ser santas en el cuerpo y en el espíritu; la casada, sin embargo, se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto sólo para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino en atención a lo que es más noble y al trato con el Señor, sin otras distracciones."

3) El sacerdote se entrega a la Iglesia como un marido a su mujer. Se entrega del todo y para siempre, con una entrega que tiene connotaciones esponsalicias.

Da la vida entera: el celibato es un acto positivo, de entregar la propia vida: no es mera soltería (no casarse). Tiene sentido en el misterio cristiano: en un contexto de entrega por amor. No entra dentro de esquemas de poder y de placer, de manera que desde perspectivas mundanas -y en esto coincidimos con quien lo mire desde esa perspectiva- es inentendible.
Entra en perspectivas de servicio y entrega a Dios a los demás (la Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, podrían haber sido muy buenos esposos o padres de familia, pero no hubieran sido lo que fueron).

4) Tiene también sentido de disponibilidad: el sacerdote recibe un ministerio que quiere servir a todos, con una disponibilidad total. La apertura a todos se vería limitada si tiene que atender a su mujer e hijos (este debería ser su primer deber).

5) El celibato de los sacerdotes no es una cuestión de fe. Es una cuestión disciplinar. De manera que teóricamente podría cambiarse sin alterar la fe. Ahora bien, son tantos los bienes del celibato para la Iglesia, que se puede afirmar que su práctica unida al sacerdocio no es ajena a la inspiración del Espíritu Santo, que conveniente conservar este tesoro de la Iglesia, y que no parece que vaya a cambiar.

6) Su relación con el sacerdocio. Ser sacerdote no es un derecho: es un servicio al cual la Iglesia llama a alguno de sus fieles. La Iglesia en el rito latino llama al ministerio del sacerdocio de entre los fieles que han recibido el don del celibato: es decir que para ser candidato al sacerdocio hay que haber recibido este don.

7) El celibato se vive en libertad: la Iglesia no lo exige a nadie. Al punto que enseña que el matrimonio es un derecho. Este es un punto muy importante: nadie vive el celibato forzado, sino por su libre elección.

8) Para los católicos es un dogma de fe (es decir, de las cosas que estamos obligados a creer) la superioridad del estado de virginidad sobre el matrimonio. Esto no significa que las personas célibes sean mejores que los casados o que sean más santos. Significa que el estado, en sí mismo, es superior. La santidad de la persona depende de la correspondencia personal a la gracia recibida.

9) La superioridad del celibato no supone rechazo ni minusvaloración del matrimonio. ¡Es un sacramento! (cosa que el celibato no es). Que el celibato sea más perfecto, no quita valor al matrimonio. El celibato es la entrega a Dios de algo grande (el matrimonio), si éste fuera algo malo o poco valioso, poco valor tendría la renuncia al mismo por amor a Dios. Cuanto mayor estima se tenga por el matrimonio, más se valorará el celibato. De aquí que la cultura moderna —que no valora el matrimonio (muchos no quieren casarse; si se casan ven el divorcio como un derecho...)— difícilmente pueda valorar el celibato.


10) La complementariedad del varón y la mujer no implica que la persona humana sea incompleta y que se “complete” en el matrimonio. Afirmar esto supondría negar la perfección de la humanidad de Cristo y supondría también una cierta obligatoriedad del matrimonio para alcanzar la plenitud humana.

escrito por Eduardo María Volpacchio
(fuente: http://www.algunasrespuestas.com/)

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