Desgraciadamente, hoy más del cincuenta por ciento de los matrimonios, fracasan y se separan. Es la media de la sociedad actual, sin que se libre del flagelo ninguna religión, estado económico, social, profesional o intelectual. Los que se casan por segunda vez, vuelven a tener el mismo porcentaje de separaciones. No han aprendido a prepararse, desde el noviazgo, para el matrimonio y a vivirlo como debe ser, con entrega, amor y un gran respeto hacia la otra persona.
Analice con sinceridad, cuantas banderas rojas tiene su matrimonio. Si tiene una sola, su matrimonio se ha convertido en los de alto riesgo de divorcio. Si tiene más de una bandera roja, Vd. mismo se puede contestar. Y si encuentra alguna bandera roja, que añadir a esta lista, por favor no deje de comunicármela.
16 banderas rojas, por orden alfabético:
1.Administración. Cuando hay una mala administración de los ingresos y los gastos familiares, sin presupuesto ni control, que originen un endeudamiento o derroche excesivo para la familia.
2.Amistades. Cuando se fomentan malsanas amistades del otros sexo, incumpliendo el compromiso de fidelidad voluntariamente aceptado al casarse.
3.Cambios. Cuando piensan y dicen que, es el otro el que debe cambiar.
4.Comunicación. Falta de comunicación entre ellos, para comentar los posibles problemas, y estar al corriente de las actividades de cada uno y de la vida que les rodea.
5.Dejadez. Cuando empieza una continua dejadez física y mental, engordando desmesuradamente, descuidando la imagen en las ropas, en el orden de la casa, pasando ampliamente de lo que ocurre a su alrededor, que esté relacionado con su persona.
6.Dinero. Cuando tienen economías separadas, ocultas, sin informar de los gastos e ingresos personales y viviendo un ritmo de vida económica, superior a las que debería llevar como familia.
7.Gastos. Excesivo gastos en atenciones personales en el vestir, embellecerse, alternar con amigos, compra de caprichos, juegos, etc.
8.Hijos. Obsesión por tener hijos cuando médicamente han demostrado el grave riesgo, debido a la edad, situación física o de salud. Achancando a la otra persona, su mala voluntad o imposibilidad de tener hijos.
9.Impedimentos. Cuando se impide a la otra persona o a la pareja, que fomente su crecimiento personal en materia religiosa, profesional o social
10.Maltratos. Cuando se maltrata o abusa con palabras, hechos, emociones o físicamente, a la pareja o familia, para dominarla y subyugarla.
11.Matrimonios interraciales, interculturales o intersociales. Cuando no quieren dejar de realizar las costumbres que dañan o enfrían, las relaciones matrimoniales y no existe un deseo de acoplarse uno al otro, dejando a un lado las costumbres que no sumen al matrimonio.
12.Noviazgo. No cumplir con los objetivos y promesas que pactaron en el noviazgo.
13.Obsesiones. Cuando existe una obsesión por llegar a posiciones económicas o sociales inalcanzables, y continuamente se le achaca a la otra persona que, por su culpa, no llegan a alcanzarlas.
14.Tiempo. Cuando el marido o la esposa, pasan mucho tiempo fuera de la casa, alejados de sus obligaciones familiares, dedicándose a otras actividades no prioritarias como: Asistir a reuniones religiosas, salir frecuentemente con amigos, practicar deportes que le lleven mucho tiempo, visitas a la familia, abandonando la propia, etc.
15.Ultima alternativa. Se casaron únicamente por egoísmo mutuo o individual, por deseos de compañía o por egoísmo personal. El amor mutuo y la entrega incondicional, quedaron en segundo lugar.
16.Vida en común. Cuando alguno de los dos, o los dos, hacen su propia vida independiente, sin importarle la vida que realiza su pareja. Solamente regresan a la casa, para comer, dormir y poco más.
17.Yo. Cuando el Yo es superior al Tu o al Nosotros y las acciones que toman los esposos están presididas por el que Yo soy antes que nada. Primero Yo, es egoísmo puro y egocentrismo, incompatible con el Tu, que es amor, entrega y sacrificio.
Los siguientes artículos ya publicados, le complementarán lo anterior.
Desde la cima de la montaña de la edad y la experiencia matrimonial, se va viendo subir a esa montana, que es la propia vida, a los novios y posteriormente a los matrimonios, en su intento de llegar a la meta de vivir en unión con amor, entrega, respeto y en buena armonía con la persona deseada. Desgraciadamente se puede observar, en muchos casos, como incluso personas con buena voluntad toman acciones, conscientemente o inconcientemente, que llevan a convertir a sus matrimonios en bombas de relojería. Y no será porque no reciben avisos de peligro.
Casi siempre se ven venir las consecuencias, que la mayoría de las veces tienen finales previsibles e irreversibles, debido a que no son puestos en práctica, los principios que deben regir la convivencia matrimonial.
Si el noviazgo no sirve de una buena preparación, cuando llegan al matrimonio cada uno quiere hacer lo que le interesa, sin acordarse de lo que se prometieron en el noviazgo. No vale que defiendan su postura, de que no se involucran en la vida familiar, porque se dedican a ejercitar largos viajes profesionales, lo que llaman obras piadosas, prácticas deportivas que aunque sean buenos para la salud, roban el tiempo que le corresponde a la familia, al esparcimiento social o a que estén fomentando la amistad, que siempre han tenido con sus amigos. La cuestión es que no llevan una vida matrimonial de convivencia continua. Cuando cada uno hace lo que quiere, aunque exhiba las justificaciones que quiera, ese matrimonio lo convierten en matrimonio de alto riesgo.
Se ve inmediatamente cuando los signos externos afloran, en los hechos de falta de comunicación, separación continua y frecuentes discrepancias.
La falta de realidad de algunas personas, que les induce a llevar vidas como si no hubieran formado una familia y continúan haciendo, lo que les parece conveniente para satisfacer sus deseos personales, alegando que esa era su rutina anteriormente y porque no la van a seguir realizando.
Cuando los matrimonios no se han preparado durante el noviazgo, para asumir las ventajas e inconvenientes de la vida matrimonial, llegan a situaciones de riesgo de ruptura. Tiene que haber un cambio sustancial en las relaciones, entre las dos personas, entre ellos y con la sociedad. Las obligaciones y derechos, son diferentes a partir del matrimonio.
Normalmente el matrimonio se rompe, por parte de la persona que no cumple las normas elementales de convivencia y es la persona que las cumple la que tiene que decir ¡Basta ya! ¡Hasta aquí hemos llegado!
Es muy triste ver, cuando se rompe un matrimonio y el que lo rompe es, además, la persona causante de los problemas. La otra persona ha estado aguantando todo su mal comportamiento, con la espera del cambio, para que al final, sea la otra persona, la que lo rompa.
Siempre recomiendo a los matrimonios, principalmente a las esposas que son madres, que tomen medidas preventivas, para que si ocurre una separación matrimonial, puedan seguir viviendo con normalidad y manteniendo a los hijos, que se queden a vivir con ella.
También habrá leído que para evitar la criminal dependencia, que sufren algunas esposas, tolerando las maldades de la pareja, deben educarse ellas mismas, pensando siempre que tienen que tener una rueda de repuesto, bien sea con formación profesional, ahorros económicos, acuerdos prematrimoniales, etc. Repase los artículos del Blog, ahí encontrará consejos prácticos para hacerlo.
Esta rueda de repuesto, es para poder decir cuando sea necesario !Basta ya! ¡Me voy y me llevo a los hijos!. ¡Para mi empezará un Calvario, pero tu desgraciado, vas a podrirte en la cárcel. Es cierto que en el matrimonio, se comprometieron a vivir el resto de su vida con la persona amada, pero también es cierto, que no deben permitir que su vida y la de los hijos, la conviertan en un infierno. Separarse es totalmente diferente a volver a contraer matrimonio.
El católico, desaprueba totalmente el divorcio, pero creo que Dios no quiere mártires, de hijos y madres o padres indefensos y maltratados. La separación por causas justificadas, no quiere decir que tenga que casarse posteriormente. Todas las personas cuando llega el caso de la separación, sufren por que no quisieron, no supieron o no pudieron poner sus condiciones, en el momento de casarse, además de haber instalado un sistema de advertencia y modificación de rumbo, en cuanto lleguen algunas de las banderas rojas indicadas anteriormente. En cada caso especifico, consúltelo con un sacerdote, el que le dará muy buenos consejos.
El matrimonio, humanamente es comparable, con un viaje en automóvil. Hay que llevar, entre otras cosas, un plan alternativo, por si la carretera está cortada, si se pincha una rueda o si se rompe el motor. La aventura sobre el resultado de un matrimonio, que siempre debe verse venir durante el noviazgo, no se puede hacer al azar, buscando soluciones, cuando vayan surgiendo los problemas, siempre hay que adelantarse para que no sucedan.
Las soluciones dependerán del concepto que tuvieron y tienen, de lo que es su matrimonio, si es una unión para toda la vida o si es una unión mientras vaya bien y luego “ya veremos”. En cada caso, las soluciones que tienen que tomar los esposos, son totalmente diferentes.
La solución en el primer caso será para toda la vida y en el segundo caso será, mientras arreglan los papeles del divorcio.
Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com
(fuente: catholic.net)
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