Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. "Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala." Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos.
Palabra de Dios.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Probablemente este hermoso relato del milagro que Nuestro Señor hizo en las Bodas de Canaá lo hemos leído varias veces en distintas oportunidades de nuestras vidas.
Propongo en esta ocasión centrar nuestra mirada en María, Nuestra Madre Celestial. Podemos meditar acerca del papel importantísimo de Ella en la redención de la humanidad entera como Gran Intercesora y Abogada Nuestra que es.
En este pasaje bíblico vemos cómo Jesús reconoce que no tenía pensado realizar un milagro en aquella ocasión pero accede al pedido de su Madre quien se mostró atenta a las necesidades de aquellos jóvenes esposos. Por obra de María, Dios se manifiesta.
Dejemos bien en claro que la Iglesia Católica enseña que María no es una diosa ni es Dios. El amor que le profesamos los católicos no "compite" con el amor que le debemos a Dios: todo lo contrario, amarla a Ella complace a Nuestro Señor porque María es su criatura predilecta. En otras palabras, los católicos no adoramos a María ni a los santos, solo adoramos a Dios...
María intercede por nosotros ante Dios. Constantemente ora por todos y cada uno de sus hijos ante el Todopoderoso. A través de sus presencias milagrosas en lugares santos como Fátima, Guadalupe o Lourdes, nos invita siempre a acercarnos a Dios, a dejarnos amar por Él y, como aconsejó a aquellos sirvientes de la Boda de Canaá, María nos dice siempre que hagamos lo que Él nos diga.
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