"Se trata de un compromiso -ha asegurado en una entrevista al Osservatore Romano el cardenal presidente del dicasterio, Paul Josef Cordes- que proseguirá incluso cuando todo haya terminado. La Iglesia permanecerá al lado de las personas también cuando su sufrimiento no sea ya noticia, y nadie corra para prestar ayuda". Diez días después del fortísimo seísmo que ha destruido Haití y ha diezmado al pueblo haitiano, “la situación permanece trágica, las emergencia son muchas”, dice el purpurado.
“El número de muertos continúa aumentando, incluso entre nuestros sacerdotes. Unos 30 seminaristas prosiguen todavía hoy desaparecidos. Miles de cuerpos están siendo sepultados en fosas comunes. Entre las ruinas aún se rescatan personas vivas que han permanecido sepultadas días enteros”. “Personalmente -ha declarado el cardenal Cordes-, he quedado muy impresionado por las declaraciones de una superviviente que ha dicho que ha rezado durante horas bajo los escombros para que Dios le salvara la vida, ya que es hija única y quería evitar el dolor a sus padres”.
Por lo que se refiere a las emergencias, el presidente del Pontificio Consejo Cor Unum ha afirmado que después de los iniciales problemas de coordinación en la distribución de ayudas, ahora se han normalizado las entregas de agua, comida y medicinas. Sin embargo, todavía existen muchas vidas que hay que salvar, enfermedades que evitar y sobre todo ayudar al pueblo haitiano a que construya el futuro con esperanza.
Después del llamamiento de Benedicto XVI tras la catástrofe, señala el purpurado, la movilización y la respuesta han sido inmediatas y prosiguen infatigables. Se han movilizado iglesias locales lejanas como algunas en Rusia, Taiwán o Corea, organizaciones eclesiales como Caritas, la Orden de Malta, la Conferencia de san Vicente de Paúl, la Cross International Catholic Outreach, o el Jesuit Relief Services, solo por citar algunas, que han enviado personal a Haití y han prestado asistencia concreta, explica el cardenal Cordes.
El Pontificio Consejo en contacto cotidiano con el Catholic Relief Services, tiene 300 personas coordinando las ayudas a los damnificados. Las reuniones con los obispos locales y con distintas agencias caritativas católicas son constantes para mantener puesta al día la situación y actuar de manera ordenada y puntual, dice el cardenal.
También el nuncio está en contacto directo con la población y baja a la calle a menudo para llevar a la gente el consuelo del Papa, una palabra de esperanza. “Nos mantiene informados constantemente. Hay necesidad de todo –dice-, de una infinidad de cosas esenciales: agua, radio para comunicar, ambulancias. El nuncio nos sugiere que las ayudas recogidas por Cor Unum sean utilizadas para comprar medicinas, agua y alimentos. Pero sobre todo nos informa que hay necesidad de restituir esperanza a la gente, y para ello, todos debemos rezar.
(fuente: http://www.oecumene.radiovaticana.org/)
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