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jueves, 29 de abril de 2010

Para orar cuando necesites perdonar

"Sea cual sea su agravio, no guardes rencor al prójimo, y no actúes guiado por un arrebato de violencia" (Eclesiástico 10, 6)


PALABRA DE DIOS

Jesús perdona desde la cruz

“Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron ahí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.».” (Lucas 23, 33-34)



Perdón de las ofensas

→ “Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»”



Con la misma vara con que midas, serás medido


→ “«Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: `Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.´ Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: `Paga lo que debes.´ Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: `Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.´ Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: `Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?´ Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»” (Mateo 18, 21-35)


→“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; porque con la medida con que midáis se os medirá”. (Lucas 6, 36-38)


El verdadero culto a Dios


→ “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.” (Mateo 5, 23-24)

→ "Perdona la ofensa a tu prójimo, y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados." (Eclesiástico 28, 2)


→ “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros.” (Colosenses 3, 12-13)


→ “Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.” (Primera Carta San Juan 4, 20)



En el Padre nuestro rezamos:

→ “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.” (Mateo 6, 12-13)


Después de enseñar el Padre nuestro a sus discípulos Jesús advirtió:


→ “Si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.” (Mateo 6, 4-15)


ORACIONES

La Gracia de la Humildad

Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed insaciable de estima, esta apremiante necesidad de que todos me quieran. Mi corazón está amasado de delirios imposibles.
Necesito redención. Misericordia, Dios mío. No acierto a perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad, mi Señor, manso y humilde de corazón.
No sé de dónde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, eliminar al rival, dar curso a la venganza. Hago lo que no quiero.
Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.
Gruesas cadenas amarran mi corazón: este corazón echa raíces, sujeta y apropia cuanto soy y hago, y cuanto me rodea. Y de esas apropiaciones me nace tanto susto y tanto miedo, ¡infeliz de mí, propietario de mí mismo! ¿Quién romperá mis cadenas? ¡Tú gracia, mi señor, pobre y humilde.
¡Dame la gracia de la humildad...!
La gracia de perdonar de corazón. La gracia de aceptar la crítica y la contradicción, ó al menos de dudar de mí mismo cuando me corrijan. Dame la gracia de hacer tranquilamente la autocrítica.
La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias; de sentirme verdaderamente feliz en el silencio y el anonimato; de no fomentar autosatisfacción de los sentimientos, palabras y hechos.
Abre, Señor, espacios libres dentro de mí para que los puedas ocupar Tú y mis hermanos.
En fin, mi Señor Jesucristo; dame la gracia de ir adquiriendo paulatinamente un corazón desprendido y vacío como el tuyo; un corazón manso, paciente y benigno. Cristo Jesús, manso y humilde de corazón,
haz mi corazón semejante al tuyo.
Amén.

(escrita por el Padre Ignacio Larrañaga)


Instrumento de tu paz

Señor, haznos instrumentos de tu paz,
Donde haya odio, pongamos amor.
Donde haya ofensa, pongamos perdón.
Donde haya discordia, pongamos unión.
Donde haya error, pongamos verdad.
Donde haya desesperación, pongamos esperanza.
Donde haya tristeza, pongamos alegría.
Haz, Señor,
que busquemos consolar, no ser consolados;
compadecer, no ser compadecidos;
amar, no ser amados.
Porque,
es olvidándose como uno se encuentra;
es perdonando como uno es perdonado;
es dando como uno recibe;
es muriendo como uno resucita a la vida.
San Francisco De Asís



TESTIMONIO DE LOS SANTOS

“El comienzo de las obras buenas es la confesión de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la luz.” (San Agustín)

(fuente: catholic.net)

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