¿La cargaríamos siempre en la catera, en el maletín, en el cinturón o en el bolsillo de un saco o un pantalón?
¿La revisaríamos varias veces al día?
¿Seríamos capaces de devolvernos si nos dimos cuenta de que al salir nos la dejamos en algún lugar?
¿La usaríamos para enviar mensajes a nuestros amigos?
¿La trataríamos como si no pudiéramos vivir sin ella?
¿La daríamos como regalo a nuestros hijos por su seguridad y para estar mejor comunicados con ellos?
¿La llevaríamos en un viaje en caso de necesitar ayuda y auxilio?
A diferencia del teléfono celular, la Biblia no se queda sin señal ni batería de carga.
A diferencia del teléfono celular, con la Biblia nunca se corta la comunicación.
A diferencia del teléfono celular, con la Biblia no precisamos preocuparnos por el crédito disponible porque Jesús ya pagó toda la cuenta y, por lo tanto, los créditos no tienen fin.
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