Por Dale O'Leary
Al preparar nuestras respuestas, es necesario distinguir entre los argumentos que utilizan las personas con atracción hacia el mismo sexo (SSA: same sex atracttion) y las razones por las que la gente corriente apoya la redefinición del matrimonio. No vamos a cambiar las mentes de los activistas gays; nuestra meta es tratar a los que simpatizan con las demandas de los activistas haciéndoles ver que redefinir el matrimonio:
* va a causar un daño real a las familias y a los niños
* no va a resolver los problemas de las personas homosexuales
Una forma de hacerlo es poner al descubierto las motivaciones de los que piden la redefinición del matrimonio. Son gentes profundamente heridas que tratan de cambiar la sociedad porque tienen miedo a ocuparse de sus propios problemas.
En la mayoría de los casos, se puede hallar el origen de la homosexualidad de un adulto en el hecho de haberse sentido "diferente" de su progenitor o de sus compañeros del mismo sexo, desde su primera infancia. Cuando eran niños, se sintieron rechazados, pero ocultaron su enfado. Continúan airados -especialmente con las imágenes de padre-y reclaman la aceptación que se les denegó, pero la exigen en sus propios términos. No quieren perdonar. Proyectan su propia rabia en nosotros.
Los homosexuales tienen mucha más probabilidad de sufrir alteraciones psíquicas, abuso de drogas, y adicción sexual que la población corriente. Sus amigos no dejan de ver sus problemas. El reconocer la vulnerabilidad de las personas homosexuales puede ser una de las razones de que haya tanta gente que simpatiza con la demanda de redefinición del matrimonio. Hemos de reconducir esa simpatía, hacia la prevención y el tratamiento. La redefinición del matrimonio no resolverá los problemas internos de las personas homosexuales, sino que los bloqueará en actitudes rígidas y negará a los niños con riesgo de homosexualidad la ayuda que necesitan. Los medios de comunicación han ocultado constantemente la verdad de la homosexualidad. La mayor parte de la gente, incluyendo a muchos que se oponen a la redefinición del matrimonio, se creen al menos algunas de las mentiras acerca de la homosexualidad y ello influye en el debate. Necesitamos presentar continuamente la verdad acerca de la homosexualidad:
→ No existe un "gen gay"
→ La homosexualidad es una alteración del desarrollo psicológico que se origina en las experiencias de la primera infancia. El síntoma más temprano y común es el sentirse "diferente" del progenitor y de los compañeros del mismo sexo.
→ Los niños con GID (alteración de la identidad de sexo: Gender Identity Disorder) están en situación de alto riesgo de homosexualidad en la posterior infancia y en la adolescencia.
→ La homosexualidad no es algo que elige una persona. La homosexualidad puede prevenirse y tratarse.
→ Los niños que "se sienten diferentes" o cuya necesidad de aceptación no se ha atendido son más proclives a convertirse en víctimas del abuso sexual.
→ La homosexualidad, especialmente en los varones, va acompañada frecuentemente por la adicción sexual.
→ Las personas homosexuales están más expuestas que las demás a sufrir otras alteraciones psíquicas, el abuso de drogas y la idea de suicidio.
Nuestra defensa del matrimonio debe ir acompañada por esfuerzos sinceros para que se pueda disponer de una prevención y un tratamiento para las personas que padecen homosexualidad. Ésta es la verdadera respuesta a la demanda de una redefinición del matrimonio. Los que claman que la compasión requiere eliminar la "discriminación" no están ofreciendo libertad sino una esclavitud más confortable.
Hemos de admitir los modos en que se ha producido el fallo de la sociedad en su respuesta al problema del GID y la homosexualidad. En los comienzos de la década de los 1960, la comunidad psiquiátrica había revelado muchos de los factores que conducen a la homosexualidad y elaboraron protocolos de tratamiento. Pidieron que esta información se transmitiera a padres, profesores, pediatras y pastores de almas, de forma que los niños con GID pudieran recibir la ayuda que necesitaban y se evitara la homosexualidad. No se hizo lo suficiente. Los muchachos que no recibieron tratamiento en los años 60 se encontraban entre los de la primera oleada de los destruidos por la epidemia de SIDA de la década de los 1980.
Si te encuentras con un hombre encadenado a un árbol -hambriento, desnudo, sediento--, ¿le proporcionas alimento, vestido y bebida, o te haces con la herramienta cortante adecuada y le liberas de la cadena? Lo que debemos hacer es lo segundo.
La verdadera compasión
Con frecuencia, el más duro criticismo de este enfoque proviene de los que comparten nuestra visión del problema: "Pero bueno -preguntan-¿es que las personas homosexuales no pueden sencillamente corregirse? ¿Por qué tenemos que compadecerlas? Fue su elección."
Necesitamos comprender, y ayudar a los demás a que comprendan por qué es tan difícil para las personas homosexuales el resistir a la tentación de actuar según sus atracciones.
Elisabeth Moberly, en su folleto "Homosexualidad: una nueva Ética cristiana (Homosexuality: A New Christian Ethic), explica que todo ser humano nace con una necesidad de ser amado y aceptado por el progenitor del mismo sexo. La atracción homosexual "es esencialmente un estado de desarrollo incompleto". Es esa ausencia de acabamiento lo que se opone al desarrollo armónico de la personalidad de los afectados: "la expresión sexual no es la adecuada en las relaciones previas a la edad adulta con lo que el impulso amatorio hacia el mismo sexo no es otra cosa que el intento de hacer buenos los deficits de identidad sexual."
La respuesta no es suprimir la sana necesidad de sentirse amado por los del mismo sexo, sino satisfacer esa necesidad sin que medie la relación sexual.
¿Por qué es eso tan difícil? Porque el niño que no experimenta el amor y la aceptación paternos, probablemente se enfadará pero temerá expresar abiertamente su enfado. El enfado no expresado se convierte en resentimiento y encono. Esto lleva a envidiar las características de otros del mismo sexo que el niño piensa que no tiene. Lo cual abre la puerta a la autocompasión y luego a conductas de autosatisfacción, y finalmente al orgullo. Resentimiento, envidia, autocompasión, conductas de autocomplacencia y orgullo, son hábitos que si no se corrigen en un niño son difíciles de vencer en un adulto. Y esto es doblemente duro para la persona que mantiene una relación negativa con su padre, porque el padre es el modelo de la disciplina necesaria para adquirir la virtud. Todo ello se complica aún más por el hecho de que los hombres con atracción por el mismo sexo (SSA) frecuentemente han tenido madres que protegían excesivamente a sus hijos y, de modo inconsciente, animaban al resentimiento, la autocompasión y el orgullo. Si, además, una persona homosexual ha sido víctima de abuso sexual en su infancia y sufre adicción sexual, entonces la recuperación resulta más complicada.
Los activistas gays puede que respondan a la clasificación de la homosexualidad como alteración psicológica haciendo ver que la homosexualidad ya no se considera un desorden por las organizaciones de salud mental. Lamentablemente, la homosexualidad se suprimió como patología en respuesta a las presiones políticas, y no porque hubiese pruebas de que no es una alteración patológica.
Una de las razones por las que algunos no reconocen a la homosexualidad como alteración psíquica es que tienen una idea equivocada de lo que constituye un desorden psíquico. Una persona puede funcionar en sociedad, tener un empleo, llevar una vida de relaciones sociales, y aun así carecer de la libertad que se asocia a la salud psíquica, en otras áreas de su vida. Por ejemplo, una persona que sufra el síndrome compulsivo de "adquisición de bienes materiales", no es capaz de renunciar al exceso de posesiones. Los objetos materiales se acumulan hasta el punto de que algunas partes de su casa quedan inservibles para su uso normal, y sin embargo esa misma persona puede que realice bien su trabajo. Los amigos que no visitan su casa pueden no tener ni idea de que existe un problema. Este síndrome es extremadamente difícil de tratar. Los que lo padecen insisten en que no necesitan ayuda alguna y luchan contra los intentos de eliminar los excesos por parte de otros.
La homosexualidad es una alteración del desarrollo psicológico porque, al no atenderse adecuadamente durante la primera infancia la necesidad de aceptación por los del mismo sexo ni la de seguridad en sí mismo, la persona queda atascada en ese aspecto de su desarrollo, pero continúa madurando en otros aspectos. La necesidad es tan intensa en la adolescencia que se interpreta como ansiedad sexual. Las autobiografías de personas homosexuales revelan la naturaleza esencialmente no sexual de la necesidad en cuestión -la de sentirse aceptado por sus iguales en sexo--, y cómo se sexualizó , con frecuencia a través del abuso sexual.
La liberación de la conducta homosexual no es fácil. Las legítimas necesidades deben satisfacerse sin recurso al sexo, los traumas han de sanarse, y hay que vencer los hábitos negativos, y todo ello debe acompañarse con la recuperación de cualquier tipo de adicciones. Un breve folleto titulado "Homosexualidad: un hachazo a las raíces (Homosexuality: Laying the Axe to the Roots), escrito por Ed Hurst (Outpost, 1980), explica que la recuperación de la SSA requiere el tratamiento del rechazo, la rebelión, el miedo, el compadecerse de sí mismo, la envidia, y la amargura.
Dado su historial, se comprende que las personas homosexuales piensen que la redefinición del matrimonio les proporcionará la aceptación que se les denegó. Comprendiendo su historial, debemos explicar por qué eso no va a funcionar así.
(fuente: www.aciprensa.com)
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