Es necesario profundizar en nuestro conocimiento sobre el avance que ha tenido la "cultura" de la muerte durante los últimos meses. Se precisa una reflexión que ahonde en las estrategias y engaños presentes en los nuevos ataques de esta falsa "cultura". Este texto tiene ese propósito. Se trata de desenmascarar los nuevos "rostros" de la "cultura" de la muerte.
La necesidad de esa reflexión es apremiante, pues mientras más silencioso es el enemigo, más difícil es de combatir. Existe el peligro de que la conciencia, aún la de los buenos, se adormezca ante el sigilo de estas formas de atacar la vida humana, con el consecuente debilitamiento de la acción en defensa de la vida. Ello hay que impedirlo a toda costa.
¿Qué es la "cultura" de la muerte?
El término "cultura" de la muerte se refiere a una mentalidad, a una manera de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen voz y voto. El término "cultura" de la muerte fue acuñado por el Papa Juan Pablo II en su Encíclica El Evangelio de la Vida, publicada el 25 de marzo de 1995.
Aunque en realidad la "cultura" de la muerte comenzó cuando, en el umbral mismo de la historia, satanás engañó al hombre y éste, por su propia voluntad, cayó en el pecado, y aunque la "cultura" de la muerte se ha extendido por toda la historia de la humanidad, ha sido en los últimos siglos que esta "cultura" de la muerte ha asumido unas características sin precedentes. "...[E]stamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera 'cultura de muerte'" (El Evangelio de la Vida, núm. 12.).
¿Y qué es lo nuevo de esta "cultura" de la muerte? El Papa responde diciendo: "Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y --podría decirse-- aún más inicuo ocasionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias" (El Evangelio de la Vida, núm. 4).
El Papa aquí nos dice que la nueva forma que ha asumido la "cultura" de la muerte es inédita (es decir, nueva, no tiene precedentes en la historia) y aún más inicua (es decir, peor que antes). Ello se debe, explica el Santo Padre, a que el progreso científico y tecnológico de los últimos tiempos, que por una parte es una bendición de Dios por todo el bien que hace, por otra, sin embargo, en manos de gente mala, ha sido utilizado para hacer el mal y para hacerlo a gran escala, como nunca antes.
Pero ello no es lo peor. Juan Pablo II explica que lo inédito, lo nuevo, de esta "cultura" de la muerte, es el hecho de que gran parte de la sociedad la justifica en nombre de una falsa libertad individual y que incluso ha logrado, en muchos países, que el gobierno la legalice y que un gran sector de la comunidad médica la practique.
El aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones son los ejemplos más tristes de esta situación que describe el Papa. Ya no se trata principalmente de una matanza de seres inocentes por medio de guerras y atropellos bélicos, sino de una silenciosa y sutil, pero más aún nefasta destrucción de la vida humana, que cuenta incluso con la aprobación de un gran sector de la sociedad, con el amparo de la ley y que es perpetrada precisamente por algunos de aquellos que se supone sean los primeros defensores de la vida: los médicos y otros profesionales de la salud.
Eugenesia y "cultura" de la muerte
Decíamos que la "cultura" de la muerte se caracteriza por formas de atacar la vida humana inocente e indefensa por parte de los fuertes y poderosos. Ello nos lleva precisamente a una de las características fundamentales de la mentalidad de la "cultura" de la muerte: la eugenesia.
La eugenesia es la reproducción planificada y sistemática de los seres humanos de forma tal que se reproduzcan los que son "superiores" y que no se reproduzcan o que se eliminen los "inferiores". Esta definición de eugenesia es la que se desprende del pensamiento y del activismo de sus proponentes, que en breves momentos examinaremos. Pero antes de entrar en ello quiero señalar un par de cosas que me parecen muy importantes:
La primera es bien sencilla y evidente. Es el hecho de que la definición de superioridad e inferioridad de la eugenesia queda en manos de los que precisamente fomentan esta "cultura" de la muerte. En mi opinión, en el año 1922, tuvo lugar un hecho importantísimo que contribuyó sobremanera a la formación de la actual "cultura" de la muerte. Lamentablemente, pienso que a este hecho no se le ha dado la debida importancia. Me refiero a la publicación, en Alemania, del libro titulado Die Freigabe der Vernichtung Lebensumwertern Lebens ("La exoneración de la destrucción de la vida carente de valor"), del psiquiatra Alfred Hoche y del jurista Karl Binding. La idea de que existen personas cuyas vidas "carecen de valor" -por causa de enfermedad, limitaciones físicas o mentales, sufrimiento, vejez, etc.- influyó en los programas eutanásicos y de eliminación de los judíos y de otras personas por parte de los nazis.
Obsérvese que hemos dicho que la idea de que la vida de algunos seres humanos carece de valor influyó en los programas de los nazis y no al revés. Las ideas tienen consecuencias. Y las malas ideas tienen consecuencias funestísimas. Estos intelectuales alemanes, personas en posiciones de poder, definieron quiénes merecían vivir y quiénes no. Luego, otros se encargaron de llevar su diabólica mentalidad a la práctica. Lo mismo está sucediendo hoy.
La segunda cosa que quiero señalar es que la mentalidad eugenésica no es simplemente una idea más en el arsenal de la "cultura" de la muerte. Por el contrario, la eugenesia engloba esta "cultura". Es una de sus motivaciones principales, la otra es el hedonismo, es decir, el culto al placer. La tentación del diablo que ocasionó el pecado original fue la famosa frase de la serpiente a Adán y Eva: "¡Seréis como dioses!" (Génesis 3:5). Y la manera más poderosa de ser como dioses, es decir, de dominar a los demás, es controlando la fuente de la vida y por supuesto, la muerte.
Muchas veces nosotros los provida hemos denunciado las falsedades del control demográfico. Hemos refutado el mito de la "sobrepoblación". Hemos alertado sobre la mentalidad imperialista presente en los programas controlistas que el primer mundo le quiere imponer a América Latina a base de condicionamientos y presiones económicas. Pero no podemos olvidar que en la base de todo ello hay una mentalidad eugenésica, que es una mentalidad de dominación, del ejercicio absoluto del poder sobre los débiles, inocentes e indefensos. Es la mentalidad provocada por el pecado de querer ser como dioses, del pecado de la soberbia, el padre de todos los pecados.
Breve resumen histórico de la "cultura" de la muerte
Se pudiera decir que la "cultura" moderna de la muerte comenzó a finales del siglo XVIII con la publicación del libro Essay on the Principle of Population ("Ensayo sobre el principio de la población") de Thomas Robert Malthus (Jacqueline Kasun, The War Against Population. The Economics and Ideology of Population Control, San Francisco: Ignatius Press, 1988, p. 26). En esa obra, el autor, profesor de economía política, sostuvo la errónea teoría de que había que controlar el crecimiento de la población, especialmente de "las clases inferiores de la sociedad", ya que el mismo era mayor que la producción de los alimentos. Malthus creía que si se les negaba a los pobres la ayuda económica, tanto pública como privada, éstos "se darían cuenta" de las "ventajas" de limitar sus familias de acuerdo con sus ingresos (Ibíd., 157). Aquí, evidentemente vemos la mentalidad eugenésica, que luego repercutió en la Alemania Nazi y en Margaret Sanger.
De hecho, Margaret Sanger, cuya nefasta influencia se dejó sentir en la primera mitad del siglo XX, publicó, precisamente en 1922, un libro titulado The Pivot of Civilization ("El pívot de la civilización"), por medio del cual divulgó las ideas eugenésicas. El siguiente pasaje de este libro revela con toda claridad el carácter eugenésico de la ideología de Sanger y constituye un eco perfecto del pensamiento de Malthus: "La caridad organizada es el síntoma más seguro de que nuestra sociedad ha criado y continúa criando, perpetuando y aumentando cada vez más el número de defectuosos, delincuentes y dependientes. La atención que se les da a las mujeres pobres es la filantropía más dañina e insidiosa. El crecimiento de la clase obrera debería ser regulado, puesto que son imbéciles benignos, que estimulan a los elementos defectuosos y enfermos de la humanidad para que sean más irresponsables, se extiendan y se reproduzcan. Debemos eliminar los yerbajos humanos, aislar a los idiotas, los desajustados y los que no sirven, y esterilizar a la raza genéticamente inferior" (The Pivot of Civilization, New York: Brentano's, 1922, p. 108).
Lógicamente la eugenesia de Sanger la llevó al racismo. La siguiente cita lo demuestra fehacientemente: "No queremos que nadie se entere de que queremos eliminar a la población negra y el ministro religioso es el hombre que puede aclarar esa idea, si alguna vez se le ocurre al más rebelde de sus miembros" (citado en Madeline Gray, Margaret Sanger: A Biography, Nueva York: Marek, 1979, 326).
Lo peor de todo es que esta mentalidad eugenésica condujo a Sanger a apoyar la eliminación de aquellas vidas humanas consideradas un "estorbo". Las siguientes palabras de Sanger, tomadas de otra obra suya, son terribles y demuestran la patética conclusión a la que lleva la eugenesia: "Lo más misericordioso que una familia numerosa puede hacer con uno de sus miembros más pequeños es matarlo" (Women and the New Race Nueva York: Brentano's, 1920. Reimpr. : Geo. W. Halter, 1928, p. 67).
En 1916, en la Ciudad de Nueva York, Sanger fundó la primera clínica para el control de la natalidad, precisamente para llevar a la práctica sus ideas eugenésicas. También fundó la Liga para el Control de la Natalidad y la Revista para el Control de la Natalidad (Birth Control Review). Varios promotores de la eugenesia, de la "supremacía blanca" y de ideas nazistas escribieron artículos en su revista (George Grant, Grand Illusions. The Legacy of Planned Parenthood, 3ra edición, Higland Books, 1998, p. 39).
Sin embargo, con el correr del tiempo el mundo se enteraría de los horrores del nazismo. Sanger había estado vinculada al movimiento eugenésico y había fomentado la anticoncepción, la esterilización y el aborto. Tenía problemas con la ley, que en aquel entonces prohibía estas cosas. Entonces le cambió el nombre a su organización. En 1942, surgió Planned Parenthood Federation of America --Paternidad Planificada de Estados Unidos (Ibíd., 75-76). Pronto surgieron filiales en otros países y en 1952 los líderes de estas filiales fundaron la IPPF (IPPF/WHR, "The First Forty Years," Forum, vol. 10, junio de 1994, p. 36-41). Hoy en día la IPPF cuenta con asociaciones miembros en casi todos los países, incluyendo los de América Hispana, en México, su filial se llama MEXFAM.
He aquí, pues, un resumen de la "cultura" de la muerte y de uno de sus ejes: la eugenesia. A continuación veremos cómo esta mentalidad asume formas y estrategias concretas en algunos de los principales ataques contra la vida que pasaremos a examinar.
Reproducción sin sexualidad y manipulación de embriones
Hemos dicho que la eugenesia es una mentalidad que propicia la dominación de las fuentes de la vida. Dios nos creó a imagen y semejanza suya y nos mandó llenar la tierra y dominarla (cf. Génesis 1:27-28). Pero, por efecto del pecado, ese dominio legítimo de la naturaleza se convirtió en dominación desmedida, no sólo de la naturaleza, sino de la propia persona humana y de su capacidad procreadora.
Ello se manifiesta de forma patente en las técnicas de fecundación in vitro (FIVET). La FIVET consiste en la obtención de óvulos y espermatozoides que luego se colocan en una caja de Petri, que es un medio de cultivo, para que la concepción ocurra in vitro, es decir, en el laboratorio, fuera de la madre.
De esta forma se esquiva el acto conyugal y se busca la procreación fuera de él. La Iglesia enseña que para que una técnica de reproducción asistida sea legítima tiene que constituir una ayuda, no una sustitución, del acto conyugal. La FIVET es evidentemente una sustitución del acto conyugal. Para más información, véase el documento que la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó en 1987 y que se titula "Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida naciente y la dignidad de la procreación".
Pero la inmoralidad de la FIVET no sólo estriba en ser una sustitución del acto conyugal, sino que también consiste en el homicidio de seres humanos inocentes, ya que se presta para la destrucción de innumerables embriones humanos. La eficacia de la FIVET en producir nacimientos vivos es tan baja, que los especialistas en estas técnicas intentan fecundar y transferir a la madre de 4 a 6 embriones a la vez con el objeto de producir un nacimiento vivo. Pero evidentemente aquí estamos frente a la destrucción de varios seres humanos para que nazca uno. Los embriones de "baja calidad" son desechados o simplemente no sobreviven.
Eso no es todo. La FIVET se utiliza también para producir embriones para luego experimentar con ellos. El presunto objeto de ello es descubrir las causas de las enfermedades hereditarias y procurar su cura.
Pero esto constituye una falta de respeto a la vida de un ser humano pequeñito e indefenso. Tenemos que darnos cuenta de que no se debe nunca utilizar a unos seres humanos para curar a otros. Cada ser humano es un fin en sí mismo, es decir, un valor absoluto en sí mismo, y no un mero medio o instrumento para beneficio de otros. De lo contrario estaremos rebajando al ser humano a la categoría de cosa, en vez de reconocerlo como persona.
Estamos aquí ante el enfrentamiento entre una falsa "ética" de la "calidad" de la vida humana y una verdadera ética de la dignidad de la vida humana. La "ética" de la "calidad" de la vida humana propone que los seres humanos valen tanto en cuanto su vida tenga "calidad". Esa "calidad" se mide en términos de utilidad. Si esa persona es útil para otros o es "deseada" por esos otros, entonces, y sólo entonces, tiene valor. Evidentemente esta "ética" aberrante coincide plenamente con la eugenesia y es la base que justifica todo tipo de atropellos de los fuertes contra los débiles: aborto, control demográfico, manipulación de embriones, eutanasia, etc.
La ética de la dignidad de la vida humana proclama en cambio que toda persona humana tiene un valor, o mejor dicho, es un valor intrínseco y absoluto, es decir, que la persona humana vale por el mero hecho de ser persona, y no por la posesión de ciertas cualidades: salud, dinero, posición social, edad, etc. La persona humana posee ese valor por la presencia en ella del alma inmortal, cuya existencia es demostrable por la razón, sin ayuda de la fe. Aunque, claro, la fe nos ayuda a esclarecer con más fuerza todavía la dignidad de toda persona humana. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Génesis 1:27) y redimidos por Cristo (cf. Juan 3:16).
No es que la calidad de la vida humana no sea importante. Claro que lo es. Pero la calidad de la vida humana no puede erigirse como el fundamento del valor de la vida humana. Una vez que hemos afirmado el valor o dignidad intrínseca de toda vida humana como el fundamento de la moral, entonces podemos abordar, con equilibrio y sensatez, el tema de la calidad de la vida humana.
La FIVET también se presta para una especie de manipulación de embriones que se llama clonación. El documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Donum vitae, que cité hace unos momentos, se refiere a la clonación y otras manipulaciones embrionarias en los siguientes términos:
"Las técnicas de fecundación in vitro pueden hacer posibles otras formas de manipulación biológica o genética de embriones humanos, como son: los intentos y proyectos de fecundación entre gametos humanos y animales y la gestación de embriones humanos en útero de animales; y la hipótesis y el proyecto de construcción de úteros artificiales para el embrión humano. Estos procedimientos son contrarios a la dignidad del ser humano propia del embrión y, al mismo tiempo, lesionan el derecho de la persona a ser concebida y a nacer en el matrimonio y del matrimonio. También los intentos y las hipótesis de obtener un ser humano sin conexión alguna con la sexualidad mediante 'fisión gemelar', clonación, partenogénesis, deben ser considerados contrarios a la moral en cuanto que están en contraste con la dignidad tanto de la procreación humana como de la unión conyugal.
"La misma congelación de embriones, aunque se realice para mantener en vida al embrión -crioconservación-, constituye una ofensa al respeto debido a los seres humanos, por cuanto les expone a graves riesgos de muerte o de daño a la integridad física, les priva al menos temporalmente de la acogida y de la gestación materna y les pone en una situación susceptible de nuevas lesiones y manipulaciones.
"Algunos intentos de intervenir sobre el patrimonio cromosómico y genético no son terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo o a otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad. No pueden justificarse de modo alguno a causa de posibles consecuencias beneficiosas para la humanidad futura. Cada persona merece respeto por sí misma: en esto consiste la dignidad y el derecho del ser humano desde su inicio" (Donum vitae, Parte I, no. 6).
En el caso de la clonación, ésta "se efectúa tomando un óvulo, sacándole su núcleo y reemplazándolo con un núcleo de una célula somática, es decir, con un núcleo que contiene 23 pares de cromosomas. La célula resultante de la primera etapa de un clon es un cigoto. Como se puede ver, la clonación evita la reproducción sexual e inyecta directamente un núcleo somático dentro del óvulo, sin necesidad del espermatozoide" (Padre Alfred Cioffi, "Clonación humana: ¿reproductiva o terapéutica?", Boletín Electrónico de VHI, 26 de marzo del 2002, vol. 5, no. 15).
La estrategia que utilizan los que promueven la clonación consiste primeramente en disfrazarla con un manto de bondad, diciendo que es para curar enfermedades, como el Alzheimer.. Más concretamente, están utilizando la estrategia de establecer, como si fuese verdadera, una falsa distinción moral entre la clonación llamada "reproductiva" y la clonación llamada "terapéutica". A continuación voy a citar varios párrafos de un artículo que se publicó en el número del 26 de marzo del 2002 del Boletín Electrónico de VHI, disponible en elportal. Su autor es el Padre Alfred Cioffi, doctor en teología moral, especialista en bioética y que actualmente está realizando estudios doctorales en genética en Boston:
"Actualmente, algunos científicos y políticos están tratando de establecer una distinción entre la clonación 'reproductiva' y la clonación 'terapéutica'. En la clonación reproductiva, el cigoto se implanta en la matriz de la mujer y le permiten desarrollarse a través de todo el embarazo, dando como resultado el nacimiento de un bebé. En la clonación terapéutica, el cigoto se mantiene en una cajita de Petri, en el laboratorio, y sólo se le permite crecer hasta la etapa de la blástula (de una a dos semanas), y después es desmembrado para obtener sus células madres (stem cells).
"La distinción entre estos dos tipos de clonación es una distinción biotécnica, pero no moral. Ambas son una crasa manipulación de la dignidad intrínseca de todo ser humano. La Iglesia Católica se opone vigorosamente a ambos tipos de clonación, aunque de cierta forma la clonación terapéutica es aún más cruenta, ya que en ella se crea una vida humana sólo para destruirla y sacarle sus células madres.
"La gran mayoría de la gente se opone a la clonación reproductiva, ya que es tan repulsiva, pues le niega al niño un padre, y convierie a la madre en su hermana gemela. Sin embargo, algunas personas están cayendo en la trampa de pensar que la clonación terapéutica sí es buena, porque ayudaría a curar enfermedades. Pero el error de este argumento reside en que el embrión humano es destruido para obtener sus células madres. Nunca se debe permitir la matanza de seres humanos inocentes, aún cuando fuera por una noble causa, como la de tratar de curar graves enfermedades."
El Padre Cioffi señala en su artículo que, aparte de la gravedad de la clonación, su uso es innecesario, pues existen otras alternativas que sí son aceptables, desde el punto de vista moral, para ayudar en la búsqueda de la cura de ciertas enfermedades. "Afortunadamente, Dios nos ha provisto de alternativas a la clonación humana y a la investigación de células madres embrionarias. Las células madres que se obtienen de tejidos adultos, e incluso del cordón umbilical o de la placenta, tienen el potencial de suministrar tejido nuevo para el uso terapéutico, sin la destrucción de vida humana. La Iglesia Católica no se opone a este tipo de investigación, siempre y cuando se haya obtenido el consentimiento apropiado."
Vemos así cómo la fe y la ciencia no se contradicen. Ambas son dones de Dios que tenemos que desarrollar correctamente. Cuando algunos científicos se dejan llevar por intereses creados, entonces utilizan la ciencia no para beneficio del ser humano, sino en contra de su dignidad. He ahí el mal uso de la tecnología. Observemos que la maldad de estas técnicas no radica en el hecho de que son artificiales (¡hay muchas cosas artificiales que son buenas!), sino en el hecho de que son utilizadas en contra de la dignidad humana.
Precisamente otro engaño de los que promueven la clonación es la de hacerle creer a la gente de que los que se oponen a ella son "religiosos fundamentalistas" enemigos del "progreso científico" y que los que están a favor son "avanzados". Los medios de comunicación seculares han sido cómplices de esta mentira.
La "anticoncepción de emergencia", aborto disfrazado de anticoncepción
Precisamente MEXFAM, la filial de la IPPF en México, es una de las organizaciones que más promueve esta forma de aborto en el mundo hispano. Para este tema, del cual sólo presentaré a continuación un resumen, quisiera remitirles a la información que Vida Humana Internacional tiene en su página web e impresa, especialmente el artículo "La 'anticoncepción de emergencia': nuevo engaño del movimiento antivida".
La "anticoncepción de emergencia" (AE) se refiere al uso de píldoras anticonceptivas o del dispositivo intrauterino cierto tiempo después de un acto sexual, en el que no se usaron anticonceptivos, con el objeto de impedir el embarazo. Pero en realidad el uso de estos anticonceptivos, en caso de que haya habido una concepción, produce un aborto, por cuanto actúan impidiendo la implantación del óvulo fecundado, es decir, del nuevo ser humano, en el útero de su madre.
Los que promueven la AE niegan que ésta sea abortiva. La razón de ello es que este método se promueve mucho en los países donde el aborto no es legal, como en la mayoría de los países de América Hispana. En Estados Unidos y en otros países donde el aborto sí es legal, la AE se promueve porque la idea del aborto sigue siendo repugnante para mucha gente.
¿Cómo es entonces que las organizaciones de la "cultura" de la muerte engañan a la gente en relación con la AE? Organizaciones como la IPPF, la ONU y otras alegan que la AE no es abortiva porque, según ellas, el embarazo no comienza sino hasta la implantación. Como el aborto es la interrupción del embarazo que resulta en la muerte del feto y como la AE actúa antes de la implantación, estas organizaciones dicen que ello no es aborto, sino sólo anticoncepción.
Dejando de lado el tema de que la anticoncepción es gravemente inmoral y dañina para la mujer, estamos aquí frente a otro engaño del movimiento antivida. Se trata de una manipulación de las palabras para cambiar la percepción de la realidad. Se llame o no aborto, el impedir que un ser humano se implante en el útero y luego sea expulsado de él, no es otra cosa que matarlo. Es un hecho incontrovertible, atestiguado en todos los principales diccionarios de medicina de la actualidad que la vida del ser humano comienza en la concepción, no en la implantación. En el artículo que ya señalamos, tenemos un listado parcial de estos diccionarios médicos, así como abundantes citas de expertos en farmacología y en embriología que afirman lo mismo. Estos expertos también afirman que la palabra "aborto" es el término adecuado para referirse a toda acción realizada desde la concepción hasta el término del embarazo que cause la destrucción del embrión o del feto.
La eutanasia, los que matan en nombre de la "piedad"
Finalmente, terminaré esta exposición con unas breves palabras sobre la eutanasia. No pretendo cubrir aquí este vasto tema. Me limito sólo a algunas observaciones importantes. Para más información los remito a los artículos que hay en el portal de VHI.
Primero que todo quisiera señalar que el principal y más reciente documento de la Iglesia sobre este tema es la Declaración sobre la eutanasia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicada el 5 de mayo de 1980. Lo tenemos en la página web de VHI en la sección de documentos de la Iglesia. Este documento tiene un valor no sólo específicamente cristiano, sino también humano, porque sus argumentos apelan a la razón y a la ciencia. Demuestra una vez más que, siendo Dios el autor de la fe y de la razón, no puede haber verdadera contradicción entre ambas.
El documento define la eutanasia como cualquier acción que de suyo o en la intención cause la muerte con el objeto de presuntamente eliminar los últimos sufrimientos. Por consiguiente, la eutanasia es matar directamente, es un homicidio, un crimen. Nunca está justificada. Lo que especifica este tipo de homicidios es que se realiza para eliminar los sufrimientos del paciente. Por ello es que se le ha llamado eufemísticamente "muerte por piedad".
No debemos dejarnos engañar tampoco por términos como "eutanasia pasiva" o "activa", etc. Estos términos son válidos en cuanto denotan las distintas maneras en que este crimen se comete. Pero la calificación moral del acto en sí es la misma: es un crimen contra la humanidad. El "suicidio asistido" es un tipo de eutanasia y está claramente descrito y condenado en el documento que ya señalé, si bien no con ese término.
La eutanasia es una amenaza creciente en países como Holanda y Estados Unidos. En este último, el "suicidio asistido" ha sido aprobado desde hace algunos años en el Estado de Oregon. No nos extraña que en ese Estado, como en Holanda, desde que este crimen fue aprobado, los casos de "suicidio asistido" han aumentado considerablemente. Con la eutanasia ocurre lo mismo que con el aborto: una vez que se legaliza, aumenta paulatinamente hasta convertirse en una especie de epidemia.
El argumento en la base de la ideología a favor de la eutanasia es el mismo que en el del aborto: "Yo soy dueño de mi cuerpo". Pero en el caso de la eutanasia, este argumento cobra más fuerza, porque en este caso no hay un ser dentro de otro, como es el caso de una mujer embarazada, sino que se trata de una sola persona que quiere matarse o que la maten, para evitarse los sufrimientos. ¿Cómo se contesta este argumento?
La respuesta a este argumento es la misma que dimos al principio: la dignidad intrínseca y absoluta de toda persona humana. La dignidad humana nunca se pierde, ni por enfermedad, ni por pobreza, ni por nada. Ahora bien, como cada persona tiene esa dignidad, ese valor no debe destruirse, porque lo que vale no se destruye.
El argumento en favor de la eutanasia que dice que una persona tiene el "derecho" a matarse (o a pedir que la maten), porque ella es la que lo ha decidido, es un argumento circular y por tanto falaz. El argumento está diciendo que algo se puede hacer porque la persona que lo quiere hacer decide que quiere hacerlo. Pero ello es lo mismo que decir que una acción es buena porque yo decido que es buena. En otras palabras, la voluntad de la persona se ha convertido en la fuente de lo que está bien y de lo que está mal. Este argumento es el mismo que el diablo (simbolizado por la serpiente) le presentó a Adán y a Eva: "¡Seréis como dioses!" El ser humano se convierte en el arbitro del bien y del mal.
La falsa "solución" de la eutanasia no es como la pintan sus promotores. Para ellos es un asunto que concierne únicamente a la decisión del paciente o a los que deciden por él, en caso de incompetencia mental. Pero un paciente terminal en la mayoría de los casos está tan afectado psicológicamente que su petición de muerte es en realidad una petición de ayuda. Sin embargo, los que lo rodean, cuando están a favor de la eutanasia, no están en realidad queriéndole ayudar en su sufrimiento, sino que quieren eliminar al paciente para eliminar el sufrimiento de ellos. Quieren quitarse la "carga" de encima. Una vez más vemos cómo la falsa "ética" de la "calidad" de la vida humana, tan a fin a la eugenesia, se hace presente, esta vez al final de la vida.
La respuesta provida sigue siendo la misma: la dignidad intrínseca de toda persona humana, no importa cuán enferma esté o cuán "improductiva" sea. Si de verdad amamos a nuestro prójimo, lo cuidaremos y mitigaremos sus dolores hasta que la muerte le llegue. Nos solidarizaremos con él y no permitiremos que la desesperación le embargue.
La medicina moderna ha desarrollado fármacos y tratamientos (incluyendo los psiquiátricos) para el dolor, llamados en su conjunto, medicina paliativa, que permiten aliviar y reconfortar al paciente. El enfermo entonces recobra la serenidad y está más preparado para enfrentarse con esperanza al final de su vida. La medicina paliativa se utiliza en el movimiento de los hospicicios. Cuando los hospicios funcionan como es debido, constituyen una auténtica alternativa provida a la eutanasia.
Los promotores de la eutanasia astutamente plantean un cuadro de dos extremos: o le aplicamos la eutanasia al enfermo o sufrirá irremediablemente hasta que muera. En este contexto, y muchas veces a propósito, acusan a las personas provida de querer prolongar la vida del paciente por todos los medios posibles. Entonces se proclaman a ellos mismos como los "compasivos", que vienen a ofrecer la eutanasia para que el enfermo "no sufra más". En realidad vienen a eliminar el dolor por medio de la eliminación del doliente, así como los controlistas vienen a eliminar la pobreza eliminando a los pobres.
Pero los provida no caemos en ninguno de esos dos extremos. La Iglesia y la recta razón nos enseñan que no estamos obligados a utilizar medios que son inútiles para conservar la vida del paciente o que constituyen sufrimientos graves que son mayores que los beneficios. No siempre es fácil determinar cuándo se están utilizando esos medios, llamados desproporcionados. Pero con la ayuda de Dios y de la ciencia médica que Él nos ha dado lo podemos lograr. Siempre estamos obligados a utilizar los medios normales para conservar la vida, intentar curar al paciente o, si no se puede, al menos mantenerlo alimentado (por medios artificiales o naturales), limpio y confortable. De manera que hay una vía media entre los dos extremos de la eutanasia y del encarnizamiento terapéutico (el uso de medios desproporcionados).
Y para terminar, quisiera reproducirles el siguiente testimonio de Magaly Llaguno, directora ejecutiva de la organización Vida Humana Internacional. Estoy seguro de que las palabras de esta valiente y experimentada defensora de la vida les conmoverá a todos:
"Como enferma de cáncer que soy, quiero hablarles de mis experiencias. A juzgar por mis propios sentimientos y los de otros enfermos con quienes he tenido contacto, puedo decirles que la depresión es algo muy común entre las personas gravemente enfermas. Inclusive, mucha de la quimioterapia que recibimos los enfermos de cáncer causa depresión. Sin embargo, los que tenemos enfermedades terminales no necesitamos que alguien nos "ayude" a cometer suicidio - lo cual por cierto implica el que la persona que nos "ayude" a suicidarnos cometa un asesinato. Esta es una propuesta cruel, inhumana y simplista. Si a un enfermo le planteen esta falsa solución él o ella comenzará a sentir que le consideran una pesada carga para sus familiares y para la sociedad. Inclusive, si la idea del suicidio no ha pasado por su mente anteriormente, quizás sí se le ocurra ahora y se sienta obligado a morir porque le consideran una carga. Puesto que todos necesitamos una actitud positiva para que nuestro sistema inmunológico funcione bien y para que nuestro cuerpo sane o al menos la salud mejore, una actitud negativa y promuerte en los que nos rodean, sólo nos hará daño.
"Hay evidencias científicas de que el amor y el apoyo de los demás ayudan a lograr la sanación. Los estudios realizados muestran grandes diferencias con respecto al tiempo que sobreviven las personas gravemente enfermas que reciben amor y apoyo, y las que no los reciben. Uno de los estudios, realizado en la Universidad de Tejas, les preguntó a los pacientes si participaban regularmente en un grupo de apoyo, como por ejemplo asistiendo a una iglesia, y si esa participación les proporcionaba fuerzas y consuelo. Seis meses después del tratamiento, los que contestaron que no a ambas preguntas tuvieron siete veces más probabilidades de morir que los otros (Cancer Recovery Today, boletín de la organización Cancer Recovery Foundation of America) .
"Otro estudio de la Universidad de Los Angeles (UCLA) realizado con grupos de apoyo, investigó a personas a quienes se les practicó una cirugía debido al cáncer melanoma. Después de dicha cirugía algunas de las personas participaron en grupos de apoyo por sólo seis semanas, mientras el resto simplemente se fue a su casa. Cinco años después los investigadores encontraron que entre los que no participaron en ningún grupo de apoyo hubo tres veces más muertes y dos veces más metástasis que entre los que lo hicieron (Ibíd.). Verdaderamente, el amor y el apoyo de otras personas constituyen una necesidad básica para los enfermos. El no obtenerlos es dañino; cuánto más dañino será el ofrecerle a una persona enferma la eutanasia o el suicidio asistido. Los enfermos necesitamos una verdadera compasión, no la falsa compasión que ofrecen los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido.
"Necesitamos alguien que nos escuche, que nos dirija una palabra de apoyo; pero más que nada, necesitamos el amor y la compasión de los que nos rodean. Cuando no hay familiares ni amistades que puedan llenar esas necesidades, deben hacerlo los profesionales de la medicina. ¡Los médicos y las enfermeras se entrenan para curar a los pacientes, no para matarlos o ayudarlos a suicidarse! Si ocurre lo contrario, habremos vuelto a los crueles tiempos paganos en que los pacientes no sabían si el doctor les visitaba para curarles o para matarles mediante la eutanasia. También necesitamos médicos que estén bien informados sobre los múltiples fármacos paliativos que están disponibles para aliviar el dolor, los cuales tienen la capacidad de eliminar casi todo el sufrimiento físico.
"En lo que concierne a enfrentar el dolor y la muerte, los enfermos graves tenemos el recurso a la oración, la mayor fuente de fortaleza y consolación que existe. Es precisamente esa fortaleza que recibimos de Dios en la oración, lo que nos permite soportarlo todo y aceptar Su Santa Voluntad, sea cual sea."
escrito por Adolfo J. Castañeda (VHI)
(fuente: http://www.arbil.org/)
(fuente: http://www.arbil.org/)
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