están los que llevan amuletos,
los que confían en las cábalas,
los que hacen promesas,
los que imploran mirando al cielo,
los que se escudan en excusas,
los que creen en supersticiones.
Y están también los que...
siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas,
los que siguen jugando cuando se acaba el aire,
los que siguen luchando cuando todo parece perdido.
como si cada vez fuera la última vez,
convencidos de que la misma vida es un desafío.
Sufren, pero no se quejan,
porque saben que
el dolor pasa, el sudor se seca,
el cansancio termina.
Pero hay algo que nunca desaparecerá:
la satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpo hay la misma cantidad de músculos,
en sus venas la misma sangre.
Lo que los hace diferentes es su espíritu.
La determinación de alcanzar la cima.
La confianza total en Dios.
Una cima a la que no se llega superando a los demás,
sino superándose a uno mismo.
(fuente: www.motivaciones.org)
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