Identificarse con la propia vocación es una de las tareas más importantes en la vida de las personas. Se necesita para ello atención a los indicadores que pueden conducir a su descubrimiento, desarrollo y realización. Se trata de algo dinámico, que no es ni independiente ni ajeno al propio esfuerzo por buscar la propia vocación.
La búsqueda vocacional legítima, comienza a 360º. Mirando todas las posibilidades que a uno se le plantean en la vida, mirando también al interior de uno mismo, en la propia conciencia, donde se disciernen los afectos y sentimientos, y desde donde se toman las decisiones que van marcando las opciones en la vida.
Nada de esto tiene que ver, por tanto, con el reclutamiento, las campañas de adhesión, las promesas de ventajas, la contratación, etc. La vocación no puede ser más que la decisión mutua por Dios que llama y propone y quien acepta la propuesta y la hace suya como respuesta de amor a quien primero pensó en él con amor.
Llegar a descubrir – no sin esfuerzo – la propia vocación, y seguirla con libertad y entrega generosa, cuenta con ayudas externas e internas que pueden mejorar – nunca sustituir – la tarea del discernimiento vocacional.
Vivir en grupo esta experiencia puede ser de gran ayuda. Quien desea encontrar su vocación, porque se siente llamado por Dios a vivir desde los valores del Evangelio su vida, se une a otros con el mismo deseo. Cada uno buscará lo que Dios le propone en su vida, escuchando la Palabra de Dios, meditándola, acogiéndola, mirando a su alrededor para identificar en qué lugar quiere Dios que viva su vida y cómo.
Una vez que se va discerniendo, acompañados, la propia vocación, se buscan experiencias que permitan profundizar las intuiciones vocacionales primeras, como respuesta concreta a las inquietudes vocacionales que van apareciendo: grupo de oración, grupo de fe, compromiso apostólico, voluntariado, experiencia de comunidad.
Cada uno va realizando su camino de búsqueda sincera, de discernimiento vocacional y de acompañamiento espiritual.
La identificación con la vocación propia, la respuesta que cada uno ofrece a la llamada de Dios, lo sitúa en el camino correcto de vivencia en plenitud de su propia vida.
La vocación consagrada salesiana, una posibilidad
Desde todo lo dicho anteriormente, a quienes se sienten llamados a una vida de seguimiento de Cristo, con el estilo de Don Bosco, como religiosos salesianos, les ofrecemos un itinerario de realización vocacional salesiana. Es lo que llamamos la “formación inicial”.
La formación inicial salesiana no es más que el intento de responder a las necesidades de quienes se sienten llamados por Dios a seguir a Jesucristo en la vida y misión salesiana como consagrados. Cada etapa tiene unos objetivos y propuestas para ir realizando en orden a la plena identificación vocacional.
1.- Aspiraciones del corazón
Quien ha sentido una inquietud vocacional, necesita confirmarla. Para ello, ofrecemos la experiencia inicial de la “comunidad propuesta”, donde se vive acompañado por salesianos, el proceso de discernimiento vocacional salesiano. ¿Me propone Dios ser salesiano? Acompañando y discerniendo se toma la primera decisión: iniciar el proceso para llegar a ser, si Dios lo quiere, salesiano.
2.- Petición oficial
Quien desea realizar la experiencia de vida salesiana, mientras comienza a conocer desde dentro la congregación salesiana y va dejándose conocer a sí mismo, solicita realizar la preparación al ingreso en la congregación. Es el prenoviciado: una etapa de búsqueda intensa de las motivaciones profundas del corazón para ser salesiano. La alegría del seguimiento de Cristo de forma decidida, mediante una vida obediente, pobre y célibe; con el estilo de Don Bosco de entrega a los jóvenes en la misión de educación y evangelización, viviendo en comunidad de espíritu y de acción con salesianos a quienes se considera hermanos. Concluye esta experiencia con la petición de entrar a formar parte de la Congregación Salesiana como novicio.
3.- Novedades radicales
Un año completo de intensa vida espiritual, con Dios como interlocutor principal, que va modelando el corazón en el seguimiento y formando el ser del salesiano con el estudio de las constituciones salesianas, la teología de la vida religiosa y el sentido profundo de la consagración, para poder entregar la mente, el corazón, la vida a Dios para el servicio de los jóvenes a los que Él envíe. Esta etapa concluye con la profesión religiosa como hermano comprometido con votos temporales en la Sociedad de San Francisco de Sales. ¡Salesiano!
4.- Cualificación para la misión
Con el fin de ofrecer el mejor servicio a los jóvenes, por ellos estudiamos, nos formamos para ayudarles a llegar a ser en sus vidas lo que Dios les propone. Con vistas a la formación de la mente del educador salesiano, iniciamos los estudios filosóficos y de cualificación pastoral, independientemente de las opciones profesionales previamente contraídas en estudios civiles o como preferencias personales de especialización técnica o universitaria. Son años de intensa confrontación con el pensamiento contemporáneo, el diálogo con la cultura, el estudio de la condición juvenil, sus necesidades, sus posibilidades. Y siempre en contacto directo con la realidad del entorno juvenil, mediante actividades apostólicas en momentos señalados.
5.- Entrega generosa
Después de una especial intensidad de formación intelectual, se concluye la formación del corazón del salesiano pastor-educador con una inserción plena en la misión salesiana. Es el tirocinio. Unos años de entrega a la misión con el deseo de confirmar la opción vocacional por los jóvenes pobres, abandonados y en peligro, desde la vida y la misión salesiana.
6.- La vida como servicio
La formación inicial del salesiano se completa con los estudios para la formación específica: la preparación a la profesión como salesiano para siempre como salesiano coadjutor, y los estudios de teología para quienes sienten la vocación salesiana como sacerdote. En estos años se confirma la opción de vivir para siempre esta vocación salesiana de servicio a los jóvenes a los que Dios nos envía. Es la conclusión de todo el proceso formativo inicial, si bien el salesiano adquiere una conciencia de formación permanente como respuesta en fidelidad a la propia vocación.
7.- Hasta el último aliento, por los jóvenes
La vida del salesiano, estará ya orientada – en comunidad y como religioso consagrado – a la misión juvenil que es la que da el estilo a toda nuestra vida. Como Don Bosco, pensar, vivir y trabajar como salesiano, a quien ha descubierto esta vocación y la vive, nos lleva a comprender y anunciar que el servicio a Dios en los jóvenes es fruto del Amor de Dios, y que su Amor es capaz de llenar nuestra vida.
(fuente: sersalesiano.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario