Es una triste realidad que, hoy en día, cada vez son menos los jóvenes que se animan a tomar la trascendental decisión de casarse. Influyen varios factores en esta fobia al matrimonio que se va "contagiando" entre muchos jóvenes.
La gran mayoría opta por "irse a vivir juntos" argumentando que no necesitan "los papeles" o, tal vez, que se necesita de mucho dinero para casarse y dicen no estar dispuestos a hacer "semejante gasto".
El Diario Crítica publicó una interesante nota en donde habla de que, en promedio, una boda en la Ciudad de Buenos Aires demandaría unos $ 50.000 (¡¡¡cincuenta mil pesos!!!). El costo incluiría desde el vestido de la novia y el traje del novio, pasando por todo lo referente a la cena para unas 200 personas, más el baile hasta detalles ínfimos como el cotilllón, ornamentación, o la contratación de bailarines, magos y/o músicos. A la hora de armar todo, muchos novios quieren darle el toque personal a su casamiento... pero eso suele implicar más gastos.
Lo cierto es que entre tanto "circo", suele quedar perdido el verdadero sentido del matrimonio: quien se casa es, al igual que un sacerdote o un/a religioso/a, una persona consagrada en nombre de Dios; en este caso puntual, quien se casa consagra su propia vida para el cónyuge y para los hijos (¡cuántos/as se acobardan ante este desafío!). Todo lo que hace a la fiesta, comida, a los vestidos y ambientación es accesorio, lo esencial es el compromiso que se asume públicamente ante Dios y los demás. Entonces, si uno se ajusta a lo esencial, se cae en la cuenta que ni el traje del novio, ni el vestido de la novia son cuestiones esenciales para el Matrimonio; solo basta que la pareja haya madurado lo suficientemente su decisión y que lo manifieste abiertamente en el ritual católico. Si uno desea verdaderamente casarse, no puede poner como excusa el "no tener dinero para la fiesta".
Entre tanto preparativos para todos los detalles accesorios, se puede perder de vista la preparación de los corazones de los novios para asumir este compromiso de por vida; es así, que el cursillo de preparación para el Matrimonio que se dicta en las parroquias es tomado como un mero trámite...
Festejar el matrimonio con los seres queridos es algo totalmente válido y es positivo. Pero todo lo que implica lo superficial no debe hacernos perder de vista lo esencial del Matrimonio, ¿no te parece?
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