En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le dijo entonces: "Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús. (Mt 16, 13-19)
La meditación de este pasaje evangélico la podemos dividir en tres partes, a saber:
PRIMERO: Jesús suele hablar de si mismo con la expresión "El Hijo del Hombre", ¿qué quiere decir?En primer lugar explicaremos que Jesús no fue el primero o el único en usar esta expresión. De hecho, aparece más de 100 veces en el Antiguo Testamento. En muchos contextos significa "ser humano" o "simple mortal" (Num 23 19; Job 25 6; Sal 8 4; Si 17 30), y puede aplicarse a hombres como el profeta Ezequiel (Ez 2 1-3) o Daniel (Dn 8 17). En algunos pasajes del Evangelio parece que Jesús habla de sí mismo en dicha forma para enfatizar su total solidaridad con la humanidad. En este sentido Jesús es el "Hijo del Hombre" porque posee un
cuerpo auténticamente humano (Jn 6 53) y tiene la capacidad de actividades humanas como descansar (Mt 8 20), comer y beber (Lc 7 34), sufrir (Mc 8 31) y yacer en una tumba. (Mt 12 40).
SEGUNDO: Jesús quería saber si sus discípulos lo habían podido reconocer después de haber compartido un tiempo juntos; es por eso que empieza a preguntar primero sobre lo que la gente dice que es y después les lanza abiertamente la pregunta a ellos mismos. Pedro, movido por el mismo Espíritu Santo, es quien toma la palabra y le responde que lo reconocen como el Mesías que tanto esperaban los israelitas.
Sería bueno que cada uno de nosotros le responda a Jesús quien consideramos que es; pero no basta decir solo definir con palabras a Jesús, sino más bien hasta qué punto Él es una Presencia Viva que nos transforma día a día. Es importante poder decir que Dios vive dentro de nosotros y que lo podemos mostrar a los demás con pequeños hechos.
TERCERO: Por último, le dice a Pedro que él será la base de su Iglesia y quien la liderará una vez que Él vuelva a su Padre; este mandato especial que le da a este discípulo es fundamental para decir que la Iglesia Apostólica Romana es la única que ha fundado el mismo Jesucristo, ya que Pedro fue el primer Papa de la historia y, después de él, se fueron sucediendo otros Papas, hasta llegar a Benedicto XVI.
Muchas sectas y religiones que empeñan gran parte de su tiempo en atacar a Nuestra Madre Iglesia más que en adorar a Dios, no reparan en este pasaje evangélico tan fundamental para poder reconocer cuál es la verdadera Iglesia.
Sería bueno meditar acerca del sentido de pertenencia que cada uno de nosotros tiene para con Nuestra Madre Iglesia, cómo anda nuestro compromiso con nuestras parroquias y movimientos apostólicos. Muchos bautizados optan por la mediocridad de no participar y criticar desde afuera a lo que se hace adentro de la Iglesia; debemos aprender a convivir dentro de Nuestra Madre Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, el que está liderado ahora por Benedicto XVI y que formamos todos los que hemos recibido el Bautismo.
(fuente: www.encuentra.com)
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