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miércoles, 25 de junio de 2008

Introducción al Antiguo Testamento (V parte)

DAVID: EL REINO

INTRODUCCIÓN

"David es, por excelencia, el rey "según el corazón de Dios", el pastor que ruega por su pueblo y en su nombre, aquél cuya sumisión a la voluntad de Dios, cuya alabanza y arrepentimiento serán modelo de la oración del pueblo. Ungido de Dios, su oración es adhesión fiel a la promesa divina (Cf 2 Sam 7,18-29), confianza cordial y gozosa en Aquél que es el único Rey y Señor. En los Salmos, David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de la oración judía y cristiana. La oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de esta oración".

(Catecismo de la Iglesia Católica, 2579)

PARA AMPLIAR CONOCIMIENTOS

2.1. La época de los Jueces (1200-1020 a.C.)

Entre 1.250 y 1.050 a.C., los israelitas van penetrando lentamente en las tierras de Canaán e instalándose en ellas. Independientes las unas de las otras, las doce tribus de Jacob están, sin embargo, unidas por una misma fe en Dios, y se reúnen con ocasión de algunas fiestas para celebrar juntos el Dios salvador de su pueblo...

Tres rasgos caracterizan a este período de los Jueces:

1º) La falta de cohesión política: cada tribu se organiza independientemente y resuelve como puede sus problemas.

2º) Un profundo cambio en la forma de vida: las tribus se sedentarizan y se convierten en agricultores. Este cambio tendrá graves repercusiones sociales, económicas (posesión y reparto de la tierra cultivable) y religiosas (difusión del culto cananeo a Baal, dios que garantiza la fecundidad de la tierra).

3º) La continua amenaza de los pueblos vecinos: unas veces se trata de bandas madianitas que arrasan el territorio, destrozan los sembrados y roban cuanto encuentran; otras, de conflictos con Edom, o Moab, que les imponen fuertes tributos. Pero la principal amenaza la constituye un pueblo joven, que se ha establecido en la costa poco antes: los filisteos. Aunque pequeños en número y con un territorio muy reducido, su perfecta organización política y militar, junto con su elevado grado de industrialización para aquella época, le permite atacar y dominar continuamente a Israel. Esta amenaza filistea culmina el año 1050, con la derrota de los israleitas en Afec y la destrucción del santuario de Siló.

Tras esta derrota, las tribus israelitas caen en la cuenta de que es imposible defenderse de este poderoso enemigo si no se unen y organizan de forma nueva. En el espacio de pocos años se va a producir un cambio fundamental: la instauración de la monarquía.

2.2. La monarquía unida (1020-931 a. C.)

Los comienzos de la monarquía son difíciles, porque muchas personas, defensoras a ultranza de la tradición, piensan que ésta institución significa un atentado contra Dios, único Rey de Israel, y se oponen decididamente a ella. A pesar de las oposiciones, SAÚL es elegido rey y libra al pueblo de la amenza filistea, al menos temporalmente. Más tarde, obsesionado por la idea de perseguir a David para que no le usurpe el trono, descuida los auténticos problemas de gobierno, permite que los filisteos se refuercen, y terminará derrotado por ellos en la batalla de Gelboé, suicidándose ante la derrota inevitable.

A Saúl le sucede DAVID. Su nombramiento como rey revela un hecho interesante. Primero es elegido rey del sur; sólo al cabo de 7 años, le piden las tribus del norte que reine también sobre ellas. Esto demuestra que la unión conseguida en tiempos de Saúl era bastante superficial y no había eliminado las tensiones entre estos dos grandes bloques.

De cualquier modo, la amenaza filistea pudo más que los antagonismos, y las tribus volvieron a unirse. La primera decisión de David refleja gran inteligencia política. Necesita una capital para gobernar. Si escoge una ciudad del sur, los del norte se ofenderán; si la elige del norte, molestará a los del sur. Decide conquistar una ciudad cananea, que no pertenece a ninguna tribu, Jebús, conocida después como Jerusalén. A partir de este momento, será la capital del reino unido y la ciudad personal de David.

Su obra posterior podemos sintetizarla en dos puntos:

1º) Termina de conquistar todas las ciudades cananeas existentes en el territorio de Israel y las anexiona a su reino.

2º) Lleva a cabo una política expansionista, conquistando y sometiendo a una serie de pueblos vecinos. Así consiguió formar el imperio más poderoso de Siria-Palestina durante el siglo X a. C.

La sucesión de David está marcada por una serie de intrigas y derramamiento de sangre entre sus propios hijos. Le sucede SALOMÓN, que reina 40 años (971-931). Este reinado es uno de los momentos más gloriosos de la historia de Israel. Abandonando las guerras exteriores se dedica casi por completo a construir grandes edificios, como el templo de Jerusalén y su palacio; asegura la defensa nacional mediante la construcción y restauración de fortalezas; organiza el ejército y aumenta notablemente el número de carros de combate y la caballería. Pero, sobre todo, fomenta el comercio, controla el paso de las caravanas árabes, construye una flota para traer de África productos éxoticos. La riqueza aumenta de forma inesperada, las ciudades crecen, y se produce un fuerte fenómeno de inmigración.

Pero, sin darse cuenta, Salomón está poniendo piedra a piedra el fundamento de la división y la catástrofe. Sus grandes empresas cosntructoras le obligan a utilizar abundante mano de obra y exigen mucho dinero. Los primeros en tener que trabajar son los cananeos; luego obliga también a 30.000 israelitas a trabajos forzados. Y los impuestos crecen día a día. El pueblo comienza a cansarse de esta prosperidad conseguida a base de los más pobres; se harta de trabajar para mantener una burocracia absurda y al montón de parásitos que pululan por la corte.

Las tribus del sur, que ven en Salomón un rey de su propia sangre, no protestan demasiado. Pero las del norte no están dispuestas a soportar esta situación. Estalla la revuelta, capitaneada por Jeroboán, jefe de las brigadas de trabajadores del norte (especie de "enlace sindical"). Pero Salomón tiene fuerza suficiente para dominar la rebelión.

No obstante, a la muerte de Salomón, la situación no ha cambiado. Cuando su hijo ROBOÁN acude a Siquén para ser aceptado por las tribus del norte como nuevo rey, éstas le plantean claramente el problema: "Tu padre nos impuso un yugo pesado. Aligera tú ahora la dura servidumbre a que nos sujetó tu padre y el pesado yugo que nos echó encima, y te serviremos". Pero Roboán, dando muestra de soberana estupidez e ineptitud política les responde: "Si mi padre os impuso un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; si mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos". La respuesta de las tribus del norte no se hace esperar: "A tus tiendas Israel". Que el descendiente de David se las arregle como pueda. En este momento del año 931 a.C. se rompe la obra comenzada por Saúl. La monarquía unida ha durado menos de un siglo. A partir de ahora, existirán dos reinos, el del norte, Israel, y el del sur, Judá.

[Este resumen de la historia está tomado de J.L.SICRE, Introducción al Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella, 1992, p 291-94]

3. VOCABULARIO BIBLICO-TEOLÓGICO

* Rey - realeza: Israel, en su fe, ha reconocido al Señor como único Rey del Universo y de la historia. Pero en la historia concreta, Israel tendrá un rey como los demás pueblos. El rey tiene la obligación de defender al pueblo en la guerra, administrar la justicia en la paz, proteger el culto... En Israel nunca se divinizó al rey, a pesar de que fuera llamado hijo de Dios. Tampoco hizo de sacerdote. Y sobre todo, encontró en su camino profetas que se opusieron en nombre de Dios a sus ideas demasiado humanas, recordándole, lo mismo que al pueblo, las exigencias de la Alianza.

Dios, Rey del Universo y Rey de Israel, quiere establecer su reino en el mundo por medio del rey terreno: por eso elige a David, y le promete una dinastía que no tendrá fin. Israel no olvidará la promesa de Dios a David: «Te daré una dinastía... Tu casa y tu reino durará por siempre, y tu trono permanecerá para siempre» (2Sam 7). Pero la experiencia constantemente demos¬traba que los reyes desobedecían a Dios, cometían injusticias, se olvidaban del pueblo y se preocupaban sólo de su bienestar... Cuando desapareció la monarquía, con el destie¬rro de Babilonia, la esperanza en un nuevo reinado (Reinado de Dios, reinado de amor, paz, igualdad, alegría...) no desapareció, pero se transformó.

Esta esperanza de un Rey Ideal se irá haciendo más espiritual, aunque sin olvidar la figura de David. Así, surgirá en la mente de Israel la esperanza de un Mesías de Dios.

* Mesías: El término hebreo Mesías, se tradujo al griego por Christos: ambos significan el Ungido, la persona que ha recibido el poder divino, como David, marcado con la unción sagrada, símbolo de la penetración del Espíritu. ¿Cuáles serán los rasgos de ese Mesías? ¿Será un rey poderoso que trae la paz? (Is 9,5) ¿Un siervo doliente que carga con los sufrimientos de los hombres? (Is 53,1-12) ¿Un rey humilde montado en un pollino? (Zac 9,9) ¿El pastor que conduce a su rebaño? (Ez 34). Una pequeña parte de Israel seguirá esperando: «Vendrá el Hijo de David». La esperanza del Reinado de Dios camina a la par con la del Mesías de Dios.

Jesús no dijo nunca: «Yo soy el Mesías», porque el pueblo de Israel, que se encontraba dominado por los romanos, podía malinterpretar su mesianismo. Pero Él se presentó curando las enfermedades y perdonando los pecados, como pastor, como rey pacífico. En el momento de su condena por parte del Sanedrín, cuando ya era imposible cualquier ambigüedad y malinterpretación, aceptará abiertamente el título de Mesías y el de Hijo de Dios e Hijo del hombre (Mc 14,61-65). Cristo es el Mesías, pero no un mesías guerrillero o un mesías de corte humana, sino el Mesías de la cruz. El es el Rey, pero su trono es la cruz, signo del amor de Dios a los hombres.

"...Os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor" (Lc 2, 10-11)

PARA LEER EN LA FE

Israel pide un rey (1 Sam 8)

Desde el punto de vista político, las tribus dispersas de Israel necesitaban un "rey", es decir, un jefe estable común, que, a su muerte, pudiera transmitir la jefatura a uno de su familia. Si Israel no quería desaparecer como los cananeos, debía unir sus fuerzas y agrupar a sus hombres sobre un solo jefe. En este sentido, la monarquía era necesaria y positiva para Israel.

No obstante, desde el punto de vista religioso, hubo diversas reacciones. Podemos resumirlas en dos tendencias:

1) La primera opina que Israel ha de tener un rey como las demás naciones, para, en caso de guerra, luchar unidas todas las tribus. Eso sí, este rey ha de ser creyente y fiel a Dios como David, "el rey según el corazón de Dios".

2) La segunda corriente opina que sólo Dios es el Rey de Israel y que ningún hombre debe ocupar este puesto. En esta tendencia se enmarca el texto de 1 Sam 8, donde Samuel advierte de los peligros de la monarquía, peligros de injusticia, abusos, opresión, etc.

Al final, acaba triunfando la primera corriente: Dios dará al pueblo un rey, pero lo escoge él directamente, y el rey terrenal estará sometido al único Rey y Señor de la creación y de la historia, Dios.

* Reflexiona esta frase de Jesús: "Nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24)

Dios elige rey a David (1 Sam 16)

Abrahán, Moisés y David. Los tres grandes del pueblo de Israel. Tres monetos decisivos de su historia:
- el germen de un pueblo (Abrahán);
- su nacimiento (Moisés);
- la mayoría de edad (David y su reino).

La personalidad de David es la más rica y mejor trazada por la Biblia. Una completa figura humana. Conoció el dolor y la alegría; el éxito y el fracaso. Los libros de 1 y 2 Sam nos ofrecen un testimonio espontáneo y realista de David, el "Ungido de Yahvé".

La historia de David comienza en esta página bellísisma: su elección por Dios. El autor sagrado quiere dejar claro que no se trata de crear una monarquía rival a la de Saúl, sino de sustituir a Saúl por David en la única función real. Tiene prisa por enseñar la simpatía que se desprende este joven rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. El "Ungido" por Samuel es el pequeño de una familia de ocho: Así recordamos la doctrina bíblica de que Dios ama a los humildes, pequeños y sencillos.

Seguidamente David entra al servicio del rey Saúl, para calmar sus desequilibrios con la cítara y la poesía. De aquí arranca la imagen de David como "pequeño pastor" y "joven músico". El Rey guerrero fue también un gran poeta. Por eso la tradición judía le ha asignado la composición de numerosos salmos, recogidos en la Biblia.

Una casa para Dios (2 Sam 7,1-17)

En los temas anteriores hemos estudiado las grandes alianzas y promesas que Dios hizo con Israel. La primera tuvo como interlocutor a Abrahán a quien Dios promete una tierra, una descendencia innumerable y una bendición para todas las naciones. No obstante, la alianza, como tal, se sellará en el monte Sinaí en donde el Señor y su pueblo firmarán un pacto de vasallaje a tenor de unas cláusulas: el Decálogo. A esta Alianza del Sinaí se le añadió posteriormente una promesa de Dios a David: "Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre" (2 Sam 7,16). La profecía de Natán parece ser la concreción de la antigua promesa. Lo que Dios prometió a Abrahán se ha cumplido en David: una tierra propia, una gran pueblo y una bendición universal.

En hebreo el término "casa" tiene un doble sentido: puede significar una construcción (casa=templo), pero también una familia o descendencia (casa=dinastía). En 2 Sam 7 se juega con ambos significados: David quiere construir una "casa" para Dios (un templo), pero será Dios quien construya una "casa" para el rey (una dinastía).

En la profecía de Natán aparece un concepto de Dios bastante trascendente. Al parecer David decidió instalar el Arca de la Alianza en Jerusalén, la capital de su reino, para vincular la presencia de Dios a la realeza. En esta profecía, en cambio, Dios se revela no como un "Dios estático" que pueda ser encerrado y manipulado, sino como un "Dios libre y soberano": el Dios que guió y sigue guiando a su pueblo, que va a donde quiere, cuya presencia y acción son siempre imprevisibles.

Esta misma idea la recogerá Esteban, acusado de blasfemar contra el templo y la ley, en su discurso ante el Sumo Sacerdote: "... David agradó a Dios y suplicó el favor de encontrar un santuario para la estirpe de Jacob. Con todo fue Salomón quien le edificó una casa. Pero, el Altísimo no habita en casas construidas por la mano del hombre, como dice el profeta: 'El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies; ¿Por qué queréis edificarme una casa o un lugar para que descanse en él?¿No he hecho yo todas estas cosas?'" (Hech 7,46-50).

Unida a la promesa de una dinastía eterna estará una asombrosa afirmación: el rey será "hijo de Dios". David se considera como el «hijo» y el representante de Dios en la tierra. Idealizado por Israel, David permanecerá en la memoria del pueblo como el «rey según el corazón de Dios». Sus descendientes no serán como él. Tras la muerte de su hijo Salomón, el reino se divide en dos partes. Con el tiempo el reino desaparece¬rá... Pero, poco a poco, irá naciendo en el pueblo la esperanza de otro rey, el Mesías, el Cristo, hijo de David e Hijo de Dios... Este será Jesús de Nazaret. De ahí el hincapié sobre todo en los evangelios de la infancia de relacionar a Jesús con David:

Mt 1,1: "Genealogía de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán..."
Mt 2,1: "Jesús nació en Belén, un pueblo de Judá, en tiempos del rey Herodes..."
Lc 1,31-33: "...Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin"
Lc 2,10-11: "...Os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor"

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