En materia de drogas, hay quienes dudan sobre legalizar el consumo y hasta el tráfico de estos productos. El juez Garzón que se hizo famoso por detener a varios agentes de la Unidad Central de Investigación Fiscal Antidroga que habían entregado droga a confidentes, ahora es él el que dice entregaría droga gratis a los toxicómanos, y a la venta a cualquiera, si la sociedad lo demanda.
La eurocomisaria de Consumo Enma Bonino también tiene una posición ambigua, y decía un día que: "Las drogas son productos esencialmente agrícolas que, en un mercado libre, serían mucho menos caros".
Da la impresión que el Estado quiere obtener el monopolio del tráfico de drogas, con beneficios que se sumen a los del alcohol y tabaco. El contribuyente que ya paga la rehabilitación de toxicómanos, tendría que pagar la fabricación de las drogas a precios más competitivos que los del mercado negro.
Creen que legalizando las drogas se llegaría a una situación como la actual del alcohol, supuestamente sostenible. Piensan, erróneamente, que disminuiría la delincuencia, y los adictos, y sólo destrozarían sus vidas y las de sus familias.
Los extoxicómanos, los que quieren dejarlo, y los que les atienden, no quieren ni oír hablar de legalización, pues mayor publicidad sobre las drogas equivale a muchas vidas destruidas. Aunque la prohibición, en si misma, no arregla el problema, la legalización lo agravaría.
Sin embargo, el 27 de Febrero de 1995, en Viena, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo de la ONU, volvió a pronunciarse en contra de la legalización de las drogas. Legalizar el consumo y el tráfico significa alimentar la demanda.
El informe citaba el caso de Zurich para escarmentar en cabeza ajena. Allí, los muchos años de tolerancia habían llevaron a una triste situación en que las autoridades no son capaces de controlar un problema tremendo. Se toleró el consumo de drogas en un parque público (parque de las jeringuillas), y en una estación abandonada, pero el clima de peligrosidad creado en el entorno obligó a la policía a desalojar esos lugares. Los precios bajaron por no estar perseguido el tráfico, de modo que las drogas llegan a más personas y los drogadictos tienen más facilidades de obtener dosis mayores.
Tampoco las medidas sanitarias, como la distribución gratuita de jeringuillas mejoró la situación, sirvió para obstaculizar los programas de prevención y aumentar el número de drogadictos. El consumo se disparó, de igual forma que el número de muertos por sobredosis que en 1992 fue de 415. La criminalidad ligada al tráfico de drogas aumentó, pues al bajar los precios se produjo una lucha de los grupos de traficantes por el monopolio de la heroína. Se ha llegado a distribuir heroína gratis durante tres años, y eso sólo estaba consiguiendo mantener el ciclo de adicción de los drogadictos.
En Holanda comenzaron las narcosalas. En Amsterdam, el Ayuntamiento empezó a abrir en 1998 tres centros para drogodependientes sin hogar que podían consumir droga bajo el estricto "control" de un grupo de "asistentes sociales". Pero Holanda se está cuestionando la permisividad. Una agencia de prensa informaba que en Marzo del año 2000, los socialistas y liberales holandeses querían poner fin a los "coffeeshops", donde se puede comprar legalmente la marihuana. El Ministro de Justicia publicaba en abril nuevas normas, más estrictas, sobre la política de venta y de consumo de las drogas blandas. "Primero empezamos tolerando centros de droga para jóvenes, después los criminales se adueñaron de ellos para enriquecerse y ahora prácticamente toleramos la organización de redes criminales", decía Rob Hessink, uno de los altos cargos de la embajada de Holanda en París, a sus compatriotas. Rob Hessink, antiguo jefe de policía de Rotterdam, luchador de primera hora por la legalización de las drogas, es actualmente diplomático en Francia, el país que más duramente ha criticado la política de drogas de los Países Bajos.
La experiencia en Suecia es clarificadora. Según señaló Eva Brannmark, responsable del departamento antidroga de Estocolmo, las investigaciones llevadas a cabo en su país por el siquiatra Nils Berejot demostraron que el número de consumidores de droga crecía o disminuía según el grado de permisividad de las leyes, y que la droga figuraba entre las primeras causas de delincuencia. El doctor Berejot, asesor de la policía sueca, llevó a cabo un trabajo único en su género que fue decisivo para que en Suecia, en las intenciones de sus gobernantes, pasar de ser un "paraíso de la droga" (1965) a un país "libre de droga" (1977). El doctor Ulf Rydlerg, toxicólogo del instituto Karolinska, subrayó por su parte que hoy está comprobado que "hacer difícil o penalmente arriesgado el acceso a la droga hace que renuncie a usarla el 50% de los consumidores, que lo son ocasionalmente".
A finales de Marzo del 2000, Gran Bretaña rechazaba la liberalización de las leyes sobre drogas.
El gobierno inglés decidió rechazar las recomendaciones de una investigación que recomendó la liberalización de las leyes sobre la droga. Como informó el "Telegraph" (29/3/00) el informe recomendó mayor flexibilidad en las leyes que mandan a la cárcel a las personas culpables de poseer drogas como éxtasis, LSD y marihuana. El comité que investigó la cuestión opinó que la posesión de esas drogas debería ser castigada sólo con multas. Además, recomendó incluso que las penas por posesión de heroína y cocaína deberían reducirse drásticamente. Sin embargo, el gobierno declaró que no aceptaría las recomendaciones que algunos consideraban como el primer paso hacia la completa despenalización. Asimismo representantes de la policía comentaron que, al cambiar las leyes como el informe sugiere, se haría muy difícil arrestar a las personas por tenencia de drogas.
Un editorial de un diario británico sobre la cuestión juzgó que el informe carecía de una lógica coherente y que sería un error liberalizar las leyes sobre el uso de la droga. Aunque al mismo tiempo el periódico pidió una ulterior reflexión sobre los métodos actuales que la policía utiliza para combatir la droga. No se puede negar, continuó el editorial, que las leyes en vigor han fracasado en el intento de reducir el problema. El periódico destacaba que existía una contradicción en el informe, en cuanto a que el documento observaba la falta de información sobre los daños que las diversas drogas pueden causar a las personas, y al mismo tiempo propone reducir las penas por su uso. Sería difícil cambiar las leyes sobre la base de conocimientos inadecuados, apunta "The Times".
Marihuana: sigue la campaña para su legalización.
Un servicio de la agencia de noticias Zenit, del 2 de Junio del 2001 hacía un fiel análisis de cómo en muchas partes del mundo, las campañas que promueven la legalización de la droga van en aumento.
Las campañas en varios países para legalizar el uso de la marihuana continúan. Recientemente, en Canadá, el Diario de la Asociación Médica Canadiense argüía en un editorial que la posesión de cantidades limitadas de marihuana podría ser despenalizada. Según el «National Post» del 15 de mayo, el editorial mantiene que esta droga tiene un riesgo «negativo mínimo» para la salud cuando se usa con moderación. Además, la mitad de las detenciones por drogas en Canadá son por posesión de pequeñas cantidades de marihuana, indica el diario, y a menudo llevan a multas o periodos de cárcel y a un récord de delincuencia. Se estima que unos 600.000 canadienses tienen antecedentes delictivos por posesión de marihuana. Sólo en 1998, 19.200 adultos y jóvenes fueron acusados de posesión de marihuana.
Dr. John Hoey, editor de la publicación, dijo que de todas las drogas que usa la gente por sus efectos «psicoactivos», la marihuana parece ser la menos perjudicial. Sin embargo, hoy admite que hay alguna preocupación de que fumar marihuana puede conducir a otras drogas y que la inhalación del humo produce algún daño. De cualquier manera, según informa el «Globe and Mail» del 28 de mayo, la Asociación de la Policía Canadiense no está de acuerdo con la propuesta de legalizar la marihuana. El grupo, que representa a 30.000 policías, estará presente en la Comisión especial del Senado sobre Drogas Ilegales con una intervención que subraya los peligros de la despenalización de la droga. La Cámara de los Comunes votó que se creara la comisión, que tendrá un plazo de 18 meses para estudiar las leyes sobre droga, como parte de una revisión de la política canadiense sobre sustancias estupefacientes.
La asociación policial indica que hay «cada vez menor percepción del riesgo de daños en el uso de drogas, y una cada vez más débil desaprobación moral del empleo de estas sustancias». Pero, según Dale Orban, director de la Asociación de Policía Regina, «el coste de la liberalización de la droga será astronómico, no sólo en cuanto a atención sanitaria y servicios sociales, sino también en términos auténticamente humanos».
No existe un uso seguro de las drogas ilícitas, incluyendo la marihuana, añadió, porque la marihuana interrumpe la actividad cerebral, abarcando el razonamiento, la concentración y la memoria reciente. Canadá debería aprender de los errores de otros países, tales como Holanda, que -dijo- ha llegado a la conclusión de que el delito, la violencia y el uso de drogas van de la mano. Orban urgió a Canadá a seguir el ejemplo de Suecia, que adoptó una estrategia de erradicación de la droga después de políticas más permisivas en los años sesenta y setenta.
Además de la investigación parlamentaria, el Tribunal Supremo de Canadá considerará un caso este año en el que se debate si los cargos criminales por el uso personal de marihuana violan los derechos constitucionales, informaba el «Wall Street Journal» del 29 de mayo. Asimismo, en abril, el ministro de Salud, Allan Rock propuso extender el uso medicinal de la marihuana no sólo a los pacientes de cáncer, a los que se les permite consumir la droga, sino a quienes sufren sida y otras enfermedades terminales, artritis severa, esclerosis múltiple, lesiones medulares y epilepsia.
Facilidades en Europa
Mientras tanto, las leyes contra el uso de la marihuana en Europa se están relajando. En Suiza, según el «New York Times» del 25 de marzo, las autoridades están haciendo la vista gorda al uso de la marihuana, al menos en algunas zonas. En la zona de Suiza que rodea a Berna, hay una actitud tolerante hacia la droga. Pero las leyes se aplican más estrictamente en la parte occidental francófona del país.
Un sondeo gubernamental de febrero comprobó que uno de cada cuatro de los siete millones de habitantes ha fumado marihuana. Entre los 90.000 que se estima la fuman diariamente, cerca de un tercio son adolescentes. Otras 500.000 personas se piensa que la fuman de manera ocasional.
En marzo, los funcionarios anunciaron que había que inclinarse a la «realidad social» y que se deberían dar pasos para eliminar las penas por consumo de marihuana y hachís, y levantar algunas restricciones a su venta y producción. La decisión está en el punto de mira de algunas agencias de la ONU, que eran ya críticas con el programa suizo que proporciona jeringuillas y heroína a algunos adictos endurecidos, en un esfuerzo por reducir la criminalidad y la difusión del sida. Los cambios propuestos, que no es probable que entren en vigor hasta 2003, han despertado inevitablemente la comparación con Holanda, donde las «cafeterías» de marihuana se han convertido en parte de la identidad nacional. La apertura controlada en Suiza al mercado del cannabis, una vez que se apruebe por el Parlamento, podría ir más allá de la ley holandesa, donde el consumo de cannabis está despenalizado sólo en parte.
Pero la aprobación de la iniciativa por el Parlamento está lejos de ser segura. El Partido del Pueblo Suizo dice que luchará contra cualquier cambio en un referéndum nacional. En 1998, los votantes rechazaron una iniciativa más amplia para legalizar el consumo de droga.
En el resto de Europa, según un artículo de «El País» del 7 de mayo, sólo cuatro estados miembros de la Unión Europea -Suecia, Francia, Finlandia y Grecia-, siguen penalizando con cierta severidad el uso de marihuana. En otros países el uso de cantidades limitadas de marihuana para consumo personal no es materia de delito o las sanciones son desdeñables. En España y en Italia hay multas por su uso, sin embargo no implican una decisión judicial que provoque antecedentes penales. Otros, como Bélgica y Luxemburgo, están en proceso de cambiar las normas con el fin de permitir el uso de la marihuana. En Irlanda sólo la posesión, y no el uso de la droga, está penalizado. Mientras que en Alemania, Austria y Dinamarca, las autoridades permiten la posesión y el uso de pequeñas cantidades de marihuana.
En Holanda, si las últimas propuestas van adelante, la venta de marihuana será estimulada con la apertura de negocios a los que se puede acceder conduciendo. Según el «New York Times» del 28 de mayo, la ciudad de Venlo desea abrir dos tiendas en las que los «turistas de la droga» puedan comprar pequeñas cantidades de marihuana y hachís sin tener que bajarse del coche. Venlo tiene cinco cafeterías con licencia en las que los clientes pueden servirse sus marcas favoritas de marihuana y hachís, y tiene una afluencia constante de compradores alemanes que cruzan la cercana frontera. Como resultado, la ciudad está ahora plagada de traficantes ilegales de droga.
Según Elke Haanraadts, el responsable del proyecto municipal, la idea es situar las tiendas de droga para conductores fuera de la ciudad, incluso más cerca de la frontera alemana, que está a media milla. La esperanza es que los traficantes se vayan también fuera de la ciudad.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos veta el uso de marihuana.
En Estados Unidos la tolerancia al uso de marihuana con fines terapéuticos ha sido prohibida por el Tribunal Supremo el pasado 14 de mayo. Según el «New York Times» del 15 de mayo, el Tribunal, en una decisión de 8 a 0, sentenció que la ley federal no permite una excepción por «necesidad médica» a la prohibición de la distribución de marihuana.
La sentencia no cambia las iniciativas en algunos estados para permitir el uso de marihuana con fines médicos. El tribunal sentenció que la inclusión de la marihuana por parte del Congreso en la lista de drogas "Schedule I" bajo la Ley de sustancias controladas significa que «no se acepta actualmente el uso médico en tratamiento en Estados Unidos». Alaska, Arizona, Colorado, Oregón y Washington, sumándose a California, Nevada y Maine, han aprobado iniciativas para el uso de la marihuana con fines médicos en los últimos años. Los partidarios del uso de la marihuana en medicina dicen que esta campaña podría continuar a pesar de la decisión del Tribunal Supremo.
(fuente: http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/)
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