Este día deberíamos, no sólo admirar a esas mujeres, sino también a imitarlas en su fe, sobre todo cuando el racionalismo quiera imponernos sus criterios. Jesús Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, nos pide que nos acerquemos a Él, como las santas mujeres, dispuestos a remover cualquier obstáculo, por muy grande que sea, que nos impida demostrarle todo nuestro amor.
Obedezcamos con prontitud el mandato misionero. Vayamos y anunciemos a Cristo Resucitado. No nos digamos sólo cristianos, seamos auténticos apóstoles, comuniquemos nuestra fe en Cristo a los demás. Anunciemos con nuestra vida toda que vivimos para Él.
El Evangelio nos dice que Jesús, va delante de nosotros, es decir, nos acompaña dondequiera que vayamos. Nos da su Espíritu Santo para superar los temores, el miedo a la entrega, el respeto humano, la falta de generosidad… nos da el ardor para predicar el Evangelio.
Propósito
Que los demás vean el testimonio de mi alegría, porque Cristo está conmigo para siempre.
(fuente: regnumchriristi.org)
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