CON ALEGRÍA. A lo largo del recorrido, los fieles acompañaron el rezo del Santo Rosario con cánticos dedicados a María Auxiliadora, que dirigió un coro desde el patio del Colegio Don Bosco. |
Cerca de 10.000 personas acompañaron la procesión de ayer por las calles cercanas al Colegio Don Bosco.
El sol de la siesta, que acompañó durante los primeros tramos de la procesión celebrada ayer por las calles aledañas a los colegios Don Bosco y María Auxiliadora, ya había dejado paso a una brisa fresca que obligó a los fieles a buscar cualquier reparo posible en el patio donde se celebraba la misa. Pero nadie se movió de su lugar. Ni bien terminó la comunión y cuando ya eran casi las 18 (la procesión se había iniciado pasadas las 14,30), los 13 jóvenes llegados desde el Noviciado de Alta Gracia subieron y se ubicaron detrás del altar, ante el aplauso de todos los presentes. Allí, ante la vista de las numerosa concurrencia que durante la procesión casi llegó a las 10.000 almas, hicieron su acto de abandono ante María Auxiliadora: una profesión de fe en la que manifestaron su intención de poner su vida y su corazón a los pies de la Virgen, y pedirle su protección para la etapa por la que se encuentran atravesando, previa al ingreso al seminario para ser sacerdotes. En realidad, son 14 los jóvenes que se encuentran en esa localidad cordobesa viviendo la experiencia del noviciado, pero uno de ellos no pudo viajar y sólo lo hicieron 13, quienes apenas terminó la oración recibieron el saludo del arzobispo de San Juan, monseñor Alfonso Delgado. Un aplauso cariñoso de la multitud despidió a los jóvenes, que quisieron estar presentes en la festividad de su patrona, María Auxiliadora, para manifestar públicamente su entrega a ella, en el presente y en su futura vida sacerdotal. Y como cierre de tan profundo acto de fe, una suelta de palomas coronó la celebración, como testimonio de una oración terrenal que unió a tantos corazones durante la fría tarde del domingo.
Pasadas las 16,30 ingresó la procesión al patio del Colegio Don Bosco y al hacerlo, prácticamente no quedó ningún lugar libre. Muchos se ubicaron en las galerías altas mientras otros buscaban los débiles rayos del sol para disponerse a escuchar la misa, celebrada por el arzobispo de San Juan, monseñor Alfonso Delgado, a quien acompañaron sacerdotes locales y otros que vinieron especialmente para la ocasión. Y pese al frío, todos se quedaron hasta el final de la misa, retirándose con la promesa de volver a reencontrarse en el mismo lugar, bajo la mirada protectora de María Auxiliadora.
(fuente: www.diariodecuyo.com.ar)
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