En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "Si me aman, cumplirán mis mandamientos; Yo le rogaré al Padre y El les enviará otro Consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque Yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que Yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí y Yo en ustedes. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, Yo también lo amaré y me manifestaré a él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
El Espíritu Santo está presente en la vida de aquella persona que sigue a Cristo Resucitado. Fue el propio Jesús el que nos presentó tan digno defensor. Sabe bien el Maestro que necesitamos ayuda y cercanía en nuestro caminar por los senderos del mundo.
"Si me aman, obedecerán mis mandamientos." Buen comienzo. Amar de verdad, a la forma de Dios, es obedecer su voluntad. Pero ¿Cómo puede una persona obedecer a quien desconoce?
Hay personas que "piensan" que creen en Dios. Otros dicen "que tienen fe". Algunos que "creen en Dios más que nadie..." Pero la experiencia vital de la fe va por otros caminos. No es suficiente creer que se tiene fe; la fe hay que vivirla en lo profundo del corazón y en la vida diaria. Vemos con frecuencia como personas que dicen tener fe viven en una realidad inmadura, infantilizada, congelada en las vivencias del pasado. Jesús nos promete un Defensor para que la vivencia de fe en nuestra vida se purifique y se acerque más y más a Dios.
El Defensor que Jesús pide para nosotros es "el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes." No exagero si digo que en muchos aspectos de nuestra vida personal y social la verdad ha pasado a un segundo plano.
¿De qué nos defiende el Espíritu de la verdad que Jesús nos promete?:
En primer lugar nos defiende de nosotros mismos, de nuestros temores, de nuestro ocultamiento de la verdad personal. Disfrazamos lo que somos ante los demás pero somos tan habilidosos que también nos montamos un carnaval interior y terminamos por creernos que eso es la verdad en nuestra vida. Necesitamos un defensor de nosotros mismos. Los cristianos somos conscientes de la fragilidad humana, de la nuestra y de los otros. Sabemos que hacemos grandes proyectos en todos los aspectos de la vida, pero muchas veces todo se queda en grandes decepciones.El Espíritu de la verdad (Dios) nos sitúa en la realidad de nuestra naturaleza. No nos hace creer que somos mayores de lo que somos ni menores de lo que en realidad somos.
Nos defiende también del mundo que no quiere conocer ni ver a Dios. La cuestión no es alejarse del mundo o no, el tema es saber estar en el mundo según Dios quiere. El reto de los cristianos continúa siendo "estar en el mundo sin ser del mundo." Quien no ama no conoce a Dios y esto trasciende la propia vivencia personal y se convierte en algo público: una persona que no conoce a Dios es un eslabón de un mundo donde lo que Dios nos viene a traer no existe. Un mundo sin Dios es el fracaso de la profunda realidad humana.
Nos defiende de las ideologías que intentan ocultar la propia realidad y dignidad humana. Bajo el pretexto de la igualdad y la dignidad humanas se nos ofrecen una y otra vez alternativas caducas que aparentemente dan respuesta al corazón humano. Muchos cristianos pueden caer en esas tentaciones. El pensar que las ideologías de las mentes humanas son más completas que la mente del Señor nos puede llevar a un auténtico fracaso existencial. El ser humano no se explica sólo por la psicología, la sociología o cualquier otra ciencia humana. Todas estas disciplinas son notarias de una realidad, pero la respuesta al ser humano siempre tiene que pasar y llegar a su corazón. Todo lo demás son sólo buenas intenciones.
Nos defiende de nuestra división interior. Ocurre que muchas veces no sabemos en qué lugar de nuestra vida colocamos a Dios: ¿en los sentimientos? ¿en los pensamientos? ¿en los razonamientos?... Dios tiene que ocupar pacíficamente nuestra realidad interior. Es lo que llamamos la conversión. Pero la conversión es un proceso donde muchas veces mi principal enemigo soy yo. El Defensor viene para orientarnos en nuestro caminar diario.
Jesús no nos abandona. Cuando oímos a una persona que "Dios se ha olvidado de mí..." recordemos siempre estas palabras. Él sabe de nuestras miserias y proyectos; el conoce el barro del que estamos hechos.
No te desesperes cuando todo en tu vida vaya mal o regular. No dejes que los problemas hundan tu vida; deja que tu vida hunda los problemas. Siempre procuro tener presente en mi vida que Dios va conmigo al ritmo que yo puedo andar. Si camino, Él está a mi lado. Si me detengo, Él se para conmigo. Si me siento a descansar, Él está reposando a mi lado. Si corro, Él corre a mi lado... Hay personas que se pasan toda la vida frustrados porque quieren ir al ritmo de Dios. Esto para las personas es poco menos que imposible. Su paso es mucho más largo y profundo que el nuestro. La cosa está en caminar junto a Dios en nuestra vida. Tratar de que siempre estemos a su lado y saber que Él se adapta a nuestro caminar. Nuestro proceso es su camino. Dios se adapta a la realidad de cada persona sin dejar de ser Dios. No es un Señor a nuestra medida, sino que somos nosotros quien dejándole acercar a nuestra vida lo hacemos caminante de mi propio camino. Ni Él pierde su identidad ni yo la mía. Somos distintos pero vamos juntos por los mares del mundo.
"El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama." (v.21) A los niños de mi parroquia les enseñamos que los mandamientos son diez más uno. No son once. Los mandamientos son diez, pero les recordamos aquello de "Un mandamiento nuevo les doy; que se amen unos a otros como yo les amo." Cumplir los diez mandamientos más uno es hacer presente a Dios en nuestra vida y en la de los demás. El Señor nos asegura que viviendo esta realidad es como el ser humano se realiza como persona y como creyente, para hacernos "ver" esta realidad necesitamos de un Defensor porque muchas veces nuestra mirada es insuficiente... y nuestro corazón también...
Para reflexionar:
- ¿Cómo notas que está presente el Defensor en tu vida?
- ¿Qué es para ti vivir en la verdad?
- ¿Qué significa "estar en el mundo sin ser del mundo"?
- ¿Vas al ritmo de Dios o dejas que Dios vaya a tu ritmo?
- ¿Cómo vives el mandamiento del amor? ¿Cuáles son los mayores obstáculos para vivirlo?
(fuente: www.buzoncatolico.es)
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