palabras de Benedicto XVI para los jóvenes
Domingo, 04 de julio 2010
¿Cómo se puede reconocer el llamado de Dios? Bueno, el secreto de la vocación es la capacidad de distinguir y de alegría, escuchar y seguir su voz. Pero para hacer esto, debe acostumbrar a nuestros corazones, para reconocer al Señor, para sentirse como una persona que está cerca de mí y me ama.
Como lo dije esta mañana, es importante aprender a vivir momentos de silencio interior en su día para poder escuchar la voz del Señor. Estar seguro de que si uno aprende a escuchar esta voz y seguir con generosidad, no tiene miedo de nada, saber y sentir que Dios está con él, con ella, que es amigo, padre y hermano.
En una palabra: el secreto de la vocación está en la relación con Dios en oración que crece en el silencio interior, la capacidad de escuchar lo que Dios está cerca. Y esto es cierto tanto antes de elegir, a la vez, es decir, de decidir y se van, o después, si quiere ser fiel y perseverar en el camino. San Pedro Celestino fue antes de todo esto: un hombre que escucha, el silencio interior, un hombre de oración, un hombre de Dios, queridos jóvenes siempre encuentran un espacio en su día para que Dios escuche y hable con él!
Y aquí, yo diría que una segunda cosa: la verdadera oración no es en absoluto ajena a la realidad. Si le rezas para escaparte de la realidad, ten cuidado: no sería la verdadera oración! Por el contrario, el diálogo con Dios es la garantía de la verdad, la verdad con uno mismo y con los demás, y por lo tanto de la libertad. Estar con Dios, escuchar su Palabra, el Evangelio, en la liturgia de la Iglesia, defendida por el resplandor de orgullo y presunción, de la moda y de la conformidad, y da la fuerza para ser verdaderamente libres, incluso de ciertas tentaciones disfrazadas de cosas buenas.
Por lo que fue San Celestino V: él sabía cómo actuar de acuerdo a la conciencia en la obediencia a Dios, y por lo tanto, sin miedo y con gran coraje, incluso en tiempos difíciles, tales como los relacionados con su corto pontificado, no por temor a perder su dignidad, sino que el conocimiento Esta es la verdad. Y el garante de la verdad es Dios el que le sigue no tiene miedo de abandonar, incluso a sí mismo, su propia idea, porque "los que tienen a Dios, no le falta nada", como Santa Teresa de Ávila dijo.
¡Queridos amigos y amigas! La fe y la oración no puede resolver los problemas, pero le permiten hacer frente a una luz y una fuerza nueva, de una manera digna del hombre, y también más pacífica y eficaz. Si miramos la historia vemos que la Iglesia está llena de figuras de santos y beatos que, comenzando un diálogo intenso y constante con Dios, iluminada por la fe, han sido capaces de encontrar soluciones creativas, siempre nuevas, para satisfacer las necesidades humanas en todo el concreto de los siglos: la salud, la educación, el trabajo, y así sucesivamente. Su iniciativa fue animada por el Espíritu Santo y un amor fuerte y generoso por los demás, especialmente los más vulnerables y desfavorecidos.
¡Queridos jóvenes! Déjense conquistar por Cristo, totalmente! Conseguir que también, con la decisión, el camino de la santidad, es decir, de estar en contacto, de conformidad con Dios - el camino está abierto a todos - porque esto te hará más creativo en la búsqueda de soluciones a los problemas encontrados, y buscar juntos!
Tal vez ustedes dirían: pero si nos fijamos, por ejemplo, a San Pedro Celestino, la elección de la vida de ermitaño no era tal vez el individualismo, el escape de la responsabilidad? Por supuesto, existe la tentación. Sin embargo, en experimentos aprobados por la Iglesia, la vida solitaria de oración y penitencia es siempre la de servir a la comunidad, abierto a los demás, nunca en oposición a las necesidades de la comunidad. Las ermitas y monasterios son oasis y manantiales de la vida espiritual de la cual todos pueden sacar. El monje no vive para si mismo sino para los demás, y es por el bien de la Iglesia y la sociedad que cultiva la vida contemplativa, porque la Iglesia y la sociedad siempre puede ser irrigada por las nuevas energías, por la acción del Señor.
Queridos jóvenes! Amen a sus comunidades cristianas, no tengan miedo a comprometerse a vivir juntos la experiencia de la fe! Amamos a la Iglesia le ha dado la fe, yo conocía a Cristo!
El joven rico del Evangelio, después de que Jesús le pidió que dejara todo y le siguiera, como sabemos, se fue triste porque era muy unido a sus bienes (cf. Mt 19:22). Para los cristianos, esucristo es lo más valioso y, aunque es difícil de seguir, vale más que cualquier otra cosa. ¿Creen ustedes que Dios es la perla de gran valor que da valor a todo lo demás: familia, estudio, trabajo, amor humano ... la vida misma?. ¿Entiende usted que Dios no quita nada, sino que le da el "ciento" y hace que su vida eterna, porque Dios es amor infinito, el único que satisface a nuestros corazones?.
¡Queridos jóvenes! Mantengan su entusiasmo, su alegría, la que proviene de haber conocido al Señor y saben cómo comunicarse con sus familiares, amigos y compañeros!
Amén.
(fuente: www.vatican.va)
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