Las enfermedades sexuales no dejan de crecer incluso en países ricos y concienciados; el condón no cubre algunas zonas de contagio.
Los partidarios del "sexo seguro" son acusados de corromper a los jóvenes con valores faltos de moral y a los que se oponen se les considera fanáticos despreocupados del hecho científico y que imponen su ortodoxia a la sociedad. Necesitamos mirar más allá de los intereses personales para centrarnos en la ciencia clínica y en las evidencias de salud pública.
Un principio fundamental de la medicina es la adherencia al hecho científico y a la prueba experimental para desarrollar tratamientos y programas que aumenten y sostengan la salud pública. La evidencia muestra que el control efectivo de las ETS (enfermedades de transmisión sexual) no vinculadas al VIH entre la ciudadanía debe ir más allá de las aproximaciones centradas en el uso del preservativo.
Alcance de la protección
En primer lugar, los preservativos no pueden ser una respuesta definitiva a las ETS porque no proporcionan suficiente protección contra la transmisión de muchas enfermedades comunes.
Las infecciones por contacto dérmico, como el virus del papiloma humano, el virus del herpes simple, la sífilis, el linfogranuloma venéreo o el chancroide, se trasmiten frecuentemente a pesar de la barrera de protección.
Aunque los preservativos previenen el contacto entre la piel del pene y la mucosa vaginal, las relaciones sexuales generalmente conllevan contacto en el área genital externa, y los preservativos proporcionan una limitada protección contra los patógenos que se encuentran en la parte externa de los genitales.
Las lesiones clínicas y subclínicas en el monte de Venus, en la vulva de la mujer o en el escroto del hombre, por ejemplo, no están cubiertas y se pueden transmitir fácilmente a pesar del uso del preservativo.
Los patógenos más comunes trasmitidos sexualmente (el virus del papiloma humano y el virus del herpes simple) se dispersan con frecuencia en los genitales infectados y se transmiten a través del contacto físico.
Las secuelas de estas infecciones comunes incluyen varios tipos de cáncer, disfunción crónica sexual o posibilidad de convertirse en fuente de transmisión vertical de estos organismos infecciosos.
Pero el principal problema de los preservativos es que la mayoría de la gente, sobre todo los jóvenes, no los usan siempre, a pesar del conocimiento o la educación.
Las investigaciones epidemiológicas muestran continuamente que la familiaridad que se toma con los preservativos y la concienciación de los riesgos no está funcionando en la vida real. Según un reciente estudio, menos del 8 por ciento de las parejas discordantes para el herpes utilizaban el preservativo en cada acto sexual.
Incluso entre las parejas adultas ya consolidadas, que eran discordantes al VIH y que habían recibido un extensivo y constante asesoramiento sobre el riesgo de contraer el virus, el uso del preservativo sólo alcanzaba el 48,4 por ciento de forma habitual.
El implacable aumento de las ETS no tiene precedentes a pesar de los esfuerzos educativos y de la promoción de los preservativos, algo que está ratificado por la falta de éxito de estas políticas.
En numerosos estudios se demuestra que los esfuerzos coordinados para promover el uso del preservativo fallan constantemente como control de las ETS (incluso en países con programas avanzados de educación sexual, como Canadá, Suecia y Suiza; en la provincia de Alberta, en Canadá, los índices de clamidia y gonorrea se han triplicado desde 1998 a pesar de la omnipresente educación en "sexo seguro").
Los informes con menores índices de ETS como resultado de la generalización del uso del preservativo vienen de países como Tailandia o Camboya, que se están centrando en los preservativos como estrategia primordial.
Sin embargo, el cuidadoso escrutinio de los datos sugiere que los cambios en el comportamiento sexual (menos compañeros, menos sexo casual y un menor abuso de trabajadoras sexuales) están siendo fundamentales para la reducción de los índices de infección.
La Organización Mundial de la Salud estima que dos tercios de las ETS se propagan entre adolescentes y adultos jóvenes. Las investigaciones muestran que la arriesgada actividad sexual detectada entre la gente más joven puede deberse no a una verdadera necesidad sexual, sino a problemas socioculturales.
La promoción de los preservativos como respuesta no permite encontrar una solución para dichas necesidades sociales y emocionales que resultan esenciales en los jóvenes. Con frecuencia caen en comportamientos sexuales de alto riesgo como consecuencia de diferentes circunstancias difíciles de sus vidas.
Después de los continuos fallos, el supuesto "sexo seguro" necesita ser desmantelado en favor de políticas sanitarias públicas creíbles.
Tomado del British Medical Journal del 04/02/2008,
artículo de Stephen J. Genuis con traducción española de www.sinsida.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario