Buenos Aires, 19 Set. 11 (AICA) “El Estado es laico, pero no debe ser laicista. Esto significa que es sumamente contradictorio prohibir lo religioso particular en nombre de una supuesta igualdad general. La ciudad de Buenos Aires deberá decidir entre ser laica o laicista, comenzando el incierto derrotero de excluir a Dios de sus espacios públicos en el nombre de una falsa igualdad religiosa. ¡En mi nombre, no por favor!”
Así se expresa en una nota enviada a AICA el contador público Marcelo Figueroa, miembro de una Iglesia Evangélica y durante casi 25 años responsable de la Sociedad Bíblica Argentina.
El texto de la nota, que titula “¿Fin de las imágenes religiosas en Buenos Aires?”, dice:
“No poca controversia religiosa está causando un proyecto que se presentará en la Comisión de Cultura de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. El mismo impulsará la prohibición de exhibir imágenes o motivos religiosos en dependencias públicas porteñas y obligará a quitar las existentes. Otorga solo excepciones para cementerios y hospitales, siempre que tengan un espacio reservado y se garantice la participación de otros credos. El proyecto fue presentado por los diputados María José Lubertino y Rafael Gentili.
“Desde mi identidad cristiana evangélica, me identifico claramente con un Estado laico a la vez de reconocer que las imágenes religiosas no están contenidas en la liturgia protestante. Por lo tanto, y desde esa perspectiva particular, debería estar a favor de este proyecto, aun admitiendo que la presencia de esas imágenes no afecta a mi religiosidad personal. Pero eso sería tener una visión pequeña que desconoce el planteo de fondo.
“Resulta obvio que las imágenes cuestionadas son las pertenecientes a la Iglesia Católica, para quienes tales imágenes sí son importantes. Por lo tanto, son sus fieles quienes se verían afectados en su sensibilidad religiosa por esta prohibición que incluye –como se dijo- la remoción de las ya instaladas. Por solidaridad ecuménica entonces, no puedo apoyar lo que a mis hermanos les causará una profunda tristeza en su identidad de fe.
“Por último, el Estado es laico, pero no debe ser laicista. Esto significa que es sumamente contradictorio prohibir lo religioso particular en nombre de una supuesta igualdad general. Los que transitamos en el encuentro ecuménico y el diálogo interreligioso sabemos que la suma de las partes es una construcción inclusiva y superadora del todo. Solo un ejemplo: La semana pasada, se atacó un monumento a la Biblia en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, con pintadas con leyendas tales como “Basta de símbolos religiosos en espacios públicos”.
La ciudad de Buenos Aires deberá decidir entonces entre ser laica o laicista, comenzando el incierto derrotero de excluir a Dios de sus espacios públicos en el nombre de una falsa igualdad religiosa. ¡En mi nombre, no por favor! Marcelo Figueroa.+
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