Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 6, 24, 35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste acá?" Jesús les contestó: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquel pan hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el padre lo ha marcado con su sello".
Ellos le dijeron: "¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?" Respondió Jesús: "La obra de Dios consiste en que crean en Aquel a quien El ha enviado". Entonces la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a realizar Tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo". Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo". Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan" Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a Mí no tendrá hambre y el que cree en Mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
Los Domingos XVII-XXI del Tiempo Ordinario del Ciclo B toman el texto evangélico, del capítulo 6º de San Juan. De hecho, como es frecuente en el cuarto evangelio, se trata de un texto en el que la exposición de ideas avanza “en espiral”,lo cual produce una impresión de repetición y hace difícil descubrir en él una estructura precisa. Las explicaciones de Jesús se producen en forma de diálogo, como respuesta a los comentarios o a las críticas de los diversos colectivos que intervienen en la narración.
Este capítulo que tiene 71 versículos, lo podemos dividir en cinco apartados: vv. 1-15, la multiplicación de los panes ( Domingo XVII); vv. 16-21, la marcha de Jesús sobre las aguas ( estos vv.los omite el Domingo XVIII)Los vv. 22-50 tratan del Discurso sobre el pan de vida; los vv. 51-59 son el Discurso Eucarístico y los vv. 60-71 son las Palabras de vida eterna.
Los vv. 25-34 vienen a ser un prefacio o introducción al discurso del pan de vida; son el texto evangélico de este domingo XVIII.
“Maestro,¿ cuándo has venido aquí?” ( Jn.6, 25) Nos parece una pregunta inofensiva, quizá un poco fruto de la admiración y del interés. Nos sorprende la respuesta del Maestro:” Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros” ( v.26)Jesús quiere decir que no han comprendido el verdadero significado de los signos. La gente sólo ha tenido en cuenta el aspecto material del milagro y no ha llegado a reflexionar sobre su significado. El Signo no es lo mismo que el Milagro. El milagro es el significado inmediato: alimentar a los que tienen hambre; el signo está abierto a un significado más amplio, que trasciende lo próximo.
A San Juan le interesa encontrar una ocasión para habla del pan de vida; quizá forzando un poco la situación, pues su respuesta es un tanto extraña, aprovecha esta oportunidad para tratar sobre el pan de vida. “ Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna” ( v. 27) La idea no es que el alimento dure para siempre sino que es incorruptible, porque da la vida eterna. “ el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.”. Es Jesús, el Hijo del Hombre, el que acreditado por el Padre con el sello de su autoridad, el único que puede proporcionar al hombre el alimento mencionado. Todavía estamos escuchando el eco de la conversación de Jesús con la samaritana:” Todo el que bebe de esta agua, volverá a tener sed, en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed.” ( Jn. 4, 13-14)
“¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?” ( v.28). Los seguidores del Maestro han quedado impactados por ese trabajad. Respondió Jesús: “ Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que El ha enviado.” ( v.29). El trabajo de la fe es el mejor de los trabajos; la fe es una actitud, que expresa la aceptación de esa persona, con la cual estamos hablando, dialogando. El agua, el nuevo nacimiento, el pan de vida, en el cuarto evangelio se fundamentan en la aceptación del Hijo del Hombre. “ ¿ Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti?”. Pronto han olvidado la admiración que sintieron ante la multiplicación de los panes:” Este hombre tiene que ser el profeta que debía venir al mundo” ( v.14)Juan no nos quiere contar lo que sucedió, sino que desea presentar su pensamiento acerca del pan de vida. Le viene bien al caso el hacer una interpretación espiritual del maná en el desierto, por esto mismo pone en boca de los seguidores de Jesús.” Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”. Verdaderamente Moisés, según ellos, se ganó la estima, la confianza de los israelitas, pues hizo tal milagro. La liberación de Egipto, la marcha hacia la tierra prometida y la conquista de ésta, son los ejes sobre los cuales se fundamenta la fe del pueblo de Dios del Antiguo Testamento.
Jesús hace una lectura propia, interpreta el milagro del maná:” Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.” Moisés fue un instrumento de Dios y además el maná era figura, anticipo, tipo de otro pan ” Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo”. ( v. 33). Lo mismo que la samaritana le pidió a Jesús el agua verdadera, que quita la seda para siempre; lo mismo sucede aquí:” Entonces le dijeron. Señor, danos siempre de ese pan” ( v. 34) Aquí termina la introducción al Discurso del pan de vida, que comienza en el versículo siguiente hasta el v. 50, que leeremos en el domingo XIX. Ante esta pregunta, Jesús no puede quedarse mudo; debe responder y así lo hace:” Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed” ( v. 35)
El texto evangélico hace referencia al libro del Exodo. Vamos a analizar la primera lectura, Exodo 16,2-4.12-15, para poder entender mejor todo lo que hemos dicho acerca de los vv. 24-35 del capítulo 6 de san Juan.
La primera gran parte del libro del Exodo ha explicado la situación de esclavitud en que se encuentran los israelitas en Egipto y su liberación, que se produce por la intervención de Dios bajo el caudillaje de Moisés. A continuación a partir del capítulo 15,22 empieza la narración de la larga peregrinación de Israel a través del desierto, hasta alcanzar la tierra prometida.
La murmuración, la queja del pueblo de Israel, durante la travesía del desierto, es denominador común. “ En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo... Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad” ( Ex 16,2-3) El hombre siente mucho su corporeidad, incluso cuando quiere seguir al Señor. Si ésta no queda satisfecha, surge la crítica. “ He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi parte: al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro” ( v.12)Dios se preocupa del hombre total: de su corporeidad y de su espíritu. No es fácil olvidar la parte espiritual del hombre, máxime cuando se escuchan murmuraciones. Tanto en la primera lectura, como en el evangelio, se nos exhorta a hacer dos lecturas de la realidad: la que viene de Dios y la que viene de los hombres. “ ¿ Qué es esto? Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: Es el pan que el Señor os da de comer.” (v.15).
La segunda lectura es de la carta a los Efesios, 4,17.20-24. En líneas generales podemos decir al querer comentar este texto apostólico: Pablo contrapone la vida de pecado de aquellas sociedades paganas, a la vida virtuosa que deben llevar los cristianos. Es la diferencia entre el hombre viejo, y el hombre nuevo. El hombre nuevo es el hombre interior, creado a imagen de Dios, regenerado por Cristo, que bajo la acción del Espíritu Santo adopta una nueva manera de pensar y de actuar que se manifiesta en obras de bondad y misericordia, de humildad y mansedumbre.
Concluyendo: Los signos exigen una verdadera interpretación, esa que el Maestro desea. Los Israelitas deben fiarse de Dios, aunque sus cuerpos sientan el hambre y la sed. Existe otro ángulo de visión, el proporcionado por el Espíritu:” Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios” ( Ef. 4, 24)
escrito por el Padre Luis Rubio Remacha OCD
(fuente: www.homiletica.org)
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