La emperatriz Elena estaba en Jerusalén. Ya sabes que era la madre del emperador Constantino, el que acabó con las persecuciones a los cristianos.
Ella estaba plenamente convencida de que había encontrado en el Monte Calvario la verdadera cruz de Cristo. Por eso mandó edificar juntamente con su hijo una basílica en ese lugar pero que englobara el Calvario y el Santo Sepulcro.
Le pusieron por nombre la basílica de la “Resurrección”. La consagraron el 14 de septiembre. Como consecuencia, este día se eligió para celebrar la fiesta que se llama la “Exaltación de la preciosa y vivificadora Cruz”.
Su rito fundamental consiste en una manifestación solemne de la reliquia de la verdadera cruz. Este gesto fue para todo el mundo la clara señal de que la Cruz era gloriosa porque en ella fue vencida la muerte y de ella surgió la nueva vida para los hombres.
La fiesta se extendió muy pronto a Constantinopla, en donde conoció un esplendor sensacional a partir del siglo VII, debido a que los persas infieles se habían apoderado de Jerusalén y se llevaron la Cruz verdadera a su país como estandarte y signo de victoria.
El emperador Heraclio fue a tomarla y la llevó triunfalmente a Constantinopla como el símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte.
Desde entonces la fiesta se fue extendiendo por toda la Iglesia y reliquias de esta Cruz se distribuyeron por muchos lugares del mundo cristiano.
Esta fiesta está enraizada con el día de la Expiación:"El décimo día de este séptimo mes será el día de la Expiación, en el que ofreceréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor del Señor. Durante siete días habitaréis en cabañas"( Levítico 23).
El madero de la Cruz lo han considerado los cristianos como el trono donde el Señor reina, vence y salva. Por eso es objeto de veneración, que no de beatería.
(fuente: www.donbosco.es)
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