Un español noble y honrado, buen cristiano, llamado Juan Sánchez, había obtenido años atrás unos terrenos en la margen derecha del Guanare a unas 5 leguas de la Villa de Espíritu Santo que es la ciudad de Guanare.
Varios años llevaban los Indios Cospes sin que los civilizadores extranjeros hubieran podido conseguir que ellos descendieran a tomar parte en el aprendizaje del cultivo de los campos y de la Doctrina Cristiana. Estaban, según refieren en la historia, en aquellos lugares de la montaña en donde ellos se habían ocultado hacia las fuentes del río Tucupido y su margen derecha.
Aquí se dejó ver la Virgen no solo del Jefe de la Tribu sino de varios otros indios y es también donde les mandó a que fueran a donde los blancos Españoles a que los Bautizaran; por indicación de la Virgen, los Indios en número de varios centenares dejaron la montaña y se pusieron a las órdenes de Juan Sánchez quien les fijó para su residencia y trabajo unos campos de su propiedad conocidos con el nombre de Coromoto, nombre propio de una quebrada en la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare de la cual toma la denominación de aquel paraje la Santísima Virgen que allí apareció.
Según refiera la Historia la Virgen de Coromoto apareció repetidas veces a los Indios cospes y no solamente a los mayores sino también a los hijos de éstos según testimonio de los que fueron Párrocos de Guanare en el tiempo no lejano de las apariciones.
La primera Aparición tuvo lugar en el año de 1651 cuando el cacique de los Cospes se dirigía en compañía de su mujer al trabajo de campo. Al llegar a una quebrada, una hermosa Señora que sostenía en sus brazos un precioso niño, apareció caminando sobre las aguas diciéndoles en la lengua propia de los Indios "salgan a donde están los blancos para que les echen agua sobre sus cabezas para subir al Cielo".
El Cacique de los Cospes que en un principio asistía gustoso a las instrucciones catequísticas disgustó luego añorando sin duda la soledad de los bosques y se retiró sin recibir el bautismo. Triste y meditabundo estaba el Indio recostado en su choza días antes de su fuga. Con él se hallaban su esposa, su hermana Isabel y un hijo de éste el cual era llamado Juan.
Todo era silencio en la noche pues las Indias al ver de tan mal humor al Cacique que no se atrevían a decir palabra. Habrían transcurrido algunos instantes desde la llegada del cacique cuando de modo visible y corpóreo se presentó la Virgen Santísima en el umbral del bohío, despidiendo rayos abundantes como los rayos del sol a medio día, según palabras de la India Isabel, que iluminaron el recinto con celestial claridad.
Al verla el Cacique pensó que la Gran Señora venía a reprocharle su mal proceder y le dijo: "¿Hasta cuándo me quieres perseguir?" bien te puedes volver, no he de hacer más lo que tú me mandes. Por ti dejé mis conucos y he venido a pasar trabajos. Como las mujeres reprendieron al Indio el modo como trataba a la Bella Mujer, le dijo a la Virgen que lo miraba sonriente: ¿ con matarte me dejarás? Adelantándose entonces la Virgen hacia el Cacique, él se abalanzó sobre ella para asirla del brazo y echarla fuera quedando todo envuelto en tinieblas. Aquí la tengo, dice el Indio en tono de furia y triunfo. Muéstrala para verla responden las mujeres y a la luz de las ascuas que arden en el tosco fogón, abrió el Indio su mano y contemplan todos el retrato de la bella mujer.
El pobre Indio resistió por algún tiempo más la acción de la gracia que golpeaba insistentemente a las puertas de su corazón, pero al fin, la Virgen salió triunfante pues el Cacique al verse mortalmente herido por la mordedura de una serpiente cuando huía a la espesura de la selva, pidió a gritos el Bautismo que le fue suministrado por un buen Cristiano de la Ciudad de Barinas.
De las palabras que la Virgen dijo al Cacique y a los Indios Cospes desde la primera de sus apariciones era que "Salieran a donde estaban los Blancos para que les echara agua en la cabeza para ir al Cielo". Se deduce que la Virgen se constituyó en Misionera de los Indios Venezolanos siendo en la Aurora de la Fe del nuevo mundo como un sol brillantísimo que irradiara los más fulgurantes resplandores. Mas no hizo sus apariciones solo para convertir a los Indios sino que dejó su retrato en esta tierra privilegiada para que la iluminara en la sucesión de los tiempos. No significa otra cosa los múltiples prodigios que su poder ha obrado en favor de sus devotos y continúa obrando en el orden de la naturaleza como el de la gracia para conservar siempre el vivo rescoldo de la Fe en el pueblo Venezolano.
Muchas son las devociones marianas como las distintas advocaciones de la Santísima Virgen en nuestra Patria. Todas son sin duda dignas de consideración y aprecio pero ninguna como la de la Virgen de Coromoto. Ella es la primera en el orden del tiempo pues ninguna como ella puede remontarse a los tiempos de la Evangelización primitiva de los Indios cuando la Fe empezaba a nacer en tierras Americanas. Ella es la única que tiene por origen la aparición real de la Santísima Virgen en persona a nuestros aborígenes, dejándoles el don inestimable de su imagen. Ella es la que con más fuerzas atrae los corazones de toda Venezuela pues desde las remotas regiones acudieron llenos de Fe y amor los peregrinos.
Ella, por tanto, tiene más derechos que ninguna otra devoción a ser proclamada Patrona Celestial de nuestra Patria.
Proclámala tú muy alto en el fondo de tu corazón, entronízala en tu hogar y conviértete en el apóstol de la devoción a Nuestra Señora de Coromoto.
El 1º de mayo de 1942 fue declarada Patrona de Venezuela por el Episcopado Nacional. El 7 de octubre de 1944, S. S. Pío XXII, la declaró "Celeste y Principal Patrona de toda la República de Venezuela", su coronación canónica se celebró en 1952. El Santuario Nacional a la Virgen de Coromoto fue declarado Basílica por S. S. Pío XII el 24 de mayo de 1949.
(fuente: www.infancia-misionera.com)
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