Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó los pasajes bíblicos de la liturgia de hoy, en los que "luego del pecado original, Dios se dirige a la serpiente, que representa a Satanás, lo maldice y le hace una promesa: ‘pondré enemistad entre ti y la serpiente, entre su estirpe y la suya: ella te aplastará la cabeza y tu acecharás su calcañar’. Es el anuncio de una victoria: Satanás en los inicios de la creación parece estar mejor, pero habrá un hijo de mujer que le aplastará la cabeza. Así, mediante la estirpe de la mujer, Dios mismo vencerá".
Esa mujer, continuó el Papa, "es la Virgen María, de la cual ha nacido Jesucristo que, con su sacrificio, ha vencido una vez y para siempre al antiguo tentador. Por ello, en tantas imágenes o estatuas de la Inmaculada, Ella está representada en el acto de aplastar a una serpiente con sus pies".
El Santo Padre resaltó luego que en María, "la humilde y auténtica hija de Israel, verdadera Sión en donde Dios quiere poner su morada", se puede ver la obediencia; que la distingue de Adán y Eva, pues "permanece obediente a la voluntad del Señor, ya que toda ella pronuncia un ‘sí’ y se pone plenamente a disposición del divino designio. Es la nueva Eva, verdadera ‘madre de todos los vivientes’, de cuantos por la fe de Cristo reciben la vida eterna".
"¡Queridos amigos, qué alegría inmensa tener como Madre a María Inmaculada! Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y las sugestiones del mal, podemos dirigirnos a Ella. Y nuestro corazón recibe luz y consuelo. También en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos hijos suyos y que las raíces de nuestra existencia van a lo profundo en la infinita gracia de Dios".
Seguidamente Benedicto XVI explicó que "la Iglesia misma, aún expuesta a los influjos negativos del mundo, encuentra en Ella la estrella para orientarse y seguir la ruta que le indica Cristo. María es en efecto la Madre de la Iglesia, como han proclamado solemnemente el Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II".
Por lo tanto, continuó, "mientras rendimos gracias a Dios por este signo estupendo de su bondad, encomendemos a la Virgen Inmaculada a cada uno de nosotros, nuestras familias y las comunidades, a toda la Iglesia y al mundo entero. Lo haré yo también esta tarde, según la tradición, a los pies del monumento dedicado a Ella, en la Plaza de España".
Tras saludar a los miembros de la Pontificia Academia de la Inmaculada, liderada por el Cardenal Andrea Maria Deskur, el Papa se dirigió a los presentes en la Plaza de San Pedro en diversos idiomas. En español el Papa recordó que "la Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima, tan arraigada en España y en los países latinoamericanos".
"La Purísima, como es denominada la Virgen en la liturgia de este día, fue preservada de toda mancha de pecado para ser digna morada del Cordero Inocente, abogada de gracia y ejemplo de santidad".
"Que el Señor nos conceda el don, por intercesión de la ‘llena de gracia’, de purificarnos interiormente en este tiempo de Adviento para acoger con prontitud la venida de Cristo a nuestras vidas. Muchas gracias", concluyó.
(fuente: http://www.aciprensa.com/)
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