Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Seguimos transitando este tiempo de Adviento, ya por el segundo de los cuatro domingos previos a la celebración de la Navidad y Nuestra Madre Iglesia nos propone meditar sobre este pasaje en donde Juan El Bautista anuncia la llegada de Jesús para anunciar la Buena Nueva. La invitación de Juan es a la conversión, es decir, sin dejar de tener la mirada en las cosas de este mundo, poner a Dios como centro de nuestras vidas.
Claro que una cosa es decirlo así de simple y otra muy distinta es llevarlo a la práctica. Poner a Dios en el centro significa abandonar todo aquello que, precisamente, nos aleja de Él: egoísmos, rencores, orgullos vanos, mezquindades y, sobre todo, el pecado. Lograr despegarnos de todo eso implica un considerable esfuerzo espiritual... pero es necesario para purificar el propio corazón y así estar en paz con Dios. Pero no estamos solos en este camino a la Navidad: Dios nos conoce a cada uno profundamente, hasta lo más íntimo, sabe de nuestras fortalezas y de nuestras flaquezas y por eso nos tiende Su Mano para que podamos realizar el proceso personal de conversión.
Para las ocasiones especiales como por ejemplo, un cumpleaños, un bautismo, un casamiento o un aniversario, uno trata de prepararse adecuadamente para participar de ese encuentro tan especial con los seres queridos. Para los cristianos, Jesús es muy especial: es quien da sentido a nuestra existencia. Y Navidad es un tiempo muy especial para la conversión. Si nos decimos cristianos, debemos tener puesta la mirada en Cristo y dar gracias porque Dios se hizo uno de nosotros para salvarnos del pecado y redimirnos. Debemos preparar nuestro corazón en estos días para poder vivir a pleno la Nochebuena.
Pero podemos caer fácilmente en la tentación de que la Navidad nos pase de largo entre inútiles consumismos y festejos vacíos en donde el homenajeado principal "brilla por su ausencia". Al margen de la situación personal con la que lleguemos a este próximo 25 de diciembre, debemos mirar con amor al Dios Hijo tan frágil y tan inocente en un pesebre: eso alimentará nuestro espíritu.
Estamos cada vez más cerca de Navidad. Preparemos el camino que llega el Señor. ¡Ánimos!
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