En tal sentido, hay que destacar el hecho de que en el plano médico la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA), de modo muy controvertido, excluyó en 1974 la homosexualidad como trastorno de la sección Desviaciones sexuales de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (el DSM-II), haciéndolo con una mayoría simple de los miembros generales de la misma (58%). La decisión fue fruto de una convulsiva votación: 5.816 votos a favor y 3.817 votos en contra, y cabe señalar que para la votación no hubo posibilidad de argumentar con estudios científicos, por lo que fue la primera y única vez que una decisión científica se resolvía por simple votación, lo que provocó fuertes reacciones en la Asociación y la promesa de no tratar nunca más cuestiones psiquiátricas de manera tan poco rigurosa en el futuro.
Y existe mucha polémica respecto a las razones de este cambio, puesto que no hay ninguna constancia de que la decisión se haya basado en la investigación científica sino en una simple votación. Y esta decisión es la que inspiró que el 17 de mayo de 1990, de manera bastante similar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyera la homosexualidad de su Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud. En lo personal considero importante saber cuáles son las razones por las cuales 3.817 psiquiatras votaron explícitamente en pro de la afirmación de que la conducta gay tiene base patológica, y esto demandaría un estudio más serio de la cuestión.
En cuanto a las consecuencias médicas, enfermedades y daños físicos a los que los gays (homosexuales activos) son vulnerables, estos podrían clasificarse del siguiente modo:
1. En un porcentaje significativo, la conducta homosexual no es racional sino compulsiva, y exige tratamiento para restablecer el dominio de la crisis neurótica que le da origen a la compulsión (al menos en un 30 %).
2. El 78% de quienes adoptan el estilo de vida gay contraen enfermedades transmitidas sexualmente: VIH-SIDA, gonorrea, infecciones de clamidia de tracoma, sífilis, herpes simplex, verrugas genitales, piojos púbicos, sarna, etc.
3. El SIDA en sus inicios llegó a convertirse en una pandemia a través de las actividades homosexuales activos (gays); y un ejemplo incontrastable del drama de la homosexualidad como vehículo implacable para la transmisión del SIDA, es el dramático incremento del contagio en las cárceles.
4. El estilo de vida gay determinó que, en 1992, el 83% del total de casos de SIDA en los Estados Unidos se diera entre varones con prácticas homosexuales y bisexuales, siendo los varones bisexuales el principal medio de transmisión de esta enfermedad a la comunidad heterosexual.
5. De acuerdo con los Centros para el Control de la Enfermedad del HIV-SIDA (CDC), los hombres homosexuales tienen muchas más probabilidades de contraer el SIDA que la población heterosexual en general.
6. Según el Departamento de Sanidad Pública de San Francisco, 75.323 casos de hepatitis registrados en hospitales públicos del Estado, 54.342 eran de personas con prácticas homosexuales (más del 70 %); y téngase en cuenta que San Francisco es el estado que tiene más gays. Y también hay estadísticas oficiales de otros lugares que confirman este hecho acaecido, en el último año, en realción al contagio de la hepatitis: Denver 29%, Nueva York 66%, Toronto 56%, Montreal 42% y Melbourne 26%.
7. La proporción de los suicidios en los gays (homosexuales activos), se llega a incrementar hasta un 1.300 % en relación a los heterosexuales u homosexuales no activos (es decir, los no gays).
8. El sexo anal, reivindicado insistentemente por el estilo de vida gay, es una conducta netamente anti-sanitaria, puesto que genera incontinencia fecal, hemorroides, fisura anal, cuerpos extraños alojados en el recto, desgarros rectosigmoideos, proctitis alérgica, edema penil, sinusitis química, quemaduras de nitrito inhalado, etc.; pues el ano y el recto son órganos que tienen la función única y exclusiva de excretar los desechos digestivos del cuerpo, y no poseen producción propia de lubricantes, la cual es necesaria para facilitar la penetración; además la mucosa es delicada y sus vasos sanguíneos pueden desgarrarse fácilmente y facilitar los contagios de modo exponencial. Y solamente la ceguera axiológica y médica podría aprobar la difusión de este tipo de conductas.
9. Soy consciente de que la pornografía sexual, que hoy día se promueve incluso en la televisión pública como oferta explícita, insiste en el sexo oral y el sexo anal como variantes normales de la cópula heterosexual; pero, en realidad, es poco serio dejar a un lado los estudios incontrastables que señalan los riesgos anti-sanitarios de estas uniones, por lo que considero que si este estilo de vida pretende el amparo de la ley, e incluso la adopción de niños, primero haría falta no tener miedo a enfrentar la verdad de los hechos y estudiar la cuestión, pero no al estilo norteamericano, es decir, por votación, sino por argumentación e investigación.
10. Teniendo en cuenta que en el debate habido el 15 de abril de 2010, en los que se autorizó a someter a la Cámara de Diputados el proyecto inicial de equiparación del matrimonio y las uniones gays, los defensores del proyecto, entre otros , María Elena Chieno, diputada de Corrientes por el “Frente para la Victoria”, tras alegar ser experta en “temas de género” y especialista en “violencia familiar”, afirmó que los que se oponen al proyecto “lo hacen por temor” al derecho de adopción, ella considera que, en este sentido, “el mayor peligro está en las parejas heterosexuales”, porque “la familia tradicional no me da ninguna garantía”. Esta cuestión, que no la introduzco yo, sino los defensores del proyecto, merece respuesta. Concretamente, los registros estatales confeccionados en los Estados Unidos enseñan que la población pederasta es homosexual en un 87 % de los casos; y téngase en cuenta que las personas con tendencias homosexuales (homosexuales no activos y activos –es decir, gays), sólo suman entre el 1 y 4 % de la población (según como se contabilicen las estadísticas). Y en estos tiempos en que tanto se ha fustigado a clérigos católicos por la pedofilia, hay que destacar que, en más del 90 % de los casos registrados en este sentido en los Estados Unidos, el clérigo pedofílico era también homosexual. Y considero importante tenerlo en cuenta especialmente a la hora de considerar que la equiparación plena de las uniones gays y el matrimonio conlleva, en relación a los gays, la potencial entrega en adopción de niños. Además, sabido es que los movimientos gay pugnan por reducir la edad legal o de consentimiento para las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y por más que se pretenda atribuir otras intenciones a este hecho, esto no deja de ser una triste realidad tendiente a evitar la avalancha de sanciones legales por pederastia y pedofilia; al respecto invito a que se observe en las propuestas de modificación al Código Penal de la Nación, la llamativa coincidencia de los nombres de los diputados que avalan la reducción de la edad del estupro y la de quienes propugnan legitimar las uniones gay.
11. La práctica homosexual reduce en 20 años la esperanza de vida, aumenta 5 a 10 veces el riesgo de SIDA, y entre el 70% y el 78% de los gays han asegurado haber tenido una enfermedad de transmisión sexual.
12. Las personas (adultos y jóvenes) con prácticas homosexuales activas (gays), son más propensas a padecer enfermedades mentales (depresión, ansiedad, trastornos de conducta), abusar de las drogas y del alcohol y experimentar tendencias suicidas; y, en relación a esto último, la tasa de suicidios, comparada con la población heterosexual, en los Estados Unidos es de 1 a 13; lo cual demuestra que, cuando el cuadro patológico homosexual es severo, es necesario priorizar un tratamiento… en vez de negar la realidad.
En el 2007 se dijo: "El Sida es una enfermedad homosexual: acepten esto y pongan punto final al debate" (Jean Lorri, Directora ejecutiva del "Centro Homosexual y Lésbico" de Los Ángeles, California); y, en el 2008: "Señores, siendo homosexual o bisexual el 70 por ciento de las personas en este país que viven con Sida, no podemos negar que el HIV es una enfermedad homosexual, y tenemos que aceptar este hecho y enfrentarlo" (Matt Foreman, en su discurso de despedida como Director de la National Gay and Lesbian Task Force -una de las más agresivas instituciones pro-gay de los Estados Unidos).
Los gay insisten en inculcar que el Sida no sólo es homosexual, pero ahora tienen un nuevo problema, el mortal estafilococo dorado del Sida, está sufriendo una nueva y peligrosa mutación que sólo se contagia, casi exclusivamente, por la vía de la práctica de actos homosexuales.
escrito por P. Chiessa
(fuente: www.salvemosalafamilia.com.ar)
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