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miércoles, 26 de mayo de 2010

Para orar cuando estás cansado o deprimido

"Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo, y aprendan de mi, que soy sencillo y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus vidas. Porqu mi yugo es suave y mi carga ligera." (Mateo 11, 28-30)


PALARA DE DIOS

Paciencia en la prueba


→ “¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Porque superada la prueba recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman”. (Santiago 1, 12)



La fuerza nos viene de Dios


→ “¿Es que no lo sabías? ¿O es que no lo has oído? Dios eterno, Dios, creador de la tierra hasta sus bordes, no se cansa ni se fatiga; imposible escrutar su inteligencia. Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta. Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que a los que esperan en Dios él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse.” (Isaías 40, 28-31)



No dejarse abatir por la tristeza


→ “No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos. La alegría de corazón es vida para el hombre, y la felicidad le alarga los días. Distrae tu alma y consuela tu corazón, aparta de ti la tristeza; pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho. Envidia y malhumor acortan los días,” (Eclesiástico 30, 21-24)


Distinguir la tristeza buena de la mala


→ “En efecto, la tristeza según Dios produce un irreversible arrepentimiento para la salvación; mas la tristeza del mundo produce la muerte. Mirad qué ha producido entre vosotros esa tristeza según Dios: ¡qué interés, qué disculpas, qué enojo, qué temor, qué añoranza, qué afán, qué escarmiento”. (2ª. Corintios 7, 10-11)


Las fuentes de la alegría para el cristiano

→ “«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
(Mateo 5, 3-10)



Palabras de esperanza


→ “En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.” (Juan 16, 20-21)



Confianza en el consuelo que viene de Dios

“Yo cambiaré su duelo en risas, los consolaré y transformaré en alegría su dolor.” (Jeremías 31, 13)


→ “Yo haré que cicatrice tu llaga, y sanaré tus heridas.” (Jeremías 30, 17)


→ “El que anda a oscuras y carece de claridad confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios.” (Isaías 50, 10)


→ “En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados”. (Isaías 57, 15)


→ “Clamarás, y Yahvé te responderá; pedirás socorro y dirá «aquí estoy».” (Isaías 58, 9)


→ “Seréis alimentados, en brazos seréis llevados, sobre las rodillas seréis acariciados. Como aquél a quien su madre consuela, así yo os consolaré”. (Isaías 66, 12-13)

→ “¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore.” (Santiago 5, 13)


ORACIONES

Lo que Jesús nos ofrece:
Si lloras, estoy deseando consolarte.
Si eres débil, te daré mi fuerza y mi energía.
Si nadie te necesita, yo te busco.
Si eres inútil, yo no puedo prescindir de ti.
Si estás vacío, mi plenitud te colmará.
Si tienes miedo, te llevo sobre mis espaldas.
Si quieres caminar, iré contigo.
Si me llamas, vengo siempre.
Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte.

(R. Prieto)


No tengo ganas de rezar

Esta tarde, Señor, no tengo ganas de rezar. No me sale hablar contigo hoy. Y no sé porqué. La apatía me domina. O tal vez, tengo miedo a escucharte. No quiero hacer ningún esfuerzo. Sólo desearía dormir, dormir profundamente, para que el tiempo pase, este tiempo de rutina y de flojera. Me acuerdo de que Jesús siempre nos dice: Sean perfectos...
Otras veces este consejo me animaba y me ponía en plan. Hoy, la verdad, no me dice nada...
Lo único que puedo decirte es, Señor,
Aquí me tienes, como soy.
Mi pobreza es posible que te complazca.
Mi sinceridad me dice que tú aceptas siempre lo que cada uno es, lo que cada quien tiene.
Esta tarde sólo tengo que presentarte esta mi situación lamentable.
Seguro que no puedo ofrecerte un día perfecto, nada extraordinario, nada importante.
Sí te presento lo que ahora siento: apatía, desgana. Recuerdo tantos días de silencio, Jesús, que tú pasaste en Nazaret. ¡Tantos días, tantos años! ¿Para qué?
Me hace pensar que tú también habrías tenido días aburridos, haciendo siempre lo mismo: del taller a la fuente, de la plaza a la sinagoga, con los mismos vecinos, con las mismas palabras, día tras día, año tras año, sin otro horizonte que las cuatro casas de tu desconocido e ignorado Nazaret.
Pero, allí, en tales situaciones, en tal aburrimiento, tú te entregabas al Padre con generosidad y esto era lo que te reconfortaba y lo que te reanimaba. Aquí me tienes, Señor Jesús, queriendo romper mi pereza, para comunicarme contigo. Acepta lo que tengo, tan mío. No tengo otra cosa que presentarte hoy. Si nadie te ama, mi alegría es amarte.


REFLEXION

Como cristianos no buscamos “una felicidad fácil (la paz de Cristo no es como la que da el mundo, nos dice el Evangelio); es la felicidad de una realización profunda según el plan de Dios, que es siempre salvación y hasta de alegría. El riesgo de privarse de esa felicidad o paz como conjunto de bienes que la constituyen, se encuentra en la resistencia a esa llamada, en perder la oportunidad de llegar a ser lo que Dios quiere que seamos. Por eso se requiere un sincero discernimiento de la Voluntad de Dios sobre nuestras vidas.” (Monseñor José Delicado Baeza, Arzobispo emérito de Valladolid)



TESTIMONIO DE LOS SANTOS

→ “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón inquieto estará hasta que no descanse en ti” (San Agustín)

→ “Entro la caridad en mi corazón junto con la necesidad de olvidarme perpetuamente de mi misma, y desde entonces fui dichosa”. (Santa Teresita del Niño Jesús)

(fuente: catholic.net)

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