Tanto en el noviazgo, como en el matrimonio, hace falta tiempo para edificar una pareja o vida en común armónicamente. ¿Por qué?, como muy bien afirma Gauthier “porque el hombre y al mujer son básicamente diferentes”, y esas diferencias las han de reconocer ambos para construir una unidad en la alteridad con garantías de éxito.
Todo lo que crea Dios es diferente. En la obra de Dios no se da la uniformidad monocolor, sino la unidad en la diferencia respetada y asumida. Dios crea al hombre y a la mujer diferentes y semejantes el uno al otro. Si nos crea a su Imagen y semejanza. Y Dios es Unidad en la diversidad. Y Dios todo lo ve bueno.
El hombre es un ser sexuado. Y en la pareja humana hay una clara diferencia sexual, teniendo en cuenta que la sexualidad no se reduce a la genitalidad, no es asunto sólo biológico, sino que abarca a toda la persona, a la parte física, a la psíquica, y a la espiritual. Cada sexo (masculino y femenino) lleva consigo unas cualidades, unas actitudes, unos valores y virtudes que hacen posible la complementariedad, y la mutua atracción. La diferencia sexual es la gran diferencia entre el hombre y la mujer, con todo lo que esto lleva consigo. Como afirma el autor citado, el hombre y la mujer son dos sexos separados, precisamente la palabra sexualidad viene del latín secare, que quiere decir “separar”.
Los sexos tienen una igualdad fundamental, pero son diferentes. Hay en ambos sexos una diferencia psicológica, aunque algunos afirman que en ello no influyen tanto los sexos como la cultura y la historia. Es verdad que estas diferencias cambian de un pueblo a otro, de una civilización a otro. Es verdad que hoy en casi todos los campos en los que ya casi no hace falta la fuerza física, la mujer está a la altura del hombre, y a veces le supera. Lo que ocurre es que tradicionalmente a la mujer le ha estado vedado muchos puestos de trabajo y responsabilidades que parecían reservadas al sexo masculino. Hoy vemos a mujeres en el ejército, en la construcción, dirigiendo empresas, conduciendo grandes vehículos de transporte. Y aunque llama la atención ver a una mujer pilotando un avión o un barco, la realidad está ahí. Hay una diferencia en ciertos aspectos, y una igualdad de oportunidades en otros.
Nos dice Gauthier de un modo rotundo que no existe un hombre cien por cien y una mujer cien por cien. Toda persona tiene algo del sexo contrario. No hablamos aquí de los casos extremados que se salen de lo normal.
Cada uno nace ya con su sexualidad, y también con sus características propias. Hay hombres que responden menos a lo que se esperaba de su sexo que las propias mujeres. Y eso no quiere decir nada, sino que somos distintos incluso en la diferencia. Cuando una pareja ha de vivir juntos, han de saber cómo son, cuales son sus herencias, qué cualidades y defectos tienen, etc. Y han de estudiarse para ver si realmente son complementarios aceptándose como son, y si realmente esto es posible. No basta el “enamoramiento” y la “buena voluntad”. Hay que conocer a la persona con toda la historia que lleva detrás, y todas las posibilidades que tiene por delante. Y, naturalmente, todo el mundo puede y debe mejorar modelando sus deficiencias, o aquello que puede perturbar la buena relación con el otro. Esto es lo que hacemos en sociedad para poder vivir en paz.
(fuente: www.mercaba.org)
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