La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar lar racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana. La templanza es la virtud que afecta a los placeres de la comida, la bebida y la sexualidad. La castidad es el aspecto o parte de la templanza que se refiere a los placeres de la sexualidad.
La castidad tiene como finalidad inmediata ordenar toda la esfera de lo sexual de acuerdo con la norma moral, es decir, busca que la sexualidad este conforme a la moral y a las leyes naturales. Dentro de las funciones principales de la castidad se encuentran: el dominar y encauzar el placer sexual y ajustar los actos sexuales a su propia finalidad natural. Es decir, de acuerdo con nuestra razón ordenar nuestro instinto sexual.
Esto no significa suprimir o reprimir nuestra sexualidad, sino marcarle los límites que indica la ley moral. Y mucho menos es “sinónimo de continencia, ya que ésta puede darse en sujetos inmaduros, sin problemas aparentes en este campo, pero cuya tranquilidad es periférica por haberse obtenido con una fuerte represión. Las consecuencias no tardan en manifestarse por otros caminos, que aparentan no estar en relación directa con el sexo, pero que los propios psicólogos han sabido denunciar su verdadero significado”.
Se podría llegar a creer que la castidad se opone al amor, sino todo lo contrario lo favorece, porque se opone al placer egoísta que impide que el amor llegue a su plenitud humana y espiritual. Gracias a ésta virtud la persona integra su sexualidad respecto a su vocación, es decir, no pide que ordenemos nuestra sexualidad con respecto al amor y al dominio de sí mismo.
La castidad como toda virtud es una tarea y una labor personal. Esto significa que cada persona debe realizar un esfuerzo eminentemente personal.
(fuente: www.almas.com.mx)
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