1.- Premisas
No es nada fácil afrontar un tema como éste, el tema de la familia, tema abierto y complejo, con riesgo de caer en simplificaciones y sujeto a una gran incertidumbre debido a la evolución que la familia puede tomar en un futuro próximo.
Frente a las dificultades que presenta la familia tradicional, a la hora de realizar su tarea, muchos pronostican su extinción y el surgimiento de formas alternativas: familias monoparentales, familias recompuestas, parejas de hecho, una gran transformación a la hora de entender la maternidad y paternidad, un enfoque distinto en relación al trabajo y a la autoridad familiar...
Los cambios estructurales que han afectado a la familia son tan variados que resulta difícil hacer previsiones acerca de la dirección hacia donde se está yendo. ¿Se trata de sustituir la familia nuclear y tradicional por formas alternativas, por las “nuevas” formas de familia que se están multiplicando y que han encontrado no sólo acogida social sino también el reconocimiento jurídico en los países occidentales?
Lo cierto es que la familia, tal como la entendemos hasta ahora, a pesar de su complejidad, de las críticas y dificultades... está todavía muy viva. La familia continúa siendo un valor esencial y prioritario en la escala de valores de muchos, especialmente adolescentes y jóvenes.
Nosotros, siguiendo los pasos del optimismo salesiano y de una visión positiva de la vida, queremos destacar que en el mundo educativo la familia sigue siendo una institución prioritaria y esencial. Sigue teniendo tareas importantes que afrontar: vivir con gozo la experiencia de hacer de padres, redescubrir el matrimonio y la familia como proyecto de vida, como vocación.
La educación de los hijos / alumnos no puede prescindir de la familia, lugar primordial de educación. ¿Cómo educar en una familia que está cambiando? Algunas convicciones de las que no podemos claudicar: La familia es el espacio de relación fundamental; la educación al amor es responsabilidad imprescindible de los padres; la familia es el mejor espacio para la orientación de las decisiones, la búsqueda del sentido de la vida, la transmisión de valores, la elaboración de las pautas de comportamiento...
¿Qué podemos hacer para que todo esto sea posible? Formar a los padres para que sean capaces de educar así a sus hijos, contar con personar cualificadas para que ejerzan funciones de acompañamiento y asesoría: psicólogos, pedagogos, educadores familiares, escuelas de padres y madres...
Algunos interrogantes: ¿Qué puede decir ante esta realidad el espíritu de familia salesiano? ¿Cómo pilotar el cambio de la familia y sus diversas formas? ¿Qué acciones hay que poner en práctica en relación con una familia cambiante y en dificultad? ¿Cómo pensar en caminos educativos para que los jóvenes puedan prepararse a ser padres y madres?
2.- Algunas propuestas desde el Sistema Preventivo
2.1.- Actitud de escucha
Hoy día, en los programas de habilidades sociales, tanto en el campo educativo como en la empresa, se forma a personas para que aprendan y escuchen a los otros. Escuchar implica atención que formula preguntas y sugiere respuestas.
La escucha activa implica una disposición afectiva y positiva hacia el otro, sabe leer entre líneas. Supone también la escucha de lo que no se dice con palabras ya que el 93% de la comunicación es no verbal. Es esencial analizar las expresiones faciales, los gestos, las posturas, el tono de voz, la dirección y la intensidad de la mirada... La palabra representa sólo el 7% de la comunicación, el tono de voz el 38% y el lenguaje corporal el 55 restante.
Tenemos que pasar del simple oír a la escucha activa; de esta forma evitaremos muchos malentendidos. Generalmente cuando alguien nos habla estamos pensando en lo que nos quiere decir filtrándolo desde nuestro estado de ánimo, nuestras circunstancias... Muchos de nosotros estamos acostumbrados a oír, pero no a escuchar. ¿Cuántas veces suponemos que ya sabemos lo que el otro nos va a decir? ¿Cuántas veces, mientras nos habla, estamos preparando la respuesta que le vamos a dar? Una de las formas de expresar nuestro cariño a alguien es escucharle con atención; con nuestra actitud de escucha estamos diciendo “me interesas tú y lo que estás diciendo”. ¿Se escucha poco porque se ama poco?
2.2.- La acogida
El Sistema Preventivo es pedagogía de la acogida gratuita y desinteresada. No es una simple intuición teórica sino un modo de educar a los hijos / alumnos.
Supone la creación de un clima de relaciones interpersonales amistosas entre educandos y educadores (profesores / padres), un ambiente de confianza recíproca, de espontaneidad, de diálogo, de disposición para compartir y enriquecernos mutuamente.
Implica también la aceptación de los hijos / alumnos tal como son, que los educandos puedan sentirse en el colegio como en su casa. Debe existir una conexión entre lo que los hijos / alumnos llevan dentro de sí (expectativas, intereses, intuiciones...) y las propias propuestas que les ayuden a tomar decisiones. Acogida no es sinónimo de silencio educativo o ausencia de propuestas.
Los hijos / alumnos solos, sobre todo en una sociedad compleja, no consiguen desarrollar todas las posibilidades que llevan dentro de sí. En cambio, en contacto con los educadores adecuados, se sienten invitados a manifestar su mejor parte. La relación educativa salesiana cultiva la confianza, el compartir, la acogida; hace propuestas orientadas a construir más que a obstaculizar.
Si Don Bosco afirmaba: “me basta que seáis jóvenes para que yo os ame”, vivir según el estilo salesiano hoy es equivalente a sentir simpatía por los jóvenes, de modo que el educador sea para cada uno acogida y presencia activa y testimonial. La amistad hace que el educador sea un punto de referencia para todos, sobre todo para los más jóvenes y más necesitados; el educador está dispuesto a compartir sus problemas, su desorientación, los momentos críticos de su existencia. La apertura a todos los educandos no significa rebajar el listón de las metas educativas, sino la necesidad de ofrecer a cada uno todo lo que necesita, aquí y ahora.
2.3.- Presencia animadora-preventiva.
“... la familiaridad engendra afecto y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor a los educadores...; se prestan con facilidad a todo lo que les indica aquél que saben que los ama”. (Carta de Roma de 1884).
El centro del oratorio era la persona de Don Bosco, lleno de pasión y amor por los jóvenes. Conquistados por el afecto y la amistad se sentían a gusto en ese ambiente, disfrutaban en el patio y con las actividades propuestas. Sacados de las calles de Turín ya no abandonarán a Don Bosco.
Lo importante es que cada alumno pueda encontrar en el patio a un educador (padre-madre) con el corazón de un amigo, que esté cerca cuando hace falta, que nunca se manifieste cansado o enfadado de estar con los chicos, que disfrute estando con ellos en los momentos y en las actividades más diversas, que anime sus iniciativas, que sea el primero a la hora de hacer propuestas en línea que vaya con su edad, que sea modelo porque es coherente entre lo que propone y lo que vive, que se entregue, que esté pendiente de los más necesitados. Es una presencia-comunicación que, por supuesto, respeta a cada uno tal como es, sus ritmos de maduración y su intimidad.
¿Cómo entrar fácilmente en el mundo de los educandos? Amando lo que ellos aman; compartiendo con ellos cada jornada; leyendo-comprendiendo su mundo, rezando por los que no son tan fáciles...
Cuando Don Bosco nos presenta el Sistema Preventivo nos dice: tenemos dos formas de educar. Imaginad a vuestro hijo / alumno de cuatro años en el momento de meter los dedos en un enchufe. Podemos tomar dos caminos diferentes para afrontar el problema. El primero: “hijo mío, si sigues intentando meter los dedos en el enchufe, verás qué cachete te vas a ganar”. Casi seguro que el niño no tocará más el enchufe por miedo a vuestra reacción. Pero hay otro camino: “seguro que te acuerdas de lo que te dolió la última vez que pusiste la mano en la cocina eléctrica. Pues bien, si ahora metes los dedos en el enchufe, te aseguro que sentirás un dolor aún mayor”. El chiquillo tampoco ahora tocará el enchufe. ¿Diferencia? El segundo camino es el verdaderamente educativo porque permite interiorizar la norma. Imaginemos, siguiendo con el ejemplo, que ningún adulto está presente en la habitación. Si el niño sólo ha oído el primer discurso y está seguro de que ninguna persona mayor le ve, nada le impedirá meter la mano en el enchufe. Por el contrario, si ha recibido el segundo tipo de aviso, habrá interiorizado, esté presente un adulto o no, la idea de que el dolor será fuerte.
Una educación basada en la confianza y en el Sistema Preventivo exige que creamos firmemente en la capacidad de los hijos / alumnos de ser educados por este camino. No debemos prestar tanta atención al ruido de los árboles abatidos y sí debemos abrirnos a la admiración-belleza de lo que está germinando-creciendo. Muchos hijos / alumnos no se sienten a gusto en casa / colegio porque insistimos demasiado en los fallos, les recordamos la derrota y eso supone una pérdida de confianza en sí mismos, pérdida de la autoestima. Es más educativo pensar en positivo, apoyar sus capacidades, reforzar lo que hacen bien, animarles a progresar...
Don Bosco de pequeño fue saltimbanqui y eso le vino muy bien porque la educación es un arte, es un reto propio de equilibristas. Decía Jean Duvallet, compañero del Abbé Pierre, “vosotros tenéis obras, colegios, casas, pero tenéis sólo un tesoro: la pedagogía de Don Bosco. Arriesgad todo el resto pero salvad la pedagogía”.
2.4.- Amabilidad
Hoy estamos aquí quienes no tomamos las grandes decisiones del mundo, pero sí quienes podemos cambiar el pequeño mundo, ese en el que nos movemos día a día. Convenzámonos; no es la ONU, ni la OTAN, ni Wall Street, ni los grandes líderes políticos quienes van a realizar los cambios profundos; somos nosotros, porque lo que de verdad tiene futuro es lo que crece de abajo hacia arriba, de dentro hacia fuera. Somos los educadores y principalmente los padres de familia quienes tenemos ese privilegio.
Don Bosco entendió esto muy bien... porque en su persona experimentó de lo que es capaz el amor aún en las circunstancias más adversas. Creció sin padre; en un hogar donde el hermano mayor provocaba escenas de violencia dirigidas contra Juan, hacia el que sentía un especial resentimiento y envidia; nació en una época en la que las guerras napoleónicas habían dejado sembrado a su paso el norte de Italia de muerte, hambre, enfermedades y destrucción. Todo hubiera sido favorable para hacer de Juan un hombre resentido y violento... pero no, la presencia y la figura de su madre, Mamá Margarita, le permitió experimentar de forma positiva el amor en sus diferentes expresiones, que hicieron de él un hombre que destacó por su bondad y la entrega incondicional a los otros.
Hay una frase del Sistema Preventivo, escrita por Don Bosco hacia el final de su vida, que a mi juicio es un pequeño testamento para nosotros: “Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama... el que sabe que es amado, ama... y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes”.
Para Don Bosco, “la educación es cosa del corazón”. El amor es la llave que permite al educador (padre, profesor...) entrar en el corazón del otro y obtener su plena colaboración. No puede haber Sistema Preventivo sin amor, sin ambiente de familia, sin alegría, sin confianza, sin apertura...
Si Don Bosco aseguraba que sin amor es imposible educar, cuánto más esta afirmación es válida para el entorno familiar. Frente a un mundo violento, inestable, desquiciado... los padres tienen una gran oportunidad para ofrecer una visión y una experiencia que sea alternativa para sus hijos.
Don Bosco insistía en la necesidad de crear un ambiente alternativo para sus muchachos. Su dolorosa experiencia al visitar las cárceles de Turín, donde tuvo contacto directo con los jóvenes presidarios se tradujo en una convicción: “Si estos jóvenes hubieran encontrado una mano amiga a tiempo, con toda seguridad no estarían ahora en la cárcel”. Ésta fue su gran intuición: prevenir, hacerles sentir a tiempo a los hijos / alumnos que alguien les quiere de verdad.
La casa, el hogar, la familia, el colegio son los lugares donde los hijos / alumnos deber hacer esta experiencia fundamental: saberse y sentirse queridos.
Repito lo que decía hace poco: los jefes del mundo pueden tomar las grandes decisiones, pero el futuro lo estamos creando en los hogares - centros educativos. La sociedad actual nos ha obligado a modificar nuestros hábitos de comportamiento y a veces hemos hecho dejación de la educación de nuestros hijos entregando la responsabilidad a las guarderías, a los MCS, a los abuelos...
Nos deberíamos preguntar de verdad ¿cuánto tiempo y de qué calidad dedicamos al diálogo en la familia? ¿qué esfuerzo dedicamos a cuidar el corazón de nuestros hijos? ¿con qué alimentamos sus sueños? ¿qué valores ponemos en su cabeza? ¿cómo resolvemos los conflictos dentro de casa?
Padres, hagámonos responsables de lo que está en nuestras manos, de aquello sobre lo que sí podemos hacer-influir: nuestro hogar, nuestra pareja, nuestros hijos, el ambiente familiar, la educación.
Don Bosco, en el sueño de los 9 años, aquel que marcó su vida, recibió un consejo que intentó poner siempre en práctica: “hazte humilde, fuerte y robusto; no con golpes, sino con amor...”. Este es el perfil del educador, del padre y la madre que quieren asumir su papel de auténticos educadores de los hijos / alumnos.
escrito por Emilio Fernández
Encargado de Escuela Inspectoría de Bilbao
(fuente: www.celauravicuna.edu.mx)
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