Tras la elección del arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, fue elegido ayer por sus pares nuevo presidente del Episcopado el cardenal Jorge Bergoglio termina su segundo período al frente del organismo que expresa el pensamiento de los obispos de todo el país.
Luego de seis años al frente del organismo en el que fue dueño de contundentes mensajes hacia las autoridades políticas, el arzobispo de Buenos Aires hizo un balance y consideró que "podemos ser un poco más santos todos".
En una entrevista con la Conferencia Episcopal Argentina, Bergoglio reflexionó que "siempre hay cosas que cambiar" y que "hay que hacer un esfuerzo para acercarnos a Jesús".
Se presume que el cardenal primado seguirá, por lo menos, otros dos años como arzobispo de Buenos Aires, dado que el Papa lo mantendría a pesar de que el mes próximo llegará a los 75 años, la edad límite para las tareas pastorales. Conservará, así, una porción significativa de liderazgo en el mundo eclesiástico.
Desde ese rol, consideró que "el Congreso de Pastoral Urbana hizo caer en la cuenta de que lo monocultural no corre" y llamó a "comprender los lenguajes que son totalmente distintos".
En tanto, como conlcusión de su gestión al frente del Episcopado, Bergoglio sentenció: "Hablé como un obispo cualunque. Como presidente, no. Me sentí siempre como los demás".
El arzobispo será sucedido por Arancedo, un obispo de estilo moderado y consustanciado con la línea de pensamiento que predomina en el Episcopado desde hace 15 años. A pesar de que su designación no implica cambios en el rumbo que tomará la Iglesia, el Gobierno vislumbra tiempos de relativa concordia, en contraposición con los conflictos que arreciaron en la relación entre Bergoglio y los Kirchner.
Bergoglio y los Kirchner: seis años de una relación gélida
El cardenal Jorge Bergoglio deja la presidencia del Episcopado tras seis años signados por una relación fría y tensa con los gobiernos de los Kirchner. Desde una misa o un acto oficial, a través de comunicados o en los centrales tedeum del 25 de Mayo, el arzobispo de Buenos Aires fue autor de mensajes muy duros al gobierno.
La pobreza, el matrimonio entre personas de un mismo sexo, la pelea con el campo y el clima de "crispación", fueron objeto de cuestionamientos, que tuvieron respuesta de un oficialismo que no deja pasar las críticas.
Pero con Néstor no fue igual que con Cristina. Bergoglio había mantenido una relación mucho más fría y conflictiva con el ex presidente, quien llegó a identificar al cardenal como un exponente de la oposición. No obstante, las críticas elípticas y directas, no escasearon durante gestión de Cristina Kirchner.
El cardenal es un exponente de lo que puede considerarse la línea eclesiástica más "moderada", que considera que lo prioritario es que la Iglesia se haga escuchar en las cuestiones políticas y sociales. No obstante, el matrimonio presidencial nunca ocultó la escasa simpatía por el arzobispo porteño. De hecho, decidió trasladar el tedeum oficial del 25 de Mayo a diócesis que consideraron más "amigables".
Bergoglio, que preside la Conferencia Episcopal desde hace seis años y no puede ser reelegido, continuará sí en su otra influyente función, como arzobispo de Buenos Aires. Quizás desde allí pueda emitir su punto de vista crítico a una mandataria que todavía se perpetuará en su mando.
Con Néstor un abismo, con Cristina un zigzag
Néstor Kirchner tuvo un encuentro cordial con el Episcopado poco después de asumir el mando. Pero en la homilía celebrada un año después Bergoglio ya se mostró crítico y cuestionó "el exhibicionismo y los anuncios estridentes", en un mensaje encriptado dirigido al patagonico.
Para la homilía del 2005, Kirchner anunció que no asistiría al tedeum de Bergoglio en la Catedral. El arzobispado de Buenos Aires decidió entonces suspender la ceremonia religiosa. Meses después, el vocero de Bergoglio lanzaba: "No hay relación de la Iglesia con el Gobierno".
A partir de allí, más allá de algún tímido gesto, se fue alejando la posibilidad de una reunión entre ambas cúpulas. Es que Néstor Kirchner comenzó a entrever a Bergoglio como el articulador de un proyecto opositor. Como un punto cúlmine, el ex mandatario no tembló para decir: "Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas."
Tras la ruptura sin retorno con Néstor Kirchner, la conducción del Episcopado se reunió por primera vez con Cristina Kirchner semanas después de su asunción en 2007.
En 2008, la Iglesia tuvo un rol protagónico. En medio del conflicto con el campo, se había reunido con la cúpula del agro. Bergoglio le había reclamado a Cristina Kirchner que tuviera un "gesto de grandeza" que permitiera destrabar el tenso conflicto. Y tras el voto "no positivo" de Julio Cobos, el arzobispo eligió reunirse con el todavía vicepresidente.
Pero a fines de ese duro año para el kirchnerimo, la Iglesia y el Gobierno parecieron haber encontrado un punto de equilibrio. Fue entonces cuando Bergoglio invitó a Cristina Kirchner a una misa en Luján y la Presidenta aceptó el convite.
La calma duró poco. Durante el 2009 Bergoglio fue dueño de duras palabras hacia el gobierno. Lanzó que "el peor riesgo es homogeneizar el pensamiento" y llamó a terminar con la "crispación social", un término que muchos seguidores kirchneristas aprovecharon para ironizar al convertirlo en "cris-pasión". Un día después de que el Papa llamara a terminar con el "escándalo" de la pobreza en Argentina, el cardenal se hizo eco y lanzó que "desde hace años el país no se hace cargo de la gente".
Pero, como en 2008, cerca de la Navidad, la Presidenta recibió a Bergoglio en la Casa Rosada en la antesala a su viaje al Vaticano y se reunió con la conducción del episcopado como un gesto para bajar tensiones.
Matrimonio gay y aborto
Bergoglio y Cristina llegaron a uno de los puntos más altos de su enfrentamiento cuando el año pasado en el Congreso avanzaba con firmeza el proyecto de matrimonio entre personas de un mismo sexo.
Bergoglio, se puso directamente al frente de la marcha contra el casamiento gay y envió una carta a todos los sacerdotes, en la que pidió que se hablara en todas las misas sobre "el bien inalterable del matrimonio y la familia".
Cristina Kirchner respondió entonces: "Me preocupa el tono que ha adquirido el discurso, se plantea como una cuestión de moral religiosa y atentatoria del orden natural, cuando en realidad lo que se está haciendo es mirar una realidad que ya está".
Tras su sanción, como una intención oficial de no profundizar los roces que el proyecto había encendido, Cristina Kirchner ordenó frenar la polémica guía que promovía la interrupción del embarazo, algo que fue leído como una concesión a la Iglesia.
Los tedeum
Históricamente, el Gobierno buscó eludir al arzobispo de Buenos Aires en los tedeum por el 25 de Mayo. En 2010, en medio de los festejos por el Bicentenario, Bergoglio reclamó "superar el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males". Cristina Kirchner había preferido asistir a la Basílica de Luján junto a su esposo.
Este año, la Presidenta presenció la homilía del el arzobispo Fabriciano Sigampa, en Resistencia. Bergoglio emitió un duro mensaje en el que pidió "desterrar las ambiciones desmedidas". Ante la presencia del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y la notoria ausencia de funcionarios nacionales, desde la Catedral Metropolitana el arzobispo criticó los "delirios de grandeza" de los gobernantes.
Hoy, Bergoglio dejará el episcopado con la inquietud por el avance del debate por la despenalización del aborto. El desvelo que le provoca esta cuestión quedó evidenciado ayer, cuando el arzobispo eligió ese tema para despedirse. Quizás ese es uno de los pocos puntos de coincidencia que aún tenga con Cristina Kirchner, quien admitió estar personalmente en contra de la iniciativa.
(fuente: www.lanacion.com.ar)
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