Salud y pobreza
En forma creciente los factores socio-ambientales y económicos inciden en el deterioro de las condiciones físicas y psicológicas que determinan el completo estado de salud. Particularmente en los ámbitos populares de las zonas metropolitanas nos encontramos con la conjunción de factores que atentan contra la vida digna y la salud de la población. Así la contaminación de la tierra, el agua y el aire son factores determinantes del deterioro progresivo al que se ven expuestos amplios sectores de la comunidad, como primariamente –también-, los factores socio-económicos determinan el acceso a la correcta y completa alimentación, de la que se derivan una correcta nutrición y desarrollos físicos y cognitivos adecuados.
Pero sin dudas existen factores que atentan particularmente contra la salud de la población pobre, a la que además de las condiciones nutricionales deficientes, las malas condiciones de la vivienda, la insalubres condiciones de “trabajo”, se suman la dificultad para el acceso a la atención publica de salud y la imposibilidad de acceso a los medicamentos y tratamientos que reparen su salud, con lo cual se perciben condenados a la enfermedad, que siendo en su concepción problemas superables se convierten en patologías graves que devienen en mayor deterioro por cuanto no existe un abordaje integral de los factores de riesgo que le dan origen ni tratamiento adecuado para la superación de la enfermedad.
“De hecho, cada año las enfermedades infecciosas son responsables de la muerte de 17 millones de personas, de las cuales el 90% viven en los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, el 95% de enfermos de SIDA no tienen dinero para pagar los antiretrovirales. En la actualidad no se encuentran ni siquiera en el mercado de algunos de estos países las medicinas para curar las llamadas “enfermedades de pobres”, como por ejemplo la tuberculosis, el paludismo, la viruela, el dengue hemorrágico, la leishmaniasis, algunas formas de meningitis, la enfermedad del sueño, etc… En el pasado reciente de fines del siglo XX, de 1223 medicinas nuevas introducidas en el mercado entre 1975 y 1997, en 22 años, sólo se introdujeron 13 para el tratamiento de enfermedades infecciosas tropicales. El presupuesto total para medicinas en el mundo se estima entre 50 y 60 billones de dólares (USA) por año, y de este presupuesto sólo el 0.2% se dedica a enfermedades respiratorias, tuberculosis y enfermedades diarreicas: Estas enfermedades se estima que sean las causantes del 18% de muertes en el mundo”. (Card. Javier Lozano Barragan. Intervención en la 58 Asamblea de la OMS 2005)
La enfermedad –además- y sobre todo, tiene el rostro del dolor, del padecimiento, de la angustia y –muchas veces- de la impotencia. Es por ello que nos sentimos interpelados como cristianos a brindar una respuesta cercana y efectiva que sea a la vez, testimonio de presencia, denuncia de las estructuras que condenan a la enfermedad y el padecimiento a gran parte de la población y alivio, por un lado, y frescura que traiga consuelo a quien padece enfermedad, por otro. Concientes de la dimensión psico-social y espiritual de la enfermedad, tanto en su concepción como en su superación, es que la Iglesia cuenta con una extendida red de agentes pastorales dedicadas a la visita, asistencia, contención y acompañamiento de personas en situación de enfermedad. (Cfr CEA- Pastoral de la Salud)
El mayor esfuerzo de la salud pública debe estar orientado a los factores de prevención de las enfermedades, una fuerte inversión en tal sentido, no solo alivia a los padecimientos de la población, sino que significará un ahorro al erario público. La excesiva demanda a las estructuras de asistencia pública de salud, ponen en riesgo el sistema con estructuras de salud publica insuficientes y con deficiencias en insumos y personal sanitario suficiente. Sumado a esto el acceso a los medicamentos es verdaderamente prohibitivo para la población en situación de pobreza, mientras que son insuficientes los planes para responder a la demanda, que ante la ausencia o insuficiencia de la respuesta estatal, se traslada a servicios de asistencia de las organizaciones de la sociedad civil sin poder cuantificar su verdadero impacto.
Cuidar la vida es un compromiso que asumimos, en primer lugar generando estructuras que favorezcan una educación para la salud, al evitar conductas de riesgo, denunciando condiciones que atentan contra la vida y la salud. En segundo lugar asumimos el cuidado de la vida en su fragilidad, la de niños por nacer, niños en su primera infancia y ancianos, personas con otras capacidades y déficit. Proveyendo medicamentos y cuidados para quienes lo necesitan.
Durante todo el mes de Noviembre los invitamos a participar plenamente de la Campaña de Salud bajo el lema “Cuidemos la vida: Don y compromiso”. Esperamos su aporte económico para sostener la red de Bancos Solidarios de Medicamentos, contamos con que cada uno pueda expresar su solidaridad con quienes padecen enfermedad visitándolos y brindándoles aliento, donando implementos de salud en buen estado. Agradeciendo todos sus aportes para una vida plena para todos.
Victor Hirch SVD
Director Cáritas Quilmes
(fuente: www.caritasquilmes.org.ar)
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