-Usted ha escrito una tesis doctoral sobre el Apocalipsis de san Juan y es profesor de temas de Sagrada Escritura. ¿Cómo es que de la Biblia ha pasado a interesarse por la cultura maya?
-No he sido yo el que he pasado del interés en la Escritura a los mayas. Han sido determinados ambientes culturales y aun el mismo Hollywood quienes lo han hecho; este paso no es sino confusión de lo que es “apocalíptico” con el fin del mundo.
Podemos decir que en el fondo se trata de cierto ambiente cultural con visos de seriedad científica, arqueológica y astronómica. Me explico, en el habla normal se tiende a denominar apocalíptico todo lo relacionado con catástrofes o cataclismos.
Por ejemplo, en la película “2012” un curioso personaje llamado Charlie Frost, sugiere la construcción de astronaves para escapar del peligro de un inminente “arrebato”, “apocalipsis o fin de los tiempos”, que no sería para él sino algo vaticinado por la Biblia y por los mayas.
Ante esta confusión, que por lo que veo, es también difusión, recibí la invitación de impartir una conferencia –a la que han seguido varias– sobre el Apocalipsis de Juan y de paso contestar a ciertos interrogantes que han estado circulando desde hace tiempo. También me he percatado de que cunde mucho temor entre varias personas.
Al respecto, conviene tener en cuenta que el Apocalipsis no se compuso para instar al miedo, sino a la confianza en Dios. Donde hay temor no está Dios. El mensaje de Cristo resucitado es “la paz esté con vosotros” y la paz es lo más cercano que hay a la felicidad: de hecho en Jn 20,19-20, los apóstoles pasan del temor a la alegría al ver al Señor resucitado en medio de ellos.
-¿Desde hace cuánto tiempo pervive este ambiente cultural?
-Ya con el acercarse del año 2000 volvió a cundir esta psicosis sobre la inminencia del fin del mundo. Como en el año 2000 no se tuvo ningún fin, dado que la cuenta larga del calendario maya concluye en el solsticio de invierno de 2012, para algunos se ha tratado de una advertencia sobre todo un cúmulo de catástrofes que ocurrirían a partir del año 2012, a lo que suman algunos argumentos con base en el “calentamiento global”.
Sin embargo, el calendario maya concluye en 2012 no para significar el fin del mundo, sino porque ya no pudieron ir elaborando más su calendario, dada la llegada de los españoles. Para el maya el tiempo es cíclico, no linear. La idea de un inicio y un final de los tiempos es del todo ajena a la mentalidad maya.
-Entonces, ¿el fin del mundo no será en 2012?
-Solamente lo sabe Dios, y Él no quiere que estemos obsesionados por ese tema. A lo largo de la historia de los hombres, después de Cristo, muchos han pretendido predecir la inminencia del final de los tiempos, pero basta leer la segunda carta a los Tesalonicenses para darse cuenta de que no se trata sino de un escollo del que no siempre nos hemos sabido librar.
Así Pablo dice: “no os turbéis de ligero, ni no os alarméis ni por espíritu, ni por discurso, ni por epístola, como si fuera nuestra, como si el día del Señor fuera inminente. Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la apostasía, ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición” (cf. 2Cor 22,-3).
Muchos han olvidado el “nadie os engañe de Pablo” y han conservado sólo la manifestación del hombre de la iniquidad”. Por otro lado, en Mt 24,36 Jesús dice claramente: “de aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángel del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”.
-¿Puede citar más personajes que hayan intentado vaticinar el fin del mundo?
-Massimo Introvigne, famoso estudioso italiano de las religiones, en una de sus obras afirma con acierto que pocas enseñanzas de Cristo se han revelado de tan difícil aplicación como el pasaje de Mt 24,36 (M. Introvigne, “Le nuove religión”, Milano 1989, 109).
Él inicia así el estudio de la corriente adventista en la que han influido ciertas interpretaciones rabínicas, y talmúdicas medievales, que a su vez se esforzaban por calcular la fecha de la venida del “verdadero mesías”, esperado por grupos judíos milenaristas de los años 968, 1352, 1358, etcétera.
Sin embargo, ya para el siglo II d.C., a pesar de las advertencias de Pablo en 2Tesalonicenses, Montano se hacía pasar por el Espíritu Santo y afirmaba que la segunda venida sería inminente en el llano de Pepuza (lo que hoy es Turquía), sin que nada ocurriera.
Introvigne, sin embargo, observa que las premisas del adventismo moderno se remontan a las especulaciones en torno a la Revolución francesa que para muchos estuvieron cargadas de profundo significado profético. Como el Papa Pío VI fue puesto en prisión por los soldados franceses (el 15 de febrero de 1798), muchos veían en ello el final del pontificado romano, aplicando erróneamente al Papa la expresión de “hijo de la perdición”.
Así es como se llega a la figura de William Miller quien en al menos tres ocasiones pretendió basarse en la cifra de los mil 260 días/años de Ap 11,3 para predecir la fecha del fin del mundo sin que tampoco ocurriera nada. Luego fue el turno de otros personajes propios de los testigos de Jehová: Charles T. Russell y J. Rutherford; adujeron por escrito fechas para el final de los tiempos como 1914, 1925, sin que tuviera lugar la “parusía” de Cristo.
Ante la decepción de la llegada del Mesías, añadieron que Cristo habría diferido su segunda venida por motivos misteriosos. Finalmente, sus seguidores hicieron correr la voz de que la fecha indicada sería para el año 1975, pero el fracaso de la predicción fue claro.
-¿La Biblia habla entonces del fin del mundo sí o no?
-La Biblia habla del fin del mundo, claro está, pero nunca ha dicho cuándo será. Más aún es propio del pensamiento judeocristiano, el considerar que Dios crea las cosas con su palabra (Génesis 1-2; Isaías 40,26), de la nada (2Macabeos 7,28), que todo es bueno y tiene un inicio en Él, y que todo, su vez, tiene un fin en Él (Apocalipsis 21 y 22). Nadie puede saber más que Cristo, quien a las claras afirmó que no lo sabía. ¿Hemos de suponer que hay gente que sabe más que Él?
-¿Este modo de pensar aportando fechas para el fin del mundo es correcto según las enseñanzas de la Iglesia Católica?
-Se trata de una herejía denominada “milenarismo”; que se podría definir como especulación sobre la fecha precisa sobre el final de los tiempos, que tendría lugar al cabo de un periodo de paz y prosperidad (que duraría mil años), con base en algunos pasajes de la Escritura, interpretados de modo literal o fundamentalista y no en su sentido simbólico. Tales textos han sido Daniel 4,1-34; 7,25; 8,14; 12,7.11-12, y Apocalipsis 11,2-3; 20,1-10.
(fuente: es.catholic.net)
No hay comentarios:
Publicar un comentario