Ciudad del Vaticano, 16 Feb. 12 (AICA) El Santo Padre Benedicto XVI visitó ayer el Seminario Romano Mayor, con motivo de la fiesta de su patrona, la Virgen de la Confianza. Tras un momento de oración en la capilla de la Confianza, el Papa entró en la capilla mayor, donde lo esperaban los obispos auxiliares, los superiores de los seminarios diocesanos y 190 seminaristas.
Después de la proclamación del Evangelio, Benedicto XVI pronunció la “Lectio divina” sobre la carta de San Pablo a los Romanos, en la que el Apóstol invita a no amoldarse a este mundo, sino a transformarse y renovar la mente para poder discernir cuál es la voluntad de Dios, “qué es lo bueno, agradable y perfecto”.
“Podemos reflexionar -dijo el Pontífice- sobre el estado actual de la Iglesia. Hoy se habla tanto de la Iglesia de Roma, se dicen muchas cosas, esperemos que se hable también de nuestra fe. Oremos al Señor para que sea así”.
El Papa se refirió a continuación al poder del mal, que, en el mundo de hoy, puede manifestarse también “en dos grandes poderes, el poder de la finanza y el poder de los medios de comunicación, que en sí mismos son buenos y útiles, pero de los que se puede abusar fácilmente, por lo que a menudo pueden ver tergiversadas sus verdaderas intenciones”.
Hoy vemos cómo “el mundo de la finanza puede dominar al hombre. El tener y el aparentar dominan al mundo y lo esclavizan. La finanza ya no es un instrumento para favorecer el bienestar y la vida del hombre, sino que se convierte en un poder que lo oprime, que debe ser casi adorado”. Contra el conformismo del sometimiento a este poder, el Pontífice invitó a “no ser conformistas; no es el tener lo que cuenta, sino el ser”. El cristiano no debe someterse a este poder, sino que ha de usarlo como “un medio, pero con la libertad de los hijos de Dios”.
Sobre el poder de la opinión pública, Benedicto XVI subrayó que tenemos “una gran necesidad de información, de conocimiento de la realidad del mundo, pero existe un poder de la apariencia que al final cuenta más que la realidad misma”. La apariencia “se superpone a la realidad” y se hace más importante que ella, de forma que el hombre “ya no sigue la verdad, sino que quiere, sobre todo, aparentar”. A esta situación, el Papa contrapuso un “no conformismo cristiano: no queremos la apariencia, sino la verdad, que nos da la verdadera libertad”.
“El no conformismo del cristiano nos redime, nos restituye a la verdad -dijo el Papa para concluir-. Roguemos al Señor para que nos ayude a ser hombres libres en este no conformismo que no va contra el mundo, sino que es el verdadero amor por el mundo”.+
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