Un abrazo grande y fuerte desde Córdoba al inicio de esta semana santa: la más importante de nuestra vida de creyentes.
Llegamos al fin con este espacio de comunicación semanal.
¡Estaba esperando ansioso la posibilidad de encontrarme con ustedes, miembros y amigos de la Familia Salesiana del Norte de Argentina! Este año nos hemos retrasado un poco por diversos motivos... ¡pero ya estamos a punto y en marcha!
¡Cuántas cosas hemos vivido en estas últimas semanas! Las numerosas y entusiamantes actividades de verano, con muchísimos jóvenes en toda la geografía Inspectorial. La cuaresma y toda la intensidad de este tiempo de renovación. El inicio de las actividades escolares y los diversos proyectos que se ponen en marcha. La Pascua que se avecina...
Y en medio de todo ello vivimos también jornadas que han revitalizado nuestra conciencia eclesial ante la renuncia del Papa Benedicto y la elección del Papa Francisco.
¡Qué hermoso regalo que nos ha hecho Dios! No podemos estar más contentos y agradecidos; más entusiasmados y esperanzados... El día de su elección envié a todos los que pude la última carta pastoral del Arzobispo de Buenos Aires que pintaba el corazón pastoral del flamante Obispo de Roma. Permítanme que hoy les acerque fragmentos de otra carta suya que escribió el 1 de octubre pasado motivando el inicio del año de la fe. Aquí van algunas pinceladas:
Entre las experiencias más fuertes de las últimas décadas está la de encontrar puertas cerradas. La creciente inseguridad fue llevando, poco a poco, a trabar puertas, poner medios de vigilancia, cámaras de seguridad, desconfiar del extraño que llama a nuestra puerta. La puerta cerrada es todo un símbolo de este hoy. Es algo más que un simple dato sociológico; es una realidad existencial que va marcando un estilo de vida, un modo de pararse frente a la realidad, frente a los otros, frente al futuro. La puerta cerrada de mi casa, que es el lugar de mi intimidad, de mis sueños, mis esperanzas y sufrimientos así como de mis alegrías, está cerrada para los otros. Y no se trata sólo de mi casa material, es también el recinto de mi vida, mi corazón. Son cada vez menos los que pueden atravesar ese umbral. La seguridad de unas puertas blindadas custodia la inseguridad de una vida que se hace más frágil y menos permeable a las riquezas de la vida y del amor de los demás.
La imagen de una puerta abierta ha sido siempre el símbolo de luz, amistad, alegría, libertad, confianza. ¡Cuánto necesitamos recuperarlas! La puerta cerrada nos daña, nos anquilosa, nos separa.
Iniciamos el Año de la fe y paradójicamente la imagen que propone el Papa es la de la puerta, una puerta que hay que cruzar para poder encontrar lo que tanto nos falta. La Iglesia, a través de la voz y el corazón de Pastor de Benedicto XVI, nos invita a cruzar el umbral, a dar un paso de decisión interna y libre: animarnos a entrar a una nueva vida.
Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida mientras avanzamos delante de tantas puertas que hoy en día se nos abren, muchas de ellas puertas falsas, puertas que invitan de manera muy atractiva pero mentirosa a tomar camino, que prometen una felicidad vacía, narcisista y con fecha de vencimiento; puertas que nos llevan a encrucijadas en las que, cualquiera sea la opción que sigamos, provocarán a corto o largo plazo angustia y desconcierto, puertas autorreferenciales que se agotan en sí mismas y sin garantía de futuro. Mientras las puertas de las casas están cerradas, las puertas de los shoppings están siempre abiertas.
Se atraviesa la puerta de la fe, se cruza ese umbral, cuando la Palabra de Dios es anunciada y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Una gracia que lleva un nombre concreto, y ese nombre es Jesús. Jesús es la puerta.
... Jesús es la puerta y llama a nuestra puerta para que lo dejemos atravesar el umbral de nuestra vida. No tengan miedo... abran de par en par las puertas a Cristo nos decía Juan Pablo II al inicio de su pontificado. Abrir las puertas del corazón como lo hicieron los discípulos de Emaús, pidiéndole que se quede con nosotros para que podamos traspasar las puertas de la fe y el mismo Señor nos lleve a comprender las razones por las que se cree, para después salir a anunciarlo.
Claras, concisas y esenciales palabras que se las comparto como una invitación a vivir este tiempo abriendo puertas, derribando muros, saliendo al encuentro, contagiando Vida...
Hasta la semana que viene... y que vivan intensamente estos días acompañando a Jesús en su camino de entrega... junto con María.
Con mucho cariño...
(fuente: www.donbosconorte.org.ar)
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