Desde San Pedro, ningún pontífice se atrevió a elegir ese nombre por respeto al apóstol.
Cada Papa para gobernar la Iglesia puede escoger libremente un nombre: el de uno de sus antecesores, el de un santo de su devoción o una versión latinizada de su propio nombre.
Joseph Ratzinger ha elegido el nombre de Benedicto XVI para gobernar la Iglesia católica romana. Benedicto XV (Giacomo della Chiesa), su antecesor en el número romano, fue papa de 1914 a 1922.
Juan Pablo II (Karol Wojtyla), eligió el nombre de su antecesor, Juan Pablo I, elegido en 1978 y primer Papa de la Historia de la Iglesia que optó por un nombre doble, el de sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI.
En el caso de Juan XXIII (Giuseppe Roncali) que fue Papa de 1959 a 1963, se inclinó por los motivos personales y familiares y optó por el nombre de su padre para gobernar la Iglesia al que añadió el número ordinal (XXIII), continuación del que le correspondió al Papa francés Juan XXII (1316-1334).
Tradicionalmente los papas mantenían su nombre de bautismo, pero en el año 996 Bruno de Carintia (996-999) renunció a su nombre al ser elegido papa y utilizó el de Gregorio V. Desde entonces, todos los papas han cambiado de nombre al inicio de su pontificado.
De forma excepcional, antes del siglo X algunos pontífices modificaron el nombre del bautismo por diversas razones. Es el caso de Mercurio que accedió a la sede Apostólica como Juan II (533-535), ya que no deseaba llevar el nombre de un dios pagano.
Desde San Pedro, ningún pontífice se atrevió a elegir ese nombre por respeto al apóstol. Juan XIV (983-984) se llamaba Pedro Canepanova y Sergio IV (1009-1012), Pedro Bocca di Porco y los dos cambiaron el nombre al ocupar la silla petrina.
El primer nombre elegido varias veces fue el de Sixto, posteriormente, los nombres más usados por los papas desde Pedro han sido: Juan (23), Gregorio (16), Benedicto (15), Clemente (14), León (13), Inocencio (12), Pío (12), Esteban (9), Urbano (8), Alejandro (7), Adriano (6), Paulo (6), Sixto (5), Martín (5), Nicolás (5), Celestino (5), Anastasio (4) y Honorio (4).
El nombre de Benedicto XVI
En su primera audiencia general, celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro ante 15.000 personas, el Papa dio nuevamente gracias a Dios por haberle elegido sucesor de Pedro y explicó porqué había elegido el nombre de Benedicto.
El Santo Padre dijo que al comenzar su ministerio petrino se sentía asombrado y grato a Dios, "que me ha sorprendido ante todo a mí mismo al llamarme a suceder al apóstol Pedro; trepidación interior ante la magnitud de la tarea y la responsabilidad que me ha confiado. Pero también me da serenidad y alegría la certeza de su ayuda y la de su Madre Santísima, la Virgen María y de sus santos protectores. Me siento apoyado además por la cercanía espiritual de todo el Pueblo de Dios, al cual -como repetí el domingo pasado- pido que me siga acompañando con su oración constante".
Al reanudar las audiencias de los miércoles, continuó, "quiero referirme al nombre elegido como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. He querido llamarme Benedicto XVI en relación con el Papa Benedicto XV, que guió la Iglesia en un período difícil a causa del primer conflicto mundial. Fue un profeta de paz valiente y auténtico e hizo lo posible para evitar la guerra y limitar sus consecuencias nefastas. Como él, deseo poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y armonía entre los hombres y los pueblos, con el profundo convencimiento de que el gran bien de la paz es sobre todo un don de Dios, frágil y precioso, que hemos de invocar, defender y construir entre todos".
"El nombre Benedicto evoca, además -añadió-, la extraordinaria figura del gran "Patriarca del monaquismo occidental", san Benedetto da Norcia (en español Benito), patrón de Europa junto con lo santos Cirilo y Metodio". Tras poner de relieve que este santo es muy venerado en Alemania, y en concreto en Baviera, su tierra de origen, afirmó que "es un punto de referencia fundamental para la unidad de Europa y un fuerte llamamiento a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y civilización".
El Papa pidió ayuda a san Benito para "que Cristo siga siendo el centro de nuestra existencia y que ocupe el primer lugar en nuestros pensamientos y en todas nuestras actividades".
Antes de terminar, Benedicto XVI anunció que al igual que Juan Pablo II al inicio de su pontificado prosiguió las reflexiones sobre las virtudes cristianas que había comenzado Juan Pablo I, él volverá "a proponer en los próximos encuentros semanales el comentario preparado por su predecesor sobre la segunda parte de los Salmos y los Cánticos que componen las Vísperas. El próximo miércoles retomaré sus catequesis, que se habían interrumpido en la audiencia general del pasado 26 de enero".
(fuente: es.catholic.net)
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