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domingo, 14 de febrero de 2016

Las tentaciones de Jesús

Lectura del santo Evangelio según San Lucas
(Lc 4, 1-13)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu se internó en el desierto donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio. No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan". Jesús le contestó: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre". Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: "A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras". Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios y a El sólo servirás". Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: "Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras". Pero Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de El, hasta que llegara la hora.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

LECTIO DIVINA

Oración inicial:

¡Oh, Señor! Al comienzo de este tiempo cuaresmal me invitas a meditar, una vez más, el relato de las tentaciones, para que descubra el corazón de la lucha espiritual y sobre todo experimente la victoria sobre el mal. ¡Oh Espíritu Santo! “visita nuestras mentes”, porque en nuestra mente a menudo proliferan muchos pensamientos que nos hacen sentirnos a merced del fragor de tantas voces. Fuego de amor purifica también nuestros sentidos y el corazón para que sean dóciles y disponibles a la voz de tu Palabra. Ilumínanos (accende lumen sensibus, infunde amores cordibus) para que nuestros sentidos, purificados por ti, puedan entrar en diálogo contigo. Si el fuego de tu Amor se enciende en nuestro corazón, más allá de nuestra aridez, puede inundar la vida nueva, que es plenitud de gozo.

Momentos de silencio orante: Para la escucha es necesario el silencio: del alma, del espíritu, de la sensibilidad y también el silencio exterior, con la tensión de escuchar lo que la Palabra de Dios intenta comunicar.

MEDITATIO

a) Clave de lectura:

Lucas con el esmero de un narrador cuenta en 4,1-44 algunos aspectos del ministerio de Jesús después de su bautismo, entre los cuáles se encuentran las tentaciones del demonio. En efecto, narra que Jesús “lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto durante cuarenta días” (4,1-2) Tal episodio de la vida de Jesús es preliminar en su ministerio, pero también, puede ser entendido como el momento de transición del ministerio de Juan Bautista al de Jesús. En Marcos este relato de las tentaciones es más genérico. En Mateo se cuenta de Jesús que “ fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo” (Mt 4,1). Estas últimas palabras atribuyen la experiencia de las tentaciones a un influjo que es al mismo tiempo celestial y diabólico. El relato de Lucas modifica el texto de Mateo de tal manera que muestra que “Jesús lleno de Espíritu Santo” se aleja de su iniciativa del Jordán y es conducido por el Espíritu al desierto por cuarenta días, donde Él “es tentado por el diablo” (4,2). El sentido que Lucas quiere dar a las tentaciones de Jesús es que ellas fueron una iniciativa del demonio y no una experiencia programada por el Espíritu Santo (S, Brown). Es como si Lucas quisiese tener bien claros y distintos el personaje del diablo, de la persona del Espíritu Santo.

Otro elemento a tener en cuenta es el orden en el que Lucas dispone las tentaciones: desierto – panorámica de los reinos del mundo – pináculo de Jerusalén. Por el contrario en Mateo el orden varía: desierto – pináculo – alto monte. Los exégetas discuten cuál sea el orden original, pero no llegan a encontrar una solución unánime. La diferencia podría ser explicada a partir de la tercera tentación (la culminante): para Mateo el “monte” es el vértice de las tentaciones, porque en su evangelio pone todo su interés sobre el tema del monte ( baste recordar el sermón de la montaña, la presentación de Jesús como “el nuevo Moisés”); para Lucas, sin embargo, la ultima tentación adviene sobre el pináculo del templo en Jerusalén, porque uno de los intereses mayores de su evangelio es la ciudad de Jerusalén (Jesús en el relato lucano está en camino hacia Jerusalén donde se cumple de modo definitivo la salvación) (Fitzmyer).

El lector puede hacerse legítimamente una pregunta: Tanto en Lucas como en Mateo ¿hubo posibles testimonios en las tentaciones de Jesús? La respuesta es ciertamente negativa. Por la narración de Lucas aparece claramente que Jesús y el diablo están uno frente al otro, totalmente solos. La respuesta de Jesús al diablo son sacadas de las S. Escrituras, son citas del Antiguo Testamento. Jesús afronta las tentaciones, y en particular al culto que el diablo pretende del mismo Jesús, recurriendo a la palabra de Dios como pan de vida, como protección de Dios. El recurso a la palabra de Dios contenida en el libro del Deuteronomio, tenido por los exégetas como una larga meditación sobre la ley, muestran el intento de Lucas de narrar este episodio de la vida de Jesús con el proyecto de Dios que quiere salvar al hombre.

¿Han sucedido históricamente estas tentaciones? ¿Por qué, algunos, creyentes y no creyentes, piensan que tales tentaciones son fantasías de Jesús, totalmente inventadas? Esta cuestión es tremendamente importante en un contexto como el nuestro que trata de vaciar de contenido histórico y de fe los relatos de los evangelios. Ciertamente no se puede dar una explicación literal e ingenua, ni pensar que pudieron suceder de modo externo. Nos parece la opinión de Dupont bastante plausible: “Jesús habla de una experiencia que Él ha vivido, pero traducida en un lenguaje figurado, apto para atraer la atención de sus oyentes” (Les tentationes,128). Mas que considerarlas como un hecho externo, las tentaciones son consideradas como una experiencia concreta en la vida de Jesús. Esta es, me parece, la razón principal que ha guiado a Lucas y a los otros evangelistas al transmitirnos estas escenas. Están faltas de fundamento las opiniones de quien retiene las tentaciones de Jesús, ficticias o inventadas, como tampoco se puede compartir la opinión del mismo Dupont, cuando dice que son “un diálogo puramente espiritual que Jesús tuvo con el diablo” (Dupont 125). Dando una mirada al interior del Nuevo Testamento (Jn 6,26-34; 7,1-4; Heb 4,15; 5,2; 2,17ª) resulta claro que las tentaciones fueron una realidad evidente en la vida de Jesús. Interesante y aceptable es la explicación de R. E. Brown: “Mateos y Lucas no hubiesen hecho ninguna injusticia a la realidad histórica dramatizando tales tentaciones dentro de una escena, y enmascarando al verdadero tentador poniendo estas provocaciones sobre sus labios (The Gospel Accordino to John, 308). En síntesis podemos decir que la historicidad de las tentaciones de Jesús o el enraizamiento de ellas en la experiencia de Jesús han sido descritas con un lenguaje “figurado” (Dupont) o “dramatizado” (R.E. Brown). Es necesario distinguir el contenido (las tentaciones en la experiencia de Jesús de su contenedor (el lenguaje figurado o dramatizado). Es cierto que estas dos interpretaciones son mucho más correctas que aquéllas que las interpretan en un sentido ingenuamente literal.

Lucas, además, con estas escenas intenta recordarnos que las tentaciones han sido dirigidas a Jesús por un agente externo. No son el resultado de una crisis sicológica o porque se encuentra en un conflicto personal con alguien. Las tentaciones, más bien, nos llevan a las “tentaciones” que Jesús ha experimentado en su ministerio: hostilidad, oposición, rechazo. Tales “tentaciones” han sido reales y concretas en su vida. No ha recurrido para resolverlas a su poder divino. Estas pruebas han sido una forma de “seducción diabólica” (Fitzmyer), una provocación a usar su poder divino para cambiar piedras en pan o para manifestarse de modos excéntricos.

Las tentaciones terminan con esta expresión: “después de haber acabado toda tentación” el diablo abandona a Jesús (4,13). Luego las tres escenas que contienen las tentaciones se han de considerar como expresión de todas las “tentaciones o pruebas” que Jesús ha debido afrontar. Pero el punto fundamental es que Jesús, en cuanto Hijo, ha afrontado y vencido la tentación. Todavía más: ha sido probado en su fidelidad al Padre y ha sido encontrado fiel.

Una última consideración sobre la tercera tentación. En las dos primeras tentaciones el diablo ha provocado a Jesús a que use su filiación divina para negar la finitud humana: evitar el procurarse el pan como todos los hombres; le pide, pues, una omnipotencia ilusoria. En ambas pruebas Jesús no responde diciendo: ¡No quiero! Sino que apela a la Ley de Dios, su Padre: “Está escrito… se ha dicho…” Maravillosa lección. Pero el diablo no se arredra y le dirige una tercera provocación, la más fuerte de todas: el liberarse de la muerte. En el fondo el lanzarse desde el pináculo significa el arrojarse a una muerte segura. El diablo cita la Escritura, el Salmo 91, para invitar al uso mágico y espectacular de a protección divina, y al fin de cuentas, a la negación de la muerte. El pasaje del evangelio de Lucas me lanza una fuerte advertencia: el uso errado de la Palabra de Dios, puede ser ocasión de tentación. ¿En qué sentido? Mi forma de relacionarme con la Biblia se pone en crisis sobre todo cuando la utilizo sólo para dar enseñanzas morales a los otros que están en dificultad o en crisis. Aludimos a ciertos discursos seudo-espirituales que se dirigen a quienes están en dificultad: ¿Estás angustiado? No te queda más que orar y todo se arreglará. Esto significa ignorar la consistencia de la angustia que toma una persona y que depende muchas veces de un hecho bioquímico o de una dificultad a nivel psicológico social, o de estar delante de Dios de un modo errado. Sería mas coherente decir: Ruega al Señor que te guíe al recurrir a las mediaciones humanas del médico o de un amigo sabio para que te ayuden a soportar o curar la angustia. No se pueden proponer frases bíblicas a los otros de modo mágico, pasándose por alto las mediaciones humanas. “La tentación frecuente es la de hacer una Biblia de la propia moral, en vez de escuchar las enseñanzas morales de la Biblia” (X. Thévenot).

En este tiempo de cuaresma estoy invitado a acercarme a la palabra de Dios con las siguientes formas: asiduidad incansable y orante de la Palabra de Dios, leerla conforme a la gran tradición de la Iglesia, y en diálogo con los problemas de la humanidad de hoy.

ORATIO

a) Salmo 119:

Dichosos los que caminan rectamente,
los que proceden en la ley de Yahvé.
Dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón;
Renovémonos en el Espíritu
Y revistámonos del hombre nuevo
Cristo Jesús, Señor Nuestro,
en la justicia y santidad verdaderas (S. Pablo) los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos.
Tú promulgaste tus ordenanzas,
para que sean guardadas cabalmente.

Sigamos a Cristo Jesús
Y sirvámosle
Con corazón puro y buena conciencia (Regla del Carmelo)

¡Ojalá mis caminos estén firmes
para poder guardar tus preceptos!
No me veré entonces defraudado
al mirar todos tus mandamientos.

Sigamos a Cristo Jesús
Y sirvámosle
Con corazón puro y buena conciencia (Regla del Carmelo)

Te daré gracias con toda sinceridad
cuando aprenda tus justas normas.
Quiero observar tus preceptos,
no me abandones del todo.

Renovémonos en el Espíritu
Y revistámonos del hombre nuevo
Cristo Jesús Señor Nuestro
Creado según Dios Padre
En justicia y santidad verdaderas (S. Pablo)

b) Oración final:

Señor, nosotros te buscamos y deseamos tu rostro, haz que un día, quitado el velo, podamos contemplarlo.
Te buscamos en las Escrituras que nos hablan de Ti y bajo el velo de la sabiduría, fruto de la investigación de las gentes
Te buscamos en los rostros radiantes de los hermanos, en las improntas de tu pasión en los cuerpos sufrientes.
Toda criatura está marcada con tu impronta, toda cosa revela un rayo de Tu invisible belleza.
Tú te revelas en el servicio del hermano, al hermano te manifiestas por el amor fiel que no se acaba.
No los ojos sino el corazón tienen Tu visión, con simplicidad y veracidad tratamos de hablar contigo


4. CONTEMPLATIO

Para prolongar nuestra meditación sugerimos una reflexión de Benedicto XVI; “La Cuaresma es el tiempo privilegiado de nuestra peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza sosteniéndonos en el camino hacia el inmenso gozo de la Pascua. También en el “valle oscuro”, del que habla el Salmista (Sal 23,4) mientras el tentador nos sugiere dispersarnos o el poner una esperanza ilusoria en la obra de nuestras manos, Dios nos custodia y nos sostiene, …[…]. La Cuaresma nos quiere conducir, en vista de la victoria de Cristo, sobre todo mal que oprime al hombre. En el dirigirse al Divino Maestro, en el convertirnos a Él, en el experimentar su misericordia, descubriremos una “mirada” que nos escruta en lo profundo y puede reanimar a cualquiera de nosotros”

(fuente: ocarm.org)

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