Precisamente el otro día en catequesis de post comunión en mi parroquia, tocábamos este tema. Mirando a través de la lente del Evangelio comparando la vida de Jesús, sus actos, su actitud. Al traerlo a nuestro día común descubrimos que todo lo que hacemos desde que nos levantamos hasta acostarnos está lleno de pequeños milagros. Pensé que en lugar de desarrollar toda la catequesis en la parroquia, sería buena idea mandar el trabajo a casa y que cada niño con sus padres reflexionasen en el versículo del Evangelio que les había tocado. Momentos cotidianos para poder comparar y desarrollarlos en un dibujo o redacción, de modo que en la siguiente semana pudiéramos poner en común y realizar un mural.
Despertar es algo tan común, que a menudo olvidamos que ninguno, sin la Misericordia de Dios que nos ofrece para nuestro desarrollo, podríamos despertar del sueño de la noche. Los padres que los cuidan, poder comer cada día, tener una casa donde sentirse protegidos. Poder recibir estudios, atención médica. A menudo olvidamos, incluso los mayores, que esto no son privilegios o méritos, ni siquiera derechos, que no podemos ganarlo por nosotros mismos.
Debemos transmitir a nuestros hijos la alegría de sentirnos perdonados, amados por la Misericordia de un Dios que no deja de brindar oportunidades cada día para que le descubramos cercano en aquellas cosas que realizamos y vivimos. Somos únicos para Dios, Él nos ve de un modo individual, y así nos ama como si fuéramos su Hijo Único. A veces las cosas no salen como quisiéramos y somos infelices, ayudar a nuestros hijos a comprender que en ello está la oportunidad de descubrir el diálogo con Dios. Jesús se apartó al desierto a rezar, a hablar con su Padre, a encontrar el sentido de su misión.
En la donación de uno mismo, cuando compartimos algo que nos gusta con un amigo. Ahí estamos siendo partícipes de la generosidad del Amor de Dios que nos empuja a ser mejores, a renunciar al egoísmo, eso es un milagro en los tiempos de tanta competitividad que vivimos.
Es Dios quien está detrás de la inteligencia de las personas que inventan programas, máquinas, móviles,aparatos digitalizados que nos hacen la vida más fácil, comunicada, entretenida, educativa. Nuestra vida común está llena de instantes por descubrir la infinita Misericordia de Dios y cómo nos la regala sin medida en multitud de cosas que pasamos por alto. Descubrirlas, disfrutarlas, compartirlas de la mano de nuestros menores dará lugar a otro milagro más en nuestro día, el de poder vivir la fe en familia.
Para terminar este artículo les dejo como reflexión una frase que dijo el papa Francisco en el parque de Los Samanes en Guayaquil 6/7/2015. Sabemos que él no para de invitarnos a construir una «Iglesia doméstica» donde poder aprender un estilo de amor y de servicio, donde cada día poder transmitir a los más pequeños la ternura y la misericordia. “En la familia los milagros se hacen con lo que hay, con lo que somos”.
(fuentes: zenit.org; yocreo.com)
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