Hoy se celebra el Día del Niño por Nacer y bien vale la pena reflexionar sobre sus implicancias.
Vivimos en una sociedad consumista que nos empuja hacia el placer por el placer a cualquier precio. Sobre todo el placer genital cueste lo que cueste, como sí ahí radicaría la plena felicidad.
En un día como hay, hay muchas mujeres en el mundo que están embarazadas. Las realidades son bien distintas de una mujer a otra, tanto en el contexto familiar, social como en el económico. Las actitudes de las mujeres son, por ende, distintas entre ellas: habrán quienes esperan con alegría el nacimiento de su hijo como también habrán otras que lamentan profundamente estar embarazadas por diversos motivos.
Dentro de este último grupo, en estos momentos, habrá más de una mujer que ya tiene tomada la decisión de interrumpir abruptamente con su embarazo. Los métodos son varios: ir a algún médico que tenga algún consultorio clandestino, ir a algún enfermero que se dedica a hacer estos "trabajos", ir a algún "curandero", tomar determinados "tés" o pastillas para acabar con el "problema"
Lo cierto es no todos tienen en cuenta que un niño por nacer es una persona. Se ha creado todo un debate científico y moral en torno a algo que es evidente. Algunos hablan de que un niño en el vientre de su madre es un mero feto como sise tratara de un objeto o de un simple quiste que va creciendo en el interior de la mujer, otros dicen que es feto hasta el tercer mes de gestación y otros no pocos que no se detienen a pensar qué será lo que realmente una mujer tiene en su seno y proceden directamente a "extirpar" eso que tanto molesta.
Mientras a muchos mediocres y egoístas que prefieren mirar a otro lado para evitar cargar con la culpa de un asesinato, hay que concientizarse de "eso" que crece en el vientre de una mujer es un ser humano. Es un ser humano inocente que no pidió nacer (¿quién de nosotros pidió nacer?) pero, aún así viene a este mundo. Es un ser humano que es asesinado cruelmente sin dejarle ni la más mínima posibilidad de defensa.
Ojalá dejemos que Dios ilumine nuestros corazones y mentes y dejemos de cometer y avalar estas atrocidades que ni los animales se animan a cometer.
Recemos, pues, por los niños que están por nacer, tanto por los que son esperados con mucha ilusión y alegría como aquellos que "molestan" a sus madres que los llevan en su interior. Recemos muy especialmente por niños que están por ser asesinados y que no podrán conocer los brazos una santa madre, la sonrisa de un padre, la luz del sol y crecer en paz... recemos por su almita. Y recemos también por esas madres que han abortado y que están por abortar para que puedan arrepentirse sinceramente y dejarse abrazar por la Misericordia del Señor.
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