El Espíritu que guió tu camino, desde la concepción, llenando la vida de María, tu madre y madre nuestra.
El Espíritu que acompañó tu crecimiento en estatura, gracia y sabiduría, en los años sencillos de Nazaret.
El Espíritu que te orientó hacia el desierto para meditar el llamado y salir a la predicación.
El Espíritu que te daba fuerzas, aliento y ánimo para anunciar el Reino y construirlo con gestos de vida solidaria.
El Espíritu que te enseñó a descubrir a Dios en los pobres y sencillos, y alabar al Padre, como María en el Magnificat.
El Espíritu que te alentó en tu hora y que pusiste en las manos del Padre, como signo definitivo de tu entrega. Señor, danos tu Espíritu.
Nos has prometido un compañero, un guía, un defensor, un maestro. Envía tu Espíritu a nuestras comunidades.
Lo esperamos con ansías, lo buscamos con alegría, queremos llenarnos de su pasión por la Vida. Renueva nuestra esperanza, ayúdanos a caminar en los conflictos, enséñanos la fidelidad al Evangelio en estos tiempos difíciles.
Queremos construir el Reino, ofrecer al mundo los frutos de tu presencia. Dios de la Vida, danos tu Espíritu, para que nos haga nuevos, para que nos impulse a la misión, para que seamos testigos, hermanos y mensajeros.
Para que vivamos en el Espíritu de Jesús y él nos muestre las huellas del Reino en la sociedad que vivimos.
(fuente: http://www.catequesisnavarra.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario