En lo que va del año, se han sucedido violentos casos de violencia en escuelas argentinas.
En estos días, en la Escuela Secundaria Básica Nº3 de la Ciudad de La Plata, un chico de 12 años se enfureció porque una profesora lo retó por haber salido del establecimiento educativo en horario de clases y, luego de insultarla, atacó a la docente con patadas y golpes de puño. La docente agredida manifestó después que "Es la lógica consecuencia del mundo en que vivimos: no hay respeto, no hay valores; a mí me da lástima porque no deja de ser un chico, detrás de él debe haber un grave problema familiar". La madre de la criatura, lejos de admitir lo grave del hecho o de buscar asistencia psicológica, intentó defender a su hijo diciendo que la maestra lo había tratado de "drogadicto" delante de todo el curso. El niño solamente fue suspendido por tres días...
Acertadamente, la Directora de dicha Escuela declaró al respecto "Yo no voy a defenestrar a un alumno, tiene 12 años, no podemos dejarlo abandonado porque le pegó a una docente, que es una falta gravísima. ¿Tengo que sacármelo de encima, es esa la función de la educación? No, debemos darle las herramientas para que revierta la situación".
En el día de hoy, en Instituto Julio Cortázar de Mar del Plata, un alumno de 16 años de edad con serios problemas de conducta estaba siendo notificado por la Directora del mencionado instituto de su expulsión por sus continuas faltas de disciplinas y reaccionó dándole una violenta patada a la docente.
En Misiones, un muchacho de 15 años asesinó a otro joven de 16 años clavándole un cortaplumas en el corazón aparentemente por motivos pasionales; el triste episodio ocurrió a la salida de una clase de educación física, a unos 150 metros de la Escuela Normal Nº 9 de Wanda, una localidad misionera.
El pasado 27 de marzo, en Villa Gessell, un muchacho mató a un compañero de 18 años en plena clase con dos certeras puñaladas.
En la Ciudad de Santa Fe, una alumna de 11 años sufrió cortes en el rostro al ser agredida con una trincheta por otra compañera de 12, a la salida de la Escuela Ravera.
En un Colegio de San Isidro (Buenos Aires), una chica de 13 años, identificada como Priscila, recibía insultos y miradas amenazantes por parte de otras compañeras. El lunes pasado, al salir de clases, dos compañeras de clase y la arrastraron "de los pelos" a una galería cercana que estaba en construcción, donde le propinaron la feroz golpiza desfigurándole el rostro.
(fuente: http://www.infobae.com/)
El pánico a saber poner límites a los chicos
En muchas escuelas se dan casos de violencia física y psíquica entre los mismos alumnos y de parte de ellos mismos para con los docentes. La situación es un tanto compleja, ya que confluyen varios factores socioeconómicos, y los valores culturales que se van transgiversando o relativizando.
En estos últimos años se observa en la sociedad una creciente falta de respeto a todo lo que sea institución, a todo lo que sea jerarquía. Estas actitudes irrespetuosas son irresponsablemente alentadas desde los programas de televisión y de radio, muchas revistas, páginas de internet y desde la música que muchos jóvenes escuchan, sea rock o cumbia.
Así es muy común escuchar a los jóvenes hablar pestes de la Policía como institución, canciones que gritan que nada puede cambiar, animadores televisivos que enaltecen todo lo que sea transgresión de las normas (si existen ciertas normas morales, por algo será, ¿no?)
También es cierto que los adultos tampoco hacen mucho por generar el debido respeto de parte de niños, adolescentes y jóvenes, empezando por los propios padres, pasando por los docentes en todos los niveles y los educadores de clubes y movimientos religiosos.
Quienes tienen menores a cargo, en muchos casos, tienen miedo a ser quienes tengan que poner límites. Encontramos padres que no hacen más que justificar las "travesuras" de sus hijos en Escuelas o con sus grupos de amigos, evitando cobardemente confrontar con ellos para su bien.
Tenemos también docentes que hacen la vista gorda cuando ven que sus alumnos están haciendo trampa en los exámenes o cometen excesos en las escuelas. Cada vez se exige menos la pulcritud y el aseo en cada joven, cada vez se enseña menos a tratarse respetuosamente entre los compañeros, cada vez se enseña menos el respeto a los símbolos patrios, cada vez se enseña menos a saludar respetuosamente al profesor cuando entra al curso.
Pasa que a los adultos les es más fácil pasar por "buenos" y ser demagogos antes de hacerse cargo de la delicada misión de educar lo que suele significar también saber decir "NO" a tiempo. Así estamos.
No es cuestión de que como educadores apliquemos mano dura, sino más guien guiar a los jóvenes desde el Amor con MANO FIRME... ¿no te parece?
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