En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; El llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: "Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que Yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.".
En numerosos pasajes de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, leemos que se compara al Pueblo de Dios con un rebaño de ovejas. Y no es casualidad. las ovejas abundaban en la región en donde habitaba el pueblo hebreo, de hecho, muchos judíos se dedicaban a pastorearlas.
La oveja es un animal frágil y necesita de andar en rebaños para ser protegida de sus depredadores. Es muy dependiente de "su" pastor a quien admirablemente reconoce por su voz. El pastor es quien las guía a través de los campos para que encuentren buenos pastos para alimentarse y agua para refrescarse. El pastor es quien congrega a sus ovejas en un espacio cercado llamado redil o aprisco.
La analogía de las ovejas con los seres humanos tiene su porqué: por más que nos empeñemos en ocultarnos, nosotros somos frágiles como las ovejas. Cuando estamos en grupos tendemos a masificarnos guiados por un líder que no siempre es positivo; desde medios de comunicación, aparecen muchas veces esos falsos pastores que quieren adueñarse del rebaño del Señor, están vestidos muchas veces de ídolos juveniles, líderes políticos, deportistas, pastores de "iglesias". Muchos de esos falsos pastores solo quieren alimentar su voraz egocentrismo.
Cualquiera de nosotros podemos ponernos también en el papel de falso pastor cuando nos toca llevar adelante ciertas iniciativas delante de un grupo humano que no son constructivas. Cuando uno se relaciona con los demás debe recordar siempre de que tratamos con "ovejas" del Señor y que, como tales, hay que amarlas, cuidarlas y respetarlas... tal como hace el Pastor.
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