Cuando Dios colma a Santa Teresa de carismas místicos está acudiendo a sanar y a restañar sus limitaciones para que pueda cumplir el ministerio a que la ha destinado. Ella lo comprende y lo reconoce, tanto que al libro de su Vida lo llamará "de las misericordias del Señor".
Si la bondad de Dios comunica los bienes a sus criaturas; la justicia de Dios concede los bienes en proporción a lo que corresponde a cada ser. Conceder tos bienes y perfecciones para remediar las miserias y defectos de las criaturas, sobre todo en el hombre, es obra de su misericordia.
EL MISMO ESPIRITU SANTO NOS TESTIFICA LA MISERICORDIA DE DIOS
Llena está la Divina Revelación de testimonios que pregonan la divina misericordia: "Pero tú, Dios del perdón, clemente y compasivo, paciente y misericordioso, no los abandonaste" (Nh 9,17). "Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará, dice el Señor que te quiere" (Is 54,10). “¿Qué Dios como tú perdona el pecado y absuelve la culpa al resto de su heredad? No mantendrá siempre la ira, pues ama la misericordia; volverá a compadecerse, destruirá nuestras culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros pecados" (Mq 7, t 8).
"Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro Dios, que es clemente y misericordioso, tardo a la ira, grande en misericordia, y se arrepiente de castigar" (Jl 2, 3). "Sabía que tú eres Dios compasivo y clemente; paciente y misericordioso. Y que se arrepiente de las amenazas" (Jon 4,2). "Tú eres, Señor, indulgente y piadoso, y de gran misericordia para los que te invocan" (Sa] 85,5). "El Señor es compasivo y clemente, paciente y misericordioso; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras cu1pas; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su misericordia sobre sus fieles" (Sal l02,8-11). "Porque el Señor es clemente y misericordioso" (Eclo 2,11). "Como es su grandeza, así es su misericordia" (Eclo 2,18). "¡Qué grande es la misericordia del Señor para los que vuelven a El!" (Eclo 17,29). "Su misericordia llega a sus fieles generación tras generación" (Lc 1,49). "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso" (Lc 6, 36). "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que Dios nos amó, cuando estábamos muertos por las culpas., nos dio vida con el Mesías (Ef 2,4).
CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LA MISERICORDIA
Juan Pablo II, que ya había escrito una Encíclica sobre la Misericordia de Dios, la “Dives in misericordia”, ha pronunciado en Polonia una Homilía en la consagración del santuario de la Divina Misericordia: En este santuario, quiero consagrar el mundo a la Misericordia divina. "¡Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores!" (Diario). Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de Santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en ti. De este anuncio, que expresa la confianza en el amor omnipotente de Dios, tenemos particularmente necesidad en nuestro tiempo, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación de la misericordia de Dios brote de lo más intimo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, pero, al mismo tiempo, en busca de una fuente infalible de esperanza. Por eso, venimos hoy aquí, al santuario de Lagjewniki, para redescubrir en Cristo el rostro del Padre: de aquel que es “Padre misericordioso y Dios de toda consolación” (2 Co 1,3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los ojos de Jesús misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada el reflejo de su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.
EL PECADO A LA LUZ DE LA MISERICORDIA
El Espíritu Santo nos permite ver, siempre mediante la cruz de Cristo, el pecado, a la luz del "mysterium pietatis", es decir, del amor misericordioso e indulgente de Dios (cf. Dominum et vivificarnem, 32). Y así, el "convencer en lo referente al pecado", se transforma al mismo tiempo en un convencer de que el pecado puede ser perdonado y el hombre puede corresponder de nuevo a la dignidad de hijo predilecto de Dios. En efecto, la cruz "es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre (Dives in misericordia, 8). "Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476). De nosotros y del mundo entero... ¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde 1a guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes, se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya 1uz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.
Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina. Llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús; de aquí debe salir la chispa que preparará al mundo para su última venida" (cf Diario, 1732). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclinate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
JUSTICIA Y MISERICORDIA
A veces se quiere oponer la misericordia a la justicia, y es todo lo contrario, porque están plenamente hermanadas, y se encuentran en toda obra divina, porque todas las cosas han sido ordenadas por Dios al último fin de la creación, por pura bondad y misericordia. Y aún más. La misericordia de Dios colma y rebasa la justicia., dando siempre más de lo que exige la estricta justicia. El hombre le pidió agua a Dios y Dios le dio un océano. Pidió una flor, y le regaló mil jardines. Un árbol, y le brindó miríadas de bosques. Un amigo, y 1e dijo: Tú eres mi amigo. Por eso se puede comprobar que, cuando Dios elige a una persona para una concreta. misión, no sólo le da la gracia justa, sino que rebasa la medida dándole otras muchas gracias, que su misericordia le inspira. Por eso dice santo Tomás que la misericordia es la plenitud de su justicia.
Y hasta el misterio del dolor que a tantos escandaliza, es utilizado por Dios como una gran misericordia. El sufrimiento no es e1 látigo de la ira de Dios, sino la caricia de un Padre amoroso que nos aprieta a su Corazón, coronado de espinas. Y llega a decir santo Tomás que incluso la misericordia de Dios brilla en el infierno suavizando los rigores de su justicia, castigando a los condenados menos de lo que merecen sus pecados.
Dirá Santa Teresa: "Sea su nombre bendito que en todo tiempo usa de misericordia con todas SUS criaturas".
escrito por Padre Jesús Martí Ballester
(fuente: www.autorescatolicos.org)
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