Cuando hablamos de vocación, del llamado que tenemos, de la misión que tenemos en el mundo, del sentido de nuestras vidas y de lo que hacemos, hay que tener en cuenta que hay muchas más preguntas que respuestas. Implica hacer silencio para escuchar la interioridad para vincularnos con nuestros gustos y deseos más profundos... y tener paciencia; más bien, tenernos paciencia a nosotros mismos. Y también hacerlo con alegría, porque en la vocación radica nuestro camino a la felicidad.
La Lic Cecilia Crucel, licenciada en Educación y orientadora vocacional, con quien conversamos durante el programa, agregaba que para buscar respuestas necesitamos parar: mirar el pasado, conocer mis características personales y empezar a preguntarnos ¿quién soy yo? ¿qué es lo que quiero en la vida? ¿qué quro expresar en mi vida?". Porque, la vocación tiene que ver con el despliegue de todo ese ser único y personal que cada uno de nosotros está llamado a ser.
Y la vocación está conectada con la misión... No hay vocación sin misión. La vocación tiene que ver con el despliegue del ser único y personal, y la misión con dejar una huella. No se puede dejar una huella si no desplegamos al máximo mi propio ser.
Somos seres dinámicos que evolucionamos y vamos creciendo permanentemente, por ende la vocación también se va desarrollando con el paso de los años; va madurando con la misma vida, mientras caminamos en donde van apareciendo diferentes intereses y desarrollamos habilidades nuevas.
El proyecto de vida incluye todas las dimensiones de la persona: la vocación, los afectos, nuestros valores, los hobbies, nuestros temas de interés. En los hobbies también radica la posibilidad de expresarnos y de desplegarnos al máximo, por eso también está bueno dedicarles parte de nuestro tiempo.
(fuente: Oleada Joven)
No hay comentarios:
Publicar un comentario