La Plata (Buenos Aires), 2 Dic. 11 (AICA) El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor
Aguer, recordó a alumnos primarios y secundarios de escuelas católicas
que el tiempo de Adviento, que prepara para la Navidad “nos hace
comprender que la vida toda de un cristiano es salir al encuentro de
Jesús que viene a nosotros”.
Tras reflexionar sobre las lecturas del día, señaló que el papa
Benedicto XVI dijo en agosto pasado a un millón de jóvenes reunidos en
Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud: “Sí, queridos amigos,
Dios nos ama. Esta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a
todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino
que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de
Dios”.
“Permanecer en su amor significa entonces vivir
arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de verdades
abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir
nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se
saben amadas por Dios”, explicó en la misa en la catedral Nuestra Señora
de los Dolores por la finalización de cursos en los colegios de la
arquidiócesis
El prelado platense aseguró que “sin duda que
el colegio tiene que transmitir a los alumnos los saberes elementales y
cumplir con los programas de las distintas materias y áreas del
conocimiento; debe también inculcar valores y actitudes que se refieren a
los grandes bienes del hombre. Pero en cuanto escuela católica tiene
como misión específica educar en la fe, ayudar a niños y adolescentes a
adquirir criterios correctos de juicios, a pensar y desarrollar la
inteligencia en el ámbito armonioso y bellísimo de la visión cristiana
del mundo, a forjar la voluntad en la práctica de las virtudes naturales
y sobrenaturales; en suma, intenta que todos los alumnos lleguen a ser
auténticos discípulos de Jesús”.
“Nadie puede ser obligado a
serlo, pero corresponde que la escuela católica le brinde la
oportunidad, que le muestre con claridad ese ideal original y exigente y
disponga los medios necesarios para identificarse con él, para
abrazarlo con decisión y valentía”, subrayó.
Monseñor Aguer
insistió en que “ésta es la cuestión fundamental: ¿qué lugar ocupa en
sus vidas el ideal cristiano? ¿Qué lugar ocupa en ellas el mismo
Jesucristo? De la respuesta a este interrogante depende la orientación
concreta y el sentido de la existencia. En esa decisión espiritual
confluyen las grandes y pequeñas inquietudes que a veces de un modo
inconsciente y otras de un modo manifiesto agitan nuestra vida. ¿A qué
cosas atribuimos valor? ¿Qué es lo que nos atrae con fuerza, lo que
realmente nos importa? ¿Cuándo, en qué situaciones creemos ser libres, y
en qué pensamos que consiste la felicidad? ¿Cuáles son nuestras
aspiraciones? ¿Basta sentirse bien, divertirse, contar muchos ‘amigos’
(entre comillas) colgados en nuestra lista de facebook, no tener
problemas?”
“Jesús tiene que ver con todo eso, y con mucho
más, con la vida entera. Piensen ustedes sobre esto, medítenlo en algún
momento de silencio, en oración delante del Señor. No tengan vergüenza
ni miedo de distinguirse y de definirse como cristianos. No se dejen
manejar por los que manipulan la opinión general, por los que fabrican
las modas y las imponen como un producto de mercado: no se encierren en
el egoísmo individual o del grupito. No se conformen con sumarse al
rebaño descaminado que no sabe adónde va, ustedes que son ovejitas
libres que conocen la voz del Buen Pastor y están llamados a seguirle
voluntariamente, con aquella elección que llena de satisfacción, ilumina
y corona de alegría la personalidad. No quieran pertenecer al número de
los sabios y prudentes según la clasificación del mundo; elijan en
cambio la verdadera grandeza, la sabiduría, y la prudencia verdaderas
que están en la pequeñez, la que es propia de los hombres y mujeres de
fe, de los niños, de los hijos de Dios”, concluyó.+
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