Se hace preciso despojarnos de esa visión tan infantil de nuestra historia que nos dieron en la escuela para poder tomar en su justa dimensión aquel valioso paso que aquellos hombres dieron para constituir la Nación Argentina. En aquella gesta, más allá de que hubieron distintas motivaciones (no todas muy sanas que digamos) hubieron compatriotas que decidieron unirse y luchar por una causa.
Volviendo nuestra mirada a estos días, este nuevo 25 de mayo nos encuentra divididos como sociedad: de un lado, los que están con el Gobierno Nacional y, del otro lado, los que no se alinean ciegamente al poder central por no compartir ideología y proceder del kirchnerismo.
El disenso no es lo grave, lo más doloroso es que no haya la humildad y la grandeza de espíritu para poner a la Patria por sobre todas las cosas. Esto es, es una pena que no sepamos poner a la Argentina por encima de todo egoísmo, de toda avaricia de poder y dinero.
Roguemos al Señor que podamos superar esta coyuntura, que podamos aprender de lo vivido y que, en unión y libertad, este hermoso país pueda seguir su camino.
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