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jueves, 8 de octubre de 2009

Para reflexionar a partir del Padrenuestro (4º parte)

VENGA A NOSOTROS TU REINO

Al decir “venga a nosotros tu reino” podemos tener la impresión de que se menoscaba nuestra vida actual, invitándonos a pedir por otra vida diferente y futura que aparece como en contradicción con la presente. La venida del Reino no es solamente el fin, es decir, la terminación de nuestra vida y el mundo. Que venga tu Reino significa también que el Evangelio vaya inundando cada vez más lo humano.

El Reino de Dios, cuya venida se quiere y que Jesús anunció e inauguró, es: interior y espiritual, exterior y social, individual y universal, temporal y eterno.

El anuncio de ese reinado de Dios que se acerca es el tema decisivo del mensaje de Jesús. De todo lo que Jesús dice y hace se deduce claramente esta enseñanza: el Reino de Dios es algo maravilloso, la victoria sobre el sufrimiento y la soledad, sobre la culpa y la muerte, el lugar del amor perfecto, el hogar en casa del Padre, el reino de la libertad, la reconciliación y la justicia, el lugar de la alegría y la desaparición de las lágrimas; por eso es sinónimo de salvación.

Aunque Jesús no diera definición del Reino de Dios, a partir de los textos evangélicos se puede deducir su esencia: es la salvación que empieza con la gracia y se completa en la gloria.

La gracia, don de vida, es ofrecida a todos para que sean miembros del Reino. Depositaria de ese don es la Iglesia que en el pensamiento y en la voluntad del fundador constituye en el tiempo y en el mundo el reino visible de Dios y en la que entran todos los que aceptan la doctrina y la redención de Jesús.

Con la venida de Jesús, este Reinado de Dios se ha hecho ya realidad. Esa es la “buena noticia”. Quien acepta el mensaje de salvación y confía en Jesús siguiendo su camino, llega a entender lo que significa para él el Reino de Dios.

El Reino de Dios es presente que comienza ahora. Los hombres no pueden establecer el Reino de Dios; pero el Reino de Dios no llega sin la cooperación de los hombres.

Por eso nosotros, con la ayuda de la gracia también podemos participar de ese Reino y colaborar para hacer un mundo mejor convirtiéndonos en signo e instrumento .(luz y sal del mundo).

Sabemos que tiene validez lo que vivimos y hacemos, pues nada de lo que sucede es vano ante Dios. Conocemos nuestra debilidad, nuestras limitaciones, pero con la gracia del Señor, somos capaces de amoldarnos a las situaciones límite que nos presenta la vida y enfrentar con serenidad al sufrimiento y al absurdo. Esto es muy distinto a cerrar los ojos ante lo incomprensible.

Mientras vivamos, no habremos encontrado nunca suficiente amor, alegría, libertad y verdad, ni se lo habremos dado a otro en cantidad suficiente. Y, sin embargo, nos sentimos impulsados incesantemente por la esperanza de un mundo mejor. Si nuestra esperanza está puesta en la expectación del Reino de Dios, para algo así vale la pena empeñarlo todo.

Cuando le pedimos al Padre: “venga a nosotros tu Reino”, le pedimos que nos ayude a encontrarlo, ya que el Reino de Dios hay que buscarlo sin descanso y a fondo, como cuando se busca un objeto de valor que se ha extraviado. ¿Y qué tenemos que buscar?. Tenemos que buscar la vida del Evangelio. Tenemos que pedir que el Evangelio impregne cada vez más todo nuestro ser en sus diversos aspectos y momentos.

¡Cuántas veces somos cristianos a ratos, y no en todos nuestros pensamientos, conductas o trabajos!.

El Evangelio tiene que recorrer nuestras venas y llegar a todas las partes de nuestro ser y de nuestra vida. No es sólo para el domingo y para casa. Es para casa, para el trabajo, para la feria, para nuestras diversiones y nuestras vacaciones.

La petición de la venida del Reino se refiere a la afirmación del reinado de Dios en nosotras y en la sociedad en que vivimos, a la expresión de la Iglesia, al cumplimiento triunfal del
plan de salvación para que Dios “sea todo en todos”. (1ra. Cor. 15,28)

VER Mi persona.

¿Qué es para mí el Reino de Dios?.
¿Cómo armonizo la realidad de mi vida con el Reino que pido?.

Nuestro mundo:

En mi ambiente: ¿Cuál es , prioritariamente, el concepto que se tiene sobre el Reino?.

JUZGAR:

Leamos:
Lucas 17, 20 y 21.
Mateo 13, 44 y 45.

De acuerdo a estos textos, si el reino de Dios ya está entre nosotros, qué lugar debe ocupar en mi vida?.

ACTUAR:

¿Qué voy a hacer para encontrar el Reino de Dios en mi vida cotidiana?.
¿Cómo puedo ayudar a otra persona a descubrir el Reino de Dios?.

COMPROMISO

Priorizo para esta semana un pasito concreto y sencillo para evaluar de crecimiento en mi relación con Dios.

(fuente: www.accioncatolica.org.ar)

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